Tres años de guerra contra el terrorismo menguaron la apetencia de ciudadanos y líderes de Estados Unidos por los compromisos militares unilaterales, afirmó este martes un influyente gabinete de expertos.
La nueva encuesta del Chicago Council on Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores de Chicago), la última de una serie cuatrienal iniciada en 1974, reveló que fuertes mayorías del público en general y de grupos de elite rechazan los principios de seguridad nacional enunciados por el presidente George W. Bush desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
Aunque creen que Washington debe tener un papel activo en los asuntos internacionales, más de tres de cada cuatro encuestados rechazan la idea de que Estados Unidos deba ejercer la función de policía mundial y cuatro de cada cinco opinan que el gobierno de Bush se excede en ese papel.
El Chicago Council seleccionó al azar 1.200 miembros del público y 450 legisladores, funcionarios de gobierno, académicos y líderes religiosos, sindicales y empresariales, a los que entrevistó en la segunda semana de julio.
Abrumadoras mayorías del público y de la elite creen que la lección más importante del 11 de septiembre es que Estados Unidos precisa trabajar más estrechamente con otros países para combatir el terrorismo, en lugar de actuar por cuenta propia.
Mayorías similares rechazaron la idea de Bush de la guerra preventiva. Sólo 17 por ciento del público y 10 por ciento de los líderes entrevistados opinaron que ese tipo de guerra se justifica si el otro país adquiere armas de destrucción masiva que podrían usarse contra ellos en algún momento.
Cincuenta y tres por ciento del público y 61 por ciento de los líderes dijeron que la guerra sólo se justificaría si existen sólidas pruebas de que el país está en peligro inminente de un ataque. Para 25 por ciento de ambos grupos, la guerra se justifica únicamente si el otro país ataca primero.
El Chicago Council realizó su última encuesta en 2002 y debía realizar la siguiente en 2006, pero decidió adelantarla debido a la gran importancia que las cuestiones de política exterior tienen ahora en la vida política de Estados Unidos y a las elecciones presidenciales del próximo noviembre, explicó Marshall Bouton, presidente de la institución.
Aunque el terrorismo y otras amenazas a la seguridad todavía tienen fuerte presencia en la mente de los ciudadanos, ahora hay una menor sensación de amenaza, en comparación con 2002, cuando el terrorismo encabezaba la lista de cuestiones de política exterior que más preocupaban al público.
Según la última encuesta, la protección de los empleos estadounidenses es el objetivo de política exterior citado con más frecuencia por el público (78 por ciento de los entrevistados lo consideraron muy importante), seguido por la prevención de la proliferación de armas nucleares (73 por ciento) y el combate al terrorismo internacional (71 por ciento).
Para el grupo de elite, en cambio, la no proliferación nuclear y el terrorismo encabezan la lista, mientras la protección del empleo se sitúa en el octavo lugar de 14 opciones.
En cuanto a las amenazas críticas, 75 por ciento de los encuestados del público seleccionaron al terrorismo internacional, 10 puntos porcentuales menos que en 2002. Dos de cada tres eligieron las armas de destrucción masiva (17 puntos menos que en 2002), y el porcentaje de casi todas las otras amenazas citadas en la encuesta se redujo en forma sustancial.
Así, el fundamentalismo islámico, que era considerado una amenaza crítica por 61 por ciento del público en 2002, sólo fue elegido por 38 por ciento del público este año, mientras el crecimiento de China como potencia mundial, seleccionado por 51 por ciento de los encuestados en 2002, fue la opción de apenas 33 por ciento del público en la última encuesta.
La importancia de esos asuntos de política exterior en general también se redujo para los encuestados de elite, que ahora conceden más importancia a la lucha contra el hambre mundial, la seguridad en el suministro de energía, la mejora del medio ambiente y, más sorprendente, el aumento del nivel de vida en los países menos desarrollados.
Además, 40 por ciento de los líderes consideran en la actualidad que el fortalecimiento de la Organización de las Naciones Unidas es un objetivo muy importante de la política exterior estadounidense, frente a 12 por ciento en 2002.
Mientras, el porcentaje de la elite que consideraba un objetivo muy importante el mantenimiento de la supremacía mundial cayó de 52 a 37 por ciento en 2004. Se trata de la primera vez que esa proporción es minoritaria desde que el Chicago Council comenzó a plantar esa pregunta, en 1994.
El apoyo al mantenimiento de bases militares en el exterior también está en caída, en particular en zonas críticas como Medio Oriente y países vinculados con actividades terroristas.
Más de dos tercios del público y de los líderes coinciden en que Estados Unidos debería retirarse de Iraq si una clara mayoría del pueblo iraquí manifiesta su voluntad en ese sentido.