El sueño no acabó, al menos para el comisario de Comercio de la Unión Europea, Pascal Lamy, y el canciller brasileño, Celso Amorim, quienes aún creen posible alcanzar antes de fines de octubre un acuerdo de libre comercio entre el bloque europeo y el Mercosur.
Aún es posible llegar a acuerdos, dijo Amorim, tras el encuentro informal que sostuvo en Brasilia con Lamy, quien a su vez precisó que había venido a visitarlo para decir adiós o hasta luego.
Es que Lamy pudo haber tenido su último encuentro el domingo con Amorim en su condición de comisario de la Unión Europea (UE), ya que deja el cargo en noviembre.
Pero ganó el hasta luego, pues ambos funcionarios seguirán protagonizando las difíciles negociaciones que ya se arrastran desde hace nueve años. El temor es que el reemplazo de los comisarios europeos provoque un retroceso en el proceso, con la pérdida del empuje ganado desde el año pasado.
Un cambio en la posición de la UE, aceptando negociar a partir de propuestas completas de ambas partes, había destrabado el diálogo en su oportunidad. Ahora, la insistencia europea en conversar parte por parte llevó al Mercosur (Mercado Común del Sur) a interrumpir las negociaciones a comienzos de agosto.
Las ofertas globales serán presentadas el 20 de este mes, esperándose que en unos 30 días estén superadas las cuestiones pendientes que aún impiden el matrimonio, que sería definido en una reunión ministerial a fines de octubre.
Esta será, por tanto, una semana de preparación de las propuestas que serán claves para el éxito de este esfuerzo que puede ser definitivo. Hasta ahora las ofertas de cada parte no fueron consideradas satisfactorias por la otra.
En términos generales, el Mercosur, que agrupa a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, reclama mejor acceso de sus productos agropecuarios al mercado europeo, sea con aumento de las cuotas o a través de la desgravación más amplia y más rápida, mientras la UE quiere mayores concesiones en inversiones, servicios y compras gubernamentales en estos países del sur americano.
Una prioridad de todos los miembros del Mercosur son la mayor apertura europea para las carnes de vacuno, pollo y puerco, y el arroz, con diferentes grados de interés, señaló a IPS André Nassar, director ejecutivo del Instituto de Estudios de Comercio y Negociaciones Internacionales (ICONE), que orienta el sector brasileño de agronegocios.
Empero, Brasil tiene intereses más amplios, como una gran cuota de alcohol carburante y la desgravación del café soluble, observó. También interesa a este país aumentar la exportación de banano y otras frutas tropicales.
El alcohol, cuya demanda crece en Europa, para adicionar a la gasolina reduciendo la contaminación, entraría en el acuerdo para compensar la ausencia de ofertas para el azúcar, un producto del que Brasil es el mayor exportador mundial y que sufre un proteccionismo generalizado.
Es, por ejemplo, el único bien aún no incluido en el libre comercio del propio Mercosur. Es también el motivo de una queja brasileña ante la Organización Mundial del Comercio, cuestionando los subsidios de la misma UE. El fallo preliminar le dio la razón a Brasil.
La producción de alcohol o etanol en Brasil se hace a partir de la caña, la misma materia prima del azúcar, justificando así la compensación.
Por su parte, a Argentina le interesa particularmente una mayor apertura del mercado europeo a su trigo, maíz y productos lácteos.
En tanto, que el arroz interesa principalmente a Argentina y Uruguay, ya que Brasil es un exportador sólo ocasional de ese alimento.
A su vez, la UE presionó mucho por mayor acceso a sus productos industriales en el Mercosur, para compensar sus ofertas agrícolas. El bloque sudamericano amplió la desgravación en el sector, hasta que sus empresarios industriales reaccionaron, frenando las concesiones, evaluó Nassar.
Entonces los negociadores europeos concentraron sus exigencias en servicios, inversiones y compras gubernamentales. Reclaman un mercado más abierto y garantías para inversiones en telecomunicaciones, transporte marítimo y el sector bancario, además de participación de empresas europeas en las licitaciones para compras públicas.
Todas esas son áreas en que Brasil, el mayor mercado del bloque sudamericano, puede ceder, especialmente según los líderes del agronegocio, que más presionan por el libre comercio con la UE. Pero el gobierno no hizo cuentas, no tiene como evaluar las pérdidas en esas áreas, según Nassar.
El agronegocio brasileño podría ganar de inmediato un incremento de sus exportaciones anuales en 2.500 millones de dólares, estimó el ministro brasileño de Agricultura, Roberto Rodrigues.
En compras gubernamentales, el canciller Amorim declaró que las concesiones no pueden afectar políticas públicas, como en los casos en que las compras buscan, por ejemplo, impulsar la agricultura familiar y el desarrollo rural.
Un reclamo europeo, de que el Mercosur respete las indicaciones geográficas, como los que identifican la champagne y los famosos quesos del continente, es esdrújulo pero negociables, opinó Nassar.
Pero los dos bloques tienen poco más de un mes para superar esas diferencias si desean de hecho firmar el primer acuerdo de libre comercio interregional, que sería también innovador por unir los dos procesos de integración más ambiciosos del mundo.