Jamones, trucha ahumada, paté de ciervo, quesos y gran variedad de galletitas son los materiales no convencionales que eligió esta vez el grupo argentino de artistas plásticos Mondongo para su nueva colección de cuadros, con gran éxito de público y entre coleccionistas y museos de varias partes del mundo.
Elegimos los distintos materiales para reforzar la idea de la obra, pero no nos gusta dar explicaciones sobre el significado, porque cada trabajo es el resultado de muchas discusiones entre los tres y no queremos cerrar la obra, explicó a IPS uno de los artistas de Mondongo, Manuel Mendanha.
La colección del grupo, que integran además Agustina Picasso y Juliana Laffitte, se presenta en la galería Daniel Maman Fine Arts de Buenos Aires desde el 9 de este mes hasta el 6 de diciembre con el título Esa boca tan grande, que alude a la expresión del público al verla.
Los cuadros, casi todos de grandes dimensiones, están hechos con materiales nada convencionales. Los artistas se presentan con tres retratos suyos cuando eran niños, que a la distancia parecen fotos fuera de foco, pero al acercarse el observador detecta los pequeños fragmentos de jamón y quesos.
Trabajamos con una técnica de sellado al vacío con un tipo de vidrio líquido que se llama resina poliéster, precisó a IPS Laffitte. La variedad de colores de los materiales se obtiene a partir del secado previo de los trozos. Es un experimento que vamos haciendo para lograr distintos tonos, añadió.
Los materiales perecederos también fueron utilizados para un cuadro de la Casa Blanca y para la reproducción de la obra Sola de Rembrandt.
En cambio hay una serie del cuento Caperucita Roja hecha de trozos de plastilina, en alusión a la infancia de los artistas, aunque los cuadros sugieren otro final para la historia, donde la pequeña niña elige irse con el lobo.
También se muestran cuadros realizados con trozos de vidrios pintados, con plumas de marabú, y con palitos chinos (unos 300.000) colocados perpendicular a la superficie del cuadro, dando volumen a una inmensa flor de loto.
Pero la serie de mayor impacto es la de imágenes pornográficas realizadas en galletitas. Los integrantes de Mondongo bajaron de Internet fotos que ampliaron y luego reprodujeron en base a trozos de galletitas de distintos sabores y colores en tonos de beige y marrón.
A pocos días de inaugurar la muestra, el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquirió dos obras y la Tate Gallery, de Londres, compró otras. También coleccionistas locales reservaron la serie completa de Caperucita. Vendimos más de 70 por ciento de lo que presentamos, confirmó Laffitte.
Estos tres artistas de menos de 30 años ya habían sorprendido en 2000, cuando expusieron en el Centro Cultural Recoleta, de Buenos Aires, una serie de máscaras de yeso.
Luego, en 2002, en la galería Braga Menéndez Schuster mostraron retratos a base de caramelos y otros materiales. Por ejemplo un rostro inmenso de la cantante Britney Spears hecha en etiquetas de precios de supermercado y uno del papa Juan Pablo II realizado con hostias.
Pero el gran batacazo (éxito inesperado), recuerda Laffitte, fue la visita que les hizo aquel año una comitiva española encabezada por el secretario de Estado para Iberoamérica, Miguel Cortéz, quien les pidió un proyecto para retratar a los reyes de España, Juan Carlos y Sofía, y a su hijo el príncipe Felipe de Borbón.
Nos mandaron las fotos, les hicimos informes de materiales, y finalmente nos aprobaron el trabajo, contó Laffitte. Los cuadros fueron realizados en trozos de vidrio que producen un efecto de distanciamiento del público con la realeza. Desde entonces se duplicó el valor de sus obras.
Las obras de Mondongo, incluyendo los retratos de los reyes, se presentaron entonces por primera vez fuera de Argentina, en la Casa de América de Madrid, entre enero y marzo de este año, donde se presentaron además un rostro de Walt Disney hecho de gusanitos de plastilina y otros.
Utilizando los oropeles de nuestra vida cotidiana, Mondongo toca el nervio de la culpa consumista que incluso la sensibilidad más leve es capaz de reconocer, interpretó entonces el responsable de conservación del Museo Reina Sofía, Kewin Power.
Mendanha no teme que el grupo se transforme en el fenómeno Mondongo. Lo que hacemos nosotros es trabajar. Si es moda o no, no nos interesa. Si podemos expresar lo que queremos, estamos satisfechos, pero no vamos a trabajar para un mercado, explicó.
Si bien hay críticos que los encasillan en el arte pop, los artistas no se identifican con una corriente específica. No somos pop y no nos sentimos cerca de ninguna corriente. Sí tenemos influencia de muchos artistas que nos gustan, pero no solo modernos sino también del Renacimiento, aseguró.
En tanto, el público sigue observando azorado las obras, alejándose y acercándose a los cuadros en un movimiento de búsqueda de significado. Los autores no temen que los observadores, fascinados por la técnica, se pierdan de percibir la sustancia.
No podemos crear a partir de los temores, tenemos que hacer lo que creemos correcto, dijo Laffitte, y adelantó con entusiasmo que volvía al taller porque en enero del año próximo presentarán una nueva serie en una galería la sudoccidental ciudad estadounidense de Los Angeles. (