La polarización política de Estados Unidos parece haber llegado a su cenit dos meses antes de las elecciones presidenciales del 2 de noviembre.
Cientos de miles de personas protestan desde la última semana en las calles de Nueva York, donde la Convención Nacional del gobernante Partido Republicano está reunida para proclamar al presidente George W. Bush a la reelección.
Mientras, crece en todo el país la oposición a la presencia estadounidense en Iraq, al punto de que muchos ahora se preguntan si también el candidato del opositor Partido Demócrata, John F. Kerry, tendrá que pagar un precio por haber respaldado la invasión.
Este jueves, la Convención Republicana parecía desarrollarse en otro planeta. El lugar del encuentro, el recinto deportivo Madison Square Garden, está rodeado por un operativo de seguridad sin precedentes.
Mientras manifestantes entonaban fuera del lugar consignas contra el mandatario, dentro la Convención el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani proclamaba ante los simpatizantes del gobernante: Gracias a Dios por el presidente Bush.
A estas alturas, la carrera por la Casa Blanca parece una de las más parejas e intensas en la historia reciente. Bush aventaja a Kerry por uno o dos puntos porcentuales en las últimas encuestas.
Los candidatos ahora luchan a brazo partido para convencer al pequeño grupo de indecisos, la mayoría de ellos en los denominados estados oscilantes, donde el margen entre demócratas y republicanos fue menor a 10 puntos porcentuales en las últimas elecciones.
Bush triunfó en los comicios de 2000 por un estrecho margen sobre el demócrata Al Gore, quien obtuvo la mayoría de los votos pero no superó el sistema electoral indirecto. El resultado se definió tras un polémico recuento de votos en el sudoriental estado de Florida, en que intervino incluso la Corte Suprema de Justicia.
Las últimas encuestas demuestran que poco más de la mitad de los entrevistados creen que no valía la pena ir a la guerra en Iraq, y que 58 por ciento de la población piensa que Bush no tiene una clara estrategia en ese conflicto.
Poco más de la mitad cree que Kerry puede manejar mejor que Bush la situación en Iraq, pero el republicano aventaja al demócrata cuando se pregunta quién es el más apto para llevar adelante la guerra contra el terrorismo.
Sin embargo, algunos sostienen que estos números no reflejan el pensamiento de muchas personas opuestas a la guerra que preferirían a un candidato independiente como Ralph Nader, quien obtuvo tres millones de votos en los comicios de 2000.
Nader ya anunció que de llegar a la Casa Blanca retirará las tropas estadounidenses de Iraq.
Yo conozco a muchísimas personas, incluso en los 'estados oscilantes', que bajo ninguna circunstancia votarían a Kerry a menos que se oponga abiertamente a la guerra, dijo el presidente del Programa de Estudios de Paz y Justicia de la Universidad de San Francisco (oeste), Stephen Zunes.
Además, el apoyo de Kerry a la política anexionista y colonialista del derechista primer ministro de Israel, Ariel Sharon, en Cisjordania, así como sus críticas a la Corte Internacional de Justicia y su apoyo a la transferencia de armas a gran escala a violadores de derechos humanos demuestran que su respaldo a la invasión de Iraq no fue sólo un desvío, señaló.
Su agenda militarista y de derecha ha alienado tanto al Partido Demócrata que hasta podría costarle la elección, alertó Zunes.
Kerry acusa a Bush de haber engañado al Congreso legislativo y a toda la nación cuando presionó para invadir Iraq, pero todavía sostiene que no se arrepiente de haber votado en el Senado a favor de la autorización al jefe de Estado para iniciar la guerra.
El candidato demócrata ya anunció que si es elegido presidente buscará un más amplio respaldo internacional en la ocupación de Iraq, incluso con la colaboración de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, pero dejó en claro que no replegará las tropas estadounidenses.
Es cierto que los opositores a la guerra se sienten incómodos con algunas posturas de Kerry, pero el deseo de sacar a Bush de la Casa Blanca es tan grande que muchos se inclinarán por el demócrata, señalan analistas.
Lo que espero es que los que respaldan a Kerry luego no se cambien a Bush debido a la postura del demócrata sobre la guerra en Iraq, señaló la abogada y periodista Chris Brauchli.
Los republicanos se esforzaron por presentar una imagen moderada en su Convención, e invitaron a oradores que defienden los derechos de los homosexuales y el aborto, pese a que el partido se opone a los matrimonios entre personas del mismo sexo y a que Bush respalda la política de promoción de la abstinencia alentada por cristianos conservadores.
Estos asuntos, así como la guerra, serán los factores decisivos el 2 de noviembre.
El avance de la derecha religiosa en el corazón de la política estadounidense es tan rechazada por muchos como la política exterior de Kerry. Incluso, la gente está descubriendo los vínculos entre ambas cosas, afirmó la politóloga Ananya Mukherjee Reed, del Colegio York de Toronto, Canada.
Algunos creen que Kerry cometería un gran error táctico si da por sentado que obtendrá el voto de los más fuertes opositores a Bush.
Kerry busca con avidez obtener más respaldo del centro, pero a la vez arriesga el apoyo de los progresistas, la mayoría de los cuales ya están hartos del predominio de los partidos Demócrata y Republicano, señaló el periodista Roger Smith, profesor en el Colegio Ithaca de Nueva York.
El Partido Demócrata nunca ha permitido, en toda su historia, que se haga una suerte de referendo sobre una guerra nominando a un candidato pacifista, dijo Smith.