TEATRO-URUGUAY: La proeza de sobrevivir

El primer gran teatro de América Latina fue construido en la capital uruguaya por iniciativa ciudadana hace casi 150 años en medio de una guerra, y ahora, a pesar de la crisis económica, vuelve remozado con características singulares en el mundo.

La opinión pública uruguaya estuvo centrada el 25 de agosto en la reapertura del Teatro Solís, que había cerrado sus puertas en 1998 debido a su mal estado y fue sometido a obras de remodelación.

Una gala lírica con figuras internacionales y con la presencia del presidente Jorge Batlle y otras autoridades de gobierno dio inicio a una nueva era de esta sala que en su momento fue la más grande de la región, y que ha sobrevivido a toda adversidad política y económica.

La iniciativa de la Intendencia Municipal de Montevideo de remodelar el teatro, en un momento de crisis económica que llegó a su punto más grave en 2002, fue reconocida casi como una hazaña por la prensa local, considerando el estancamiento en el que se encuentran muchas obras públicas desde hace años.

Uruguay estuvo en recesión entre 1999 y 2001. En 2002 se registró una caída pronunciada del empleo, del salario, de las exportaciones y de las reservas internacionales. El sistema financiero colapsó y el desempleo llegó a 17 por ciento de la población económicamente activa, máximo histórico desde 1985.

Hoy el desempleo se ubica en torno a 14 por ciento.

A pesar de todo, la capital uruguaya hoy vuelve a tener un centro cultural de relevancia internacional.

”La reinauguración del Teatro Solís marca una nueva etapa en Uruguay. Es, salvando las distancias, casi como lo que ocurre en un país cuando obtiene un triunfo en los Juegos Olímpicos o en un campeonato de fútbol. El Solís es el lugar más emblemático y querido por los uruguayos”, dijo a IPS el director de la Orquesta Filarmónica de Montevideo, Federico García Vigil.

El músico, quien dirigió la gala lírica del 25 de agosto (fecha que conmemora la declaratoria de la independencia, en 1825), destacó que se haya evitado la destrucción del edificio, y elogió el esfuerzo de los arquitectos por modernizarlo pero preservando en todo su estilo típico italiano de los siglos XVIII y XIX.

”Trabajaron de la manera más dedicada, con amor, respetando las características del Solís, casi preguntándole al teatro qué era lo que hicieran con él”, dijo García Vigil, quien no dudó ubicar a la sala entre las más importantes de América Latina.

”Conjuga la arquitectura típica italiana con la más moderna tecnología”, subrayó.

El intendente (alcalde) de Montevideo, Mariano Arana, afirmó el 25 de agosto que ”la reapertura del Solís constituye un gesto de audacia y, a la vez, de esperanzada reafirmación”.

”Audacia contra el desánimo, contra las limitaciones en materia de recursos y contra el escepticismo”, añadió el intendente, del izquierdista Encuentro Progresista-Frente Amplio, favorito para ganar las elecciones presidenciales de octubre.

El gobernante Partido Colorado está lejos en las encuestas. La mayoría de la población lo responsabiliza por la crisis.

La creación del Teatro Solís en 1856 ya había sido toda una proeza para un Uruguay que daba sus primeros pasos como nación independiente, con un Estado casi inexistente, sin dinero y deteriorado por años de guerras y anarquía.

En realidad no fue el Estado, sino un grupo de ciudadanos aficionados al arte los que decidieron, en 1840, conformar una sociedad para construir en Montevideo una sala que estuviera ”a la altura que ha llegado su ilustración y comercio”.

Montevideo contaba entonces con apenas 31.000 habitantes, la mayoría de ellos franceses, italianos y españoles.

Su puerto sobre el Río de la Plata, de características superiores al de Buenos Aires, hacían de esta pequeña ciudad un creciente centro comercial y punto de llegada de inmigrantes.

La sociedad adquirió un terreno cerca de la costa, pero las obras se vieron obstaculizadas al estallar la Guerra Grande (1843-1851) que enfrentó a Argentina y a Uruguay tras la intervención del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, en los conflictos internos uruguayos.

La guerra se agravó con la participación de Francia y Gran Bretaña..

La sociedad entonces decidió alquilar el terreno hasta que terminara el conflicto bélico, que incluyó un prolongado sitio a Montevideo, y recaudar así más fondos para el futuro el teatro.

Finalizada la guerra, el proyecto tomó nuevo impulso y las obras quedaron a cargo del arquitecto español Javier Garmendia. Los fundadores decidieron honrar con el nombre del teatro al conquistador español Juan Díaz de Solís, que llegó a estas costas en 1516.

El teatro fue inaugurado el 25 de agosto de 1856 con la ópera ”Ernani”, del compositor italiano Giuseppe Verdi (1813-1901). De esta manera, la iniciativa de un grupo de melómanos se convirtió en una obra pionera en la región.

Las principales salas de América Latina se inaugurarían después.

El Teatro Municipal de Santiago de Chile fue creado en 1857, al igual que el primer edificio del Teatro Colón de Buenos Aires (el actual fue inaugurado en 1908). El Teatro Amazonas, de la septentrional ciudad brasileña de Manaos, nació en 1896, el Teatro Municipal de Rio de Janeiro en 1909 y el Teatro Municipal de Sao Paulo en 1911.

El Solís ”fue el primero de América Latina, con un estilo italiano único. Desde un comienzo surgió el debate de si debía destinarse sólo a la lírica o también al teatro. Pero su acústica y su plafón servían para las dos cosas, así que se usó para ambas”, explicó a IPS la historiadora y directora de Desarrollo Institucional de la sala, Daniela Bouret.

La historiadora señaló que esto garantizó el acceso de todos los sectores sociales al teatro, ya que la atracción por la lírica estaba reducida a un pequeño grupo de personas.

”Montevideo vivía un momento en que surgían nuevos sectores sociales ávidos de cultura. La inauguración provocó una expectativa enorme en toda la ciudad. Todos concurrían. Los montevideanos salían varias horas antes de sus casas para asistir a los espectáculos”, dijo.

”Al encenderse la farola del teatro, todos los ciudadanos sabían que había función, ya que el edificio predominaba sobre la arquitectura de la ciudad”, añadió.

Al menos 400 personas trabajaron en las obras de remodelación, dirigidas por el gobierno municipal, que demandaron una inversión de 14 millones de dólares e incluyeron trabajos de albañilería, carpintería, protección contra incendios e instalación de sistemas de aire acondicionado.

”Se incrementó 80 por ciento el área del escenario, su altura aumentó 20 por ciento y el volumen total de la caja escénica se duplicó”, explicó a IPS la arquitecta que dirigió las obras de remodelación, Eneida De León.

El edificio tiene una superficie de 14.000 metros cuadrados y capacidad para 1.200 espectadores.

El teatro tiene ahora características singulares en el mundo, ya que es uno de los pocos que mantiene toda su estructura de madera y a su vez posee instalaciones mecánicas, hidráulicas y eléctricas de última tecnología, sin igual en América Latina.

”En Europa no queda ninguno de este tipo de teatros, pues se incendiaron. Nosotros decimos que el Solís tiene un Dios aparte”, dijo De León.

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