IRAQ-EEUU: De mal en peor

Luego de la temporada de huracanes y de algunas controversias propias de una campaña electoral, Iraq regresa a la portada de los diarios de Estados Unidos. Las noticias son invariablemente malas.

A considerar, algunos títulos del miércoles:

— The Wall Street Journal: ”Funcionarios temen que el aumento de la violencia en Bagdad responda a una creciente coordinación” entre organizaciones insurgentes.

— The Baltimore Sun: ”En Iraq, las posibilidades de elecciones creíbles se desvanecen.”

— The Philadelphia Inquirer: ”La creciente insurgencia podría ser la perdición de los planes estadounidenses en Iraq, dicen analistas.”
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El jueves:

— USA Today: ”Insurgentes en Iraq parecen más poderosos que nunca.”

— The New York Times: ”Inteligencia estadounidense muestra pesimismo sobre el futuro de Iraq: Una guerra civil es considerada posible, y el tono difiere del de las declaraciones públicas.”

Y este viernes:

— Los Angeles Times: ”Bajas mortales estadounidenses en Iraq, al menos 52 este mes.”

— Del mismo periódico: ”Sombras inquietantes sobre el optimismo de Bush.”

— The Chicago Tribune: ”Los marines (infantes de marina) son cada vez más cautelosos, aun ante rostros amistosos.”

Todos estos títulos tienden a confirmar la conclusión del análisis de la revista Newsweek en su última edición: ”Esto es peor de lo que ustedes piensan.”

Ante estas noticias, la insistencia del presidente George W. Bush —”Nuestra estrategia es exitosa”— suena a hueca. La desconfianza al respecto es notoria no solo dentro del opositor Partido Demócrata, sino también entre legisladores del gobernante Partido Republicano.

”Esto va más allá de lo lamentable, más allá de lo embarazoso. Estamos en la zona de peligro”, dijo el miércoles ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado el republicano Chuck Hagel, del estado de Nebraska, quien hace tiempo muestra escepticismo.

De hecho, resulta sumamente difícil encontrar fuera del gobierno o del comando de campaña por la reelección de Bush alguna voz relevante que comparta el optimismo oficial.

Considérese el caso de Michael O'Hanlon, experto en defensa de Brookings Institution y ex funcionario del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, uno entre muchos analistas independientes que consideraba correcta la estrategia gubernamental en Iraq.

”La administración tiene, básicamente, razón al afirmar que el esfuerzo global en Iraq es exitoso. Según los patrones de la guerra contrainsurgente, la mayoría de los factores, no todos, operan a nuestro favor”, dijo O'Hanlon hace apenas 10 meses en una audiencia en el Congreso legislativo.

Esta semana, el experto pintó un panorama muy diferente ante un foro académico. ”Estamos mucho peor de lo que pensamos que estaríamos. No sé cómo revertirlo”, dijo.

La última esperanza de O'Hanlon es que Estados Unidos logre entrenar a suficientes soldados y policías iraquíes en los próximos dos o tres años como para mantener la cohesión del país árabe y permitir la retirada de las tropas ocupantes.

Pero ”una libanización de Iraq también es posible”, admitió.

Mientras, Frederick Barton y Bathsheba Crocker, a cargo de un proyecto del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales que incluye entrevistas a iraquíes para evaluar los avances de la reconstrucción, consideraron que los últimos 13 meses fueron, en general, de retroceso.

El principal de los problemas es la seguridad: en ese sentido, Iraq está en ”la zona de peligro”, consideraron Barton y Crocker.

”Los problemas de seguridad y económicos continúan socavando los esfuerzos” de reconstrucción en salud, educación y gobierno, según un informe publicado la semana pasada por estos dos expertos.

A pesar de una masiva construcción de escuelas y de los proyectos de rehabilitación infantil, cada vez más niños y niñas abandonan los estudios para ayudar a sus familias en la dura tarea de sobrevivir, indica el estudio. Casi la mitad de la fuerza de trabajo iraquí sufre desempleo.

El creciente coro de desesperación en los medios periodísticos comenzó cuando la cifra de muertos en Iraq superó la marca del millar, hace apenas una semana, pocos días después de la brillantemente escenificada Convención del Partido Republicano en Nueva York.

The New York Times publicó entonces un informe presentado en la portada bajo el título ”Estados Unidos admite que los rebeldes controlan regiones de Iraq.”

Desde entonces, varios trabajos periodísticos destacaron la creciente violencia insurgente, que hoy se cobra un promedio de más de 80 ataques contra blancos estadounidenses.

Esta cifra cuadruplica la de hace un año y es 25 por ciento superior a la de hace un par de meses, cuando las tropas ocupantes se enfrentaron con serios levantamientos en el centro sunita y en el sur chiita.

Funcionarios del gobierno pronosticaron que los ataques recrudecerían después de la transferencia a fines de junio de la soberanía de la Autoridad Provisional de la Coalición, dominada por Estados Unidos, al gobierno iraquí interino encabezado por el primer ministro Ayad Allawi.

Pero, como lo destacó The Washington Post desde una de sus portadas de la semana pasada, murieron más soldados estadounidenses en julio y en agosto que en la invasión de marzo y abril de 2003. Los heridos de esos dos meses duplicaron los de la operación del año pasado.

La escalada de violencia insurgente en curso es atribuida por el gobierno de Bush a la intención de descarrillar la organización de las elecciones programadas para enero.

Mientras, Washington afronta un serio dilema. Por un lado, niega que haya áreas iraquíes vedadas a las tropas ocupantes. Por el otro, pretenden reducir las bajas y mantenerlas lejos del público estadounidense, sobre todo cuando faltan menos de dos meses para las elecciones.

Por lo tanto, impusieron la estrategia de bombardear por aire supuestos escondites de insurgentes, una práctica que enfurece a la población civil iraquí.

”No creo que puedas arrasar ciudades y pretender apoyo popular”, observó Barton.

Pero ”ésta es la contradicción clásica de la contrainsurgencia”, explicó a The Philadelphia Inquirer Steven Metz, experto en estrategia de la Escuela Superior de Guerra del Ejército estadounidense.

”En el largo plazo, ganarse al pueblo importa más. Pero en lo inmediato, debes obviar eso y aplastar a los insurgentes. Ahora estamos tratando de resolver si hemos alcanzado ese objetivo. En Vietnam esperamos demasiado tiempo”, sostuvo Metz.

Analistas independientes y de las fuerzas armadas de Estados Unidos creen que la insurgencia aumentó de 5.000 combatientes hace un año a por lo menos 20.000 ahora.

Las autoridades han manifestado que se trata de ”recalcitrantes” seguidores del hoy preso ex presidente Saddam Hussein, combatientes islámicos extranjeros y delincuentes.

”El balance, en este momento, es que estamos perdiendo la guerra”, dijo el coronel retirado Andrew Bacevich, de la Universidad de Boston, según la edición del jueves de USA Today.

”Esto no significa que ya hayamos perdido, pero estamos perdiendo. Y, como observador, me resulta difícil percibir si el liderazgo civil o el militar tienen alguna idea plausible de cómo revertir la situación.”

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