JAPON: China obstruye senda al Consejo de Seguridad

China ya inició una silenciosa pero firme campaña contra la pretensión japonesa de ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Beijing cita reiteradamente las limitaciones que tiene Japón en su propia Constitución pacifista, y condena la resistencia de Tokio a reconocer las atrocidades cometidas por su ejército imperial en los años 30 y 40. Así, pone en duda la capacidad de su vecino asiático para integrar ese órgano clave de la ONU.

El Consejo de Seguridad, máximo órgano de seguridad de la ONU, tiene autoridad para imponer sanciones internacionales y aprobar el uso de la fuerza en determinados casos. Está integrado por 15 naciones, de las cuales cinco (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) tienen un puesto permanente con poder de veto, y el resto son rotativas.

Japón, Alemania, Brasil e India, presentaron un pedido para obtener un lugar permanente en el Consejo, y otro para una nación africana. La propuesta es debatida en el marco de la 59 Asamblea General de la ONU, que se realiza hasta el 1 de octubre en Nueva York.

Beijing no ha declarado expresamente su oposición a la postulación japonesa, pero a través de la prensa cuestiona la imagen internacional de su rival histórico.

En los últimos días, una serie de editoriales en los principales periódicos chinos presentaron a Japón como el gran perdedor de la segunda guerra mundial (1939-1945) y por tanto incapaz de responder a eventuales obligaciones para mantener la paz internacional.

"Japón debe cumplir ciertos requisitos. Un país que no ha dejado la carga de su historia no está aún listo para integrar el Consejo de Seguridad" en forma permanente, señaló un editorial del diario en inglés China Daily la semana pasada.

Incluso publicaciones populares como la revista Southern Weekend, de la meridional ciudad de Guangzhou, que en algunos casos ha desafiado la política de Beijing, se sumó a esta campaña recordando las agresiones de Japón a sus vecinos de Asia antes de la segunda guerra mundial.

La revista citó una investigación que elaboran expertos de China, Corea del Sur y el propio Japón sobre la historia moderna de Asia.

"La investigación entró ya en su fase final, y los historiadores de estos tres países coinciden en que la guerra lanzada por Japón (a China) fue una flagrante agresión", indicó Southern Weekend.

La revista condenó la aprobación por parte de Tokio de una serie de libros escolares que omiten las atrocidades cometidas por el ejército imperial japonés, que invadió varios países asiáticos en los años 30 y 40, entre ellos China.

El primer ministro japonés Junichiro Koizumi dijo la semana pasada ante la Asamblea General de la ONU que su país, el segundo mayor donante del foro mundial, debía ocupar un puesto permanente en el Consejo de Seguridad pues tiene un lugar merecido en el escenario internacional.

Pero "el problema de la historia sigue siendo grande, y ahora hay una creciente rivalidad (con China) en el campo económico y político", opinó el analista Stephen MacKinnon, profesor de historia japonesa y china en la estadounidense Universidad del Estado de Arizona.

"Yo sí creo que hay una real resistencia de parte de China a que Japón sea miembro permanente del Consejo de Seguridad. China en este momento está más dispuesta a que ingrese India", dijo MacKinnon a IPS, en una entrevista por correo electrónico.

Japón presiona por su candidatura en momentos en que se debate una reforma del foro mundial.

El Panel de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre Amenazas, Desafíos y Cambios, creado por el secretario general, Kofi Annan, entregará una serie de propuestas en diciembre sobre cómo reformar el organismo para afrontar mejor los nuevos problemas mundiales.

Se espera que una de las recomendaciones sea la ampliación del Consejo de Seguridad.

Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos apoyan la candidatura de Japón, pero China seguramente manifestará su desacuerdo. Pakistán se opuso a la candidatura de India, mientras que Italia lo hizo a la de Alemania y varios países latinoamericanos expresaron reservas con la de Brasil.

La cancillería china no se opuso abiertamente a la candidatura japonesa, pero señaló que Tokio debía reconocer las atrocidades cometidas por su ejército en territorio chino en los años 40.

"La reforma del Consejo de Seguridad de la ONU afecta a los intereses de todas las partes, y hay diferencias entre ellas. Y la decisión se deberá tomar por consenso", señaló la cancillería en un comunicado.

Diplomáticos chinos de alto rango insisten en la deuda histórica de Tokio. El vicecanciller Dai Bingguo lamentó, en una reunión con legisladores japoneses la semana pasada, las reiteradas visitas de Koizumi al memorial de Yasukini, que honra a los soldados japoneses caídos en las guerras de los años 30 y 40.

Funcionarios del gobierno chino suspendieron en 2001 las visitas a Tokio en protesta por los tributos de Koizumi a los miembros del desaparecido ejército imperial.

Japón debe "tomar la historia como guía para afrontar el futuro", dijo el embajador chino en Tokio, Winag Yi, en una reunión con la Asociación por la Amistad Chino-Japonesa.

Hasta ahora, lo único que ha dicho oficialmente el gobierno de China es que comprende las razones de Japón para postularse, pero duda de su capacidad para afrontar ese desafío debido a las limitaciones de su Constitución.

La Carta Magna japonesa, impuesta por Estados Unidos después de la segunda guerra mundial, reduce el uso de la fuerza a la autodefensa, en manos de militares y guardacostas, y prohíbe la salida de tropas del territorio nacional.

Tokio y Washington firmaron en 1951 un acuerdo de seguridad por el cual Estados Unidos instaló bases para defender sus intereses en Asia. Ese pacto dio inicio a la estrecha alianza que aún hoy continúa.

Koizumi está cada vez más interesado en que las Fuerzas de Autodefensa participen en iniciativas de mantenimiento de paz auspiciadas por la ONU, pues sabe que Japón, segunda economía mundial, puede jugar un papel de peso en el escenario internacional.

Actualmente, Japón tiene cerca de 600 soldados en la meridional localidad iraquí de Samawah para colaborar con la ocupación estadounidense, pero sus actividades están restringidas a tareas humanitarias.

Este es el primer despliegue de tropas japonesas con su propia bandera y no dentro de un contingente con pabellón de la ONU.

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