En cualquier lugar del mundo, un grupo de partidos que logre 58,6 por ciento de los votos se habría ganado el derecho a festejar en la noche de las elecciones. Pero esa regla no corre en la región china de Hong Kong.
Un político que quemó la bandera de China en público y cargó un ataúd por las calles para conmemorar la masacre de 1989 en la plaza Tiananmen de Beijing ocupará un escaño en el parlamento local de Hong Kong, según el resultado de las elecciones legislativas del domingo.
La sorpresiva victoria de Pelo Largo Leung Kwok Hung aderezó la tibia victoria prodemocrática, en una jornada que también resultó, paradójicamente, positiva para los sectores afines a Beijing en esta región administrativa especial china.
El porcentaje de ciudadanos que acudieron a las urnas no tiene precedentes: 55 por ciento de los 3,2 millones de habilitados para el voto.
Los demócratas de esta ex colonia británica, devuelta a China hace siete años, aguardaban un resonante triunfo luego de que lograran convocar en las calles a medio millón de personas el 1 de julio, en demanda de respeto al principio de sufragio universal.
Y, si bien obtuvieron 58,6 por ciento de los votos, no alcanzaba para festejar.
Los sectores prodemocráticos obtuvieron el domingo 58,6 por ciento de los votos, con lo cual conquistaron apenas 25 de los 30 escaños del Consejo Legislativo en disputa, solo tres más de los que ocupaban desde las elecciones de 2000 y mucho menos de los 30 que esperaban.
Para peor, los puestos del Partido Demócrata, sector que encabeza el campo democrático, cayeron de 12 a nueve. El sector fue superado por dos partidos pro-Beijing: la Alianza Democrática y el Partido Liberal.
La ciudadanía elige por voto secreto a la mitad de los 60 miembros del Consejo Legislativo, el miniparlamento regional. La restante mitad representa a menos de 200.000 empresarios, profesionales y políticos que, en general, favorecen las posiciones del gobierno chino.
Por otra parte, la modalidad de representación aplicada en las elecciones favorece a las minorías, que representan, en general, las posiciones de Beijing.
Los prodemócratas también reclaman la elección por sufragio popular y directo del jefe del gobierno de la región administrativa especial.
Quien ocupa hoy el cargo, el empresario Tung Chee-hwa, fue seleccionado por un comité designado, en su mayor parte, por Beijing. El gobierno chino advirtió que su sucesor será elegido del mismo modo dentro de tres años. Tung también designa a los miembros de su gabinete. Por lo tanto, los votantes no tienen voz en las decisiones del Poder Ejecutivo.
Los demócratas esperaban que el domingo fuera el día en que los reclamos por libertad electoral acallados por Beijing se convertirían en un grito al que no se podría ignorar más.
En cambio, la jornada podría ser recordada como aquella en que terminó de morir el sueño de un futuro democrático para Hong Kong.
El líder del Partido Demócrata, Yeung Sum, había considerado los comicios como un referendo sobre la democracia. La ciudadanía de Hong Kong respondió dejando claro que, al margen de las protestas masivas, su deseo de elecciones libres es, por lo menos, ambiguo.
Luego de una tensa campaña marcada por acusaciones de juego sucio y de interferencia del gobierno central chino, el campo pro-Beijing se congratuló del resultado electoral.
El pueblo de Hong Kong demostró que es el amo de su propio hogar, declaró la Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao del gobierno chino.
El delegado de esta región al Congreso Nacional del Pueblo, Peter Wong, afirmó que los resultados demostraron que no habrá una precipitada ráfaga que empuje a la antigua colonia hacia la democracia.
Debemos pasar por un proceso de aprendizaje sobre qué significa la democracia y el sufragio universal. El público de Hong Kong en general aún no tiene un entendimiento pleno de esos dos términos, dijo Wong.
Entonces, ¿en qué se equivocaron los demócratas? ¿Por qué fueron incapaces de traducir la pasión del medio millón de manifestantes del 1 de julio en una victoria arrasadora que habría obligado a China a escucharlos?
La derrotada candidata prodemócrata Cyd Ho atribuyó el resultado al complejo sistema de representación proporcional, que, según los críticos, está diseñado para impedir que cualquier partido logre dominar el tablero político.
Los seis escaños disputados en el distrito de Cyd Ho se dividieron en mitades iguales, a pesar de que los prodemócratas obtuvieron 200.000 votos y los candidatos pro-Beijing lograron apenas 140.000.
Otros dirigentes prodemócratas también acusaron a China de entrometerse en la elección, incluso con el arresto en agosto, en una localidad cercana a Hong Kong, de un candidato del Partido Demócrata por contratar a una prostituta.
Alex Ho fue condenado a seis años de trabajos forzados, sin juicio y sin derecho a asistencia de un abogado. Su humillación fue completa cuando la policía china publicó, tres días antes de las elecciones, fotos de su detención en que aparecía casi desnudo.
La organización de derechos humanos Human Rights Watch, con sede en Nueva York, acusó a China de agresiva interferencia en los asuntos de Hong Kong y de entablar un matrimonio por conveniencia con mafiosos y pandilleros que intimidaron a conductores de programas radiales que difundían opiniones contra Beijing.
Pero muchos demócratas, incluido el candidato victorioso Lee Cheuk Yan, formularon una autocrítica. Los que marcharon el 1 de julio estaban con nosotros, pero la lección es que debemos ganarnos el apoyo de todo el pueblo de Hong Kong, dijo Lee a IPS.
Los prodemócratas dieron el triunfo por descontado tras la manifestación de julio, sostuvo el director del Instituto de Investigaciones Políticas de Hong Kong, Lawrence Ho.
Quedó de manifiesto la 'sofisticación' de los votantes de Hong Kong. Eligen sobre la base de la calidad del candidato, no solo por su pertenencia partidaria, explicó Ho.
Ahora, Pelo Largo Leung deberá decidir si rompe el férreo código de vestimenta del Consejo Legislativo asistiendo a su primera sesión con su habitual camiseta, adornada por la efigie del guerrillero latinoamericano Ernesto Che Guevara.
¿Por qué no?, inquiere Leung, quien en el pasado sufrió arresto por interrumpir discursos en el recinto donde ahora ocupará una banca. Todos los legisladores tienen libertad de expresión, así que no pueden impedirme que me vista como yo quiera. (