MUJERES-AFGANISTAN: La misión casi imposible de Sarabi

Aumentar la expectativa de vida de las mujeres, mejorar su educación y ampliar su participación en política son algunos de los enormes desafíos que afronta la ministra interina de Asuntos Femeninos de Afganistán, Habiba Sarabi.

La ministra realizó este mes una breve visita a Tailandia, en la que detalló la dimensión de la tarea que le espera y anunció que empezará por afirmar en la sociedad afgana conceptos como el de ”igualdad de género”.

”Esas palabras aún no son comunes en Afganistán. Muchos no saben lo que significan”, dijo Sarabi, y señaló que las mujeres de su país viven en una gran ignorancia tras haber sido excluidas por años de la educación por parte del movimiento radical islámico Talibán, que gobernó la mayor parte del territorio afgano hasta fines de 2001.

”Esto se ve claramente en provincias y zonas rurales, donde a la mayoría de las mujeres se les obliga a seguir ideas, tradiciones y costumbres fanáticas”, afirmó.

No obstante, en ciudades como Kabul, la noción de igualdad entre hombres y mujeres gana terreno, ”en particular entre las personas con educación”, indicó.

Sarabi fue nombrada ministra en junio, luego de destacarse como vicepresidenta de la organización independiente Asistencia Humanitaria para Mujeres y Niños de Afganistán.

Otra mujer afgana que lidera la lucha por la igualdad de género es Massouda Jalal, quien se postuló como como candidata a la presidencia para las elecciones que se realizarán el 9 de octubre.

Jalal es la única mujer entre 18 candidatos hombres, incluyendo al actual presidente interino Hamid Karzai, y es también la persona más joven entre quienes se postulan, con 41 años.

Cuarenta por ciento de los siete millones de personas habilitadas para votar son mujeres.

Sin embargo, Sarabi sostiene que para Jalal será difícil romper los moldes de la mentalidad afgana en relación con la mujer.

”La sociedad no está lista para una candidata mujer, pues Afganistán está completamente dominado por hombres”, dijo.

La sola participación de Jalal en los comicios de octubre es considerada como una señal de que las mujeres avanzan en su lucha por un lugar en la reconstrucción de este país, asolado tras dos décadas de guerra.

Se percibe una mayor participación de las mujeres en el gobierno, en la economía, en el sistema educativo y en las organizaciones no gubernamentales.

”Hay más lugar ahora en el gobierno para que las mujeres se involucren y existe un creciente asesoramiento sobre sus derechos”, destacó a IPS la directora de la oficina en Asia Pacífico del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem), Chandni Joshi.

Las mujeres también tienen creciente presencia en asuntos comerciales, y ”se percibe un sentimiento de alivio entre ellas, pues sienten que están logrando algo”, añadió.

No obstante, Joshi es consciente de que falta mucho.

”Las mujeres fueron muy golpeadas, hay que darles tiempo. Todavía son escoltadas por sus familiares hombres cuando salen a la calle”, señaló.

Esa restricción social es uno de los legados del movimiento Talibán, que gobernó gran parte de este país entre 1996 y 2001, cuando su derrocamiento fue precipitado por una ofensiva militar estadounidense.

La expectativa de vida de las mujeres afganas es 44 años, una de las más bajas del mundo. La tendencia mundial es que las mujeres vivan más años que los hombres, pero en Afganistán la expectativa de vida masculina es de 45 años.

”Lamentablemente, también tenemos el segundo índice de mortalidad materna más alto del mundo, 1.600 muertes cada 100.000 partos. Es un número terrible”, dijo Sarabi.

La ministra es consciente de que eso no puede cambiar rápidamente, pues sólo hay servicios básicos de salud reproductiva ”en 17 por ciento de las instalaciones sanitarias del país”.

El analfabetismo en Afganistán también refleja la discriminación de género. Sólo 13 por ciento de las mujeres afganas saben leer y escribir, mientras que entre los hombres el porcentaje llega a 33, según la organización no gubernamental Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán (RAWA, por sus siglas en inglés).

Los talibán prohibieron que las mujeres aprendieran a leer, trabajaran e incluso que se rieran en público. Eran golpeadas si sus tobillos quedaban al descubiero, e insultadas si no estaban vestidas de acuerdo con severas reglas que ese grupo fundamentalista impuso en nombre del Corán.

Como si fuera poco, se calcula que Afganistán es el segundo país con mayor número de minas antipersonal después de Camboya. Las mujeres y los niños son las principales víctimas de esos artefactos explosivos abandonados.

Sarabi dijo en Bangkok que su misión es ayudar a las mujeres de su país a vivir en un ambiente seguro y que respete sus derechos.

”Nos movemos muy lentamente (en esa materia), respetando siempre las costumbres y tradiciones afganas”, afirmó.

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