MEXICO: Democracia pierde lustre

Una nube de crispación política y desencanto con la democracia cubre México al cumplirse casi cuatro años de la presidencia de Vicente Fox, quien afirma, contra la mayoría de pronósticos, que en los 27 meses que le restan en el cargo vendrá ”lo mejor”.

Politólogos aseguran que la tensión y el desencanto de la población hacia los políticos y la democracia subirán de tono a medida que se acerquen las elecciones presidenciales de 2006 y no haya un cambio importante en la situación económica, que aunque no es crítica tampoco muestra mejoras importantes.

Apenas hace cuatro años, la democracia brillaba en México cuando el actual mandatario ganó sin objeciones las elecciones que pusieron fin a siete decenios de gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), periodo al que el escritor peruano Mario Vargas Llosa bautizó como la ”dictadura perfecta”.

Cumpliendo el rito anual ordenado por la ley, Fox se presentó la noche del miércoles ante el Congreso legislativo para brindar un informe sobre su gestión, en el que reiteró su pedido de tregua a la oposición, que ocupa la mayoría de escaños, y a los sindicatos, que mientras él hablaba realizaban marchas callejeras.

En varias ocasiones, los opositores lo interrumpieron, incluso con abucheos. Finalmente, le dieron la espalda cuando terminó su discurso, actitud sin precedentes en esa ceremonia a la que muchos políticos y analistas piden eliminar por considerarla desgastada y poco práctica.

Según la encuesta más reciente de Latinobarómetro, firma radicada en Chile, 75 por ciento de los mexicanos están convencidos de que la política ha sido secuestrada por las elites y que la democracia beneficia sólo a unos pocos.

El desencanto con la política tuvo una de sus expresiones el 6 de julio de 2003, cuando a las elecciones legislativas acudieron a votar menos de 60 por ciento de los 65 millones de ciudadanos habilitados, lo que representó una abstención sin precedentes.

”Estos políticos son unos patanes”, ”que vergüenza tener esos diputados” y ”con esos legisladores no vamos a ningún lado” fueron algunas de las expresiones que recogió IPS de personas que vieron el informe del presidente por televisión.

”Hay un desencanto con las política y la democracia, pues la población percibía que al llegar Fox todo cambiaría y con lo que se encontraron es con políticos enfrentados, una economía estancada y muchos conflictos”, dijo a IPS Benito Nacif, director de estudios políticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas.

Según una encuesta telefónica del diario Reforma realizada a 406 personas y con un margen de error de cinco puntos porcentuales, 27 por ciento de la población vio el informe del presidente.

El promedio de calificación dado a Fox por su desempeño en esa ceremonia fue de 6,2 sobre 10, y el de los diputados de 4,2.

El mandatario presentó su informe en medio de huelgas y protestas, y en momentos que su popularidad cae.

Además, el potencial candidato presidencial de la izquierda, el alcalde de la capital Andrés López Obrador, que es el mejor ubicado en las encuestas, denuncia que el gobierno está detrás de un proceso legal en su contra, lo que podría dejarlo fuera de la contienda en 2006.

El domingo 29 de agosto, más de 300.000 personas marcharon por las calles de la capital para expresar su apoyo al alcalde y repudiar las políticas de Fox, a quien consideran un ”neoliberal” al que sólo le importa la estabilidad de la macroeconomía.

Trabajadores universitarios, electricistas, telefonistas y empleados del seguro social paralizaron sus actividades en la capital el miércoles para protestar en las calles contra las políticas del gobierno, y sus dirigentes advirtieron que podrían organizar una huelga general.

En sus 68 años, la mayoritaria Central de Trabajadores de México, afín al PRI, nunca realizó una huelga general.

Fox tiene la aprobación de 54 por ciento de la población y una calificación promedio de 6,3 sobre 10, según una encuesta del diario Reforma, realizada a 1.515 personas en todo el país y que tiene un margen de error de 2,5 por ciento.

En febrero de 2001, cuando el mandatario cumplió su primer trimestre de gestión, el nivel de aprobación superaba 70 por ciento y la calificación era de ocho sobre 10.

”El país va de mal en peor y el gobierno insiste en querer vendernos la idea de que estamos de maravilla”, dijo el líder de la Unión Nacional de Trabajadores y del sindicato de telefonistas, Francisco Hernández.

En los últimos cuatro años, el producto interno bruto de México creció a un promedio de uno por ciento anual, con una inflación de cuatro por ciento, tasas de interés de 6,5 por ciento y estabilidad económica general.

Sin embargo, en ese período, 346.000 personas perdieron sus puestos de trabajo y unas 700.000 se sumaron al sector informal. Además, la pobreza continúa afectando a más de la mitad de los 100 millones de habitantes, y se mantienen casi intactos los niveles de desigualdad social.

En México, el 20 por ciento de la población más pobre recibe apenas 4,1 por ciento de los ingresos del país, mientras el 20 por ciento más rico dispone de 58,4 por ciento.

El gobierno no ha podido en sus casi cuatro de gestión lograr acuerdos con la oposición para realizar reformas importantes en materia de organización económica y política, y sus llamados al diálogo y la concertación no han caído en terreno fértil.

En los primeros cuatro años del actual gobierno no hubo mayoría parlamentaria absoluta de un partido, ni de una coalición.

El historiador del Colegio de México, Lorenzo Meyer, atribuye la falta de acuerdos a la impericia e ineptitud de los operadores del gobierno para negociar con los opositores y así lograr dar, según entiende, continuidad al proceso político que inició en 2000, cuando terminó la era del PRI.

La última encuesta de Reforma concluyó que 40 por ciento de la población cree que el mayor logro del actual gobierno es haber desalojado del poder al PRI.

”La democracia vive en México apenas su adolescencia, pero parece estar envejeciendo rápidamente de la mano de actores políticos”, declaró a IPS el investigador Alfredo Macias, del departamento de estudios sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.

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