JAPON-COREA DEL NORTE: El drama del sargento Jenkins

Japón espera ansioso el testimonio ante la justicia militar de un ex sargento estadounidense acusado de deserción, quien podría revelar históricos secretos sobre el secuestro de civiles japoneses por parte de Corea del Norte.

Charles Robert Jenkins, de 64 años, se presentó este mes ante un tribunal castrense estadounidense en Japón luego de haber pasado casi 40 años en Pyongyang. Los cargos: deserción, asistencia al enemigo, alentar a otros a desertar y alentar la deslealtad.

Entrevistado por una revista de Hong Kong, Far Eastern Economic Review, Jenkins aseguró haber huido de Corea del Norte ayudado por su esposa, Hitomi Soga, enfermera japonesa secuestrada en 1978, luego de haber sido obligado a permanecer en ese país contra su voluntad.

Soga regresó a Japón en 2002, luego de que las autoridades norcoreanas admitieron los secuestros ante el primer ministro japonés Junichiro Koizumi.

Jenkins dijo a Far Eastern Economic Review haber pasado sus primeros años en Corea del Norte en condiciones penosas, y que habitó una pequeña vivienda junto con otros tres compañeros de armas, uno de los cuales lo sometía a golpizas permanentes.

También aseguró que la embajada de la hoy disuelta Unión Soviética denegó su pedido de asilo en 1966, y que fue presionado por Pyongyang para rechazar la invitación de Koizumi para que viajara a Japón con él.

La justicia castrense estadounidense podría condenarlo a cadena perpetua, pero Jenkins espera llegar a un acuerdo gracias a su testimonio. Sus abogados anunciaron que se declarará culpable de una de las cuatro acusaciones, pero no aclararon cuál.

Por su parte, Tokio está interesado en la información que pueda aportar sobre el destino de los civiles japoneses secuestrados por Corea del Norte durante la guerra fría y que habrían sido obligados a enseñar lengua y cultura japonesa a espías norcoreanos.

La familia del ex militar afirma que, en realidad, no desertó en 1965 de su puesto en la frontera coreana, como se le acusa, sino secuestrado por el ejército de Corea del Norte y sometido a un lavado de cerebro.

Jenkins y Soga tienen dos hijas nacidas en Pyongyang.

El gobierno norcoreano negó por años la acusación de los secuestros, los que atribuyó a una campaña ideada por los servicios secretos de Corea del Sur.

Pero en septiembre de 2002, como parte de un proceso de acercamiento con Japón, el líder norcoreano Kim Jong Il admitió públicamente que miembros del ejército norcoreano habían raptado a 12 ciudadanos japoneses en los años 70 y 80. Luego aclaró que fueron 13.

Kim Jong Il aseguró que los secuestradores actuaron sin autorización y que fueron castigados. Sin embargo, nunca dio detalles al respecto.

”El juicio a Jenkins es importante para las familias de los secuestrados por Corea del Norte. Están desesperados por obtener más información sobre sus seres queridos”, dijo a IPS el portavoz el Consejo de la Asociación para Rescatar a los Japoneses Secuestrados por Corea del Norte, Shoji Sugino.

”Hay esperanza de que Jenkins revele más datos sobre esos japoneses, y que esta información llegue al gobierno de Japón para que presione a Corea del Norte”, añadió.

También hay gran expectativa por las declaraciones de la esposa del ex militar.

Hace dos años, Koizumi logró que Kim Jong Il autorizara la salida del país de varios civiles secuestrados en los años 70 y 80. Sin embargo, aún se desconoce el paradero de 10 de ellos.

Jenkins, temiendo ser detenido en territorio japonés por agentes de Washington, prefirió dirigirse a Indonesia, país que no tiene tratado de extradición con Estados Unidos. La familia se instaló el 9 de julio en Yakarta.

Luego, el ex militar dijo estar listo para afrontar la acusación, y este mes se presentó en la base militar estadounidense de Zama, cerca de a Tokio, para escuchar las acusaciones y negociar un acuerdo que le permita recibir una pena más indulgente a cambio de su testimonio.

”Jenkins está dispuesto a revelar a Estados Unidos y a Japón sus conocimientos sobre Corea del Norte, donde trabajó como profesor en institutos prestigiosos”, dijo a IPS el periodista Pyong Jin Il, editor del periódico surcoreano Korea Report.

”Pyongyang está furioso por cómo se desarrollan los acontecimientos y tomará, con seguridad, medidas drásticas contra los japoneses que aún permanecen en su territorio”, agregó Pyong.

Por su parte, el analista Maso Okonogi, experto en historia norcoreana y profesor de la japonesa Universidad de Keio, coincidió con Pyong.

”La sola llegada de Jenkins a país endurece la postura norcoreana hacia los japoneses secuestrados. Será mucho peor si habla. Pero todo esto debe ser utilizado para presionar a Corea del Norte”, sostuvo.

Los últimos 40 años de la vida del ex militar son todavía un misterio.

Según el gobierno estadounidense, Jenkins tenía a su cargo parte de la vigilancia de la zona desmilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur, y desapareció en la mañana del 5 de enero de 1965.

Desde entonces casi nada se supo del sargento, a excepción de una breve aparición en una película norcoreana.

El drama de la familia de Jenkins está lejos de terminar, y la opinión pública japonesa está ansiosa por ver si habrá un final feliz en esta historia.

”Todos en Japón esperan que el drama de Jenkins termine rápido y que Estados Unidos perdone a este veterano soldado”, dijo Pyong.

”Jenkins es el esposo de Soga, y por eso es importante que la familia esté unida”, dijo Kanako Saito, una ama de casa de 57 años.

El analista Kim Jun-shuk, de la Universidad de Tokio, sostuvo que si Washington le permite al ex sargento vivir en Japón con su familia enviaría un mensaje positivo a los japoneses y surcoreanos.

”Indicaría que todavía queda algo de compasión en Estados Unidos”, dijo a IPS.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe