Tanto Brasil como Japón desean un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, y para lograrlo se prestarán apoyo mutuo, dice un comunicado firmado por el primer ministro japonés Junichiro Koizumi y el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
La visita a Brasil de Koizumi, concluida este jueves en Brasilia, reactiva las relaciones entre dos países que comparten muchos intereses.
La ampliación del Consejo de Seguridad del foro mundial —del que sólo cinco potencias son miembros permanentes y disponen de poder de veto— es necesaria para que el organismo tenga más credibilidad, argumentó Koizumi.
El apoyo mutuo para reformar las instituciones de la ONU y adecuarlas a las necesidades actuales es natural, ya que tanto Brasil como Japón defienden principios idénticos de paz, democracia y derechos humanos, señaló Lula.
Las potencias con derecho a veto son China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia.
El máximo cuerpo en cuestiones de seguridad global de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) sufrió un serio descrédito en marzo de 2003, cuando Estados Unidos lanzó una guerra contra Iraq sin su consentimiento.
Brasil y Japón comparten también preocupaciones ambientales, particularmente respecto del cambio climático, y se proponen intensificar su cooperación. Brasilia y Tokio desean que entre en vigor el Protocolo de Kyoto que establece reducciones de los países industriales en sus emisiones de gases que recalientan la atmósfera.
Brasil es, por otra parte, el país más japonés fuera de Asia. En casi 180 millones de habitantes, más de 1,2 millones son inmigrantes japoneses o sus descendientes, los nikkeis.
El centenario del inicio de ese flujo migratorio se cumplirá en 2008, para cuando se prevén diversas celebraciones. Koizumi y autoridades brasileñas debatieron este asunto y decidieron declarar 2008 como el Año del Intercambio Brasil-Japón.
Una de las conmemoraciones será la Muestra de Arte Japonesa en Brasil, se acordó.
Koizumi inició su visita de tres días en la meridional ciudad de Sao Paulo, donde se concentran los nikkeis. Su encuentro con la comunidad japonesa, el miércoles, lo emocionó hasta las lágrimas. Allí se pudo reunir con un primo y amigo de infancia que decidió emigrar a Brasil 50 años atrás y ya se considera brasileño.
El flujo migratorio se invirtió en los años 80, cuando la economía del país sudamericano entró en un estancamiento que se prolongó hasta este año.
Cerca de 270.000 brasileños de origen japonés hicieron el camino inverso al de sus padres, y trabajan actualmente en la nación asiática de más de 120 millones de habitantes. Son los llamados dekaseguis, que envían miles de millones de dólares cada año a Brasil, soñando con volver y abrir un negocio con sus ahorros. = 09170120 ORP010 NNNN ZCZC ORP011 QD SERVESP= LA AP IP IF BR ROMAIPS BRASIL-JAPON: De la mano al Consejo de Seguridad(2-E)
La visita de Koizumi busca revitalizar las relaciones bilaterales, especialmente el comercio que declinó en los últimos años. Japón era el cuarto mayor mercado importador de productos brasileños en 1997, y cayó al séptimo lugar el año pasado.
El flujo comercial, que era de 6.600 millones de dólares en 1997, bajó a 4.800 millones en 2003, según datos oficiales brasileños.
La compra japonesa de alcohol carburante abre perspectivas inmediatas de un aumento de las exportaciones brasileñas. Japón decidió mezclar tres por ciento de etanol en su gasolina para reducir la contaminación, inaugurando un nuevo y gran mercado del que Brasil será un proveedor natural.
Pero Brasil quiere más que comercio. Pretende ser, como en épocas pasadas, el destino preferencial de las inversiones y los conocimientos japoneses, dijo Lula. En los últimos años el capital de ese origen se hizo escaso en este país.
La recuperación económica en ambas partes favorece el intercambio y las inversiones, sostuvo el presidente brasileño. Los dos gobiernos decidieron crear un Consejo Brasil-Japón para el Siglo XXI, destinado a promover los vínculos bilaterales.
Koizumi declaró en Sao Paulo su intención de intensificar las relaciones económicas con toda América Latina, como región proveedora de recursos minerales, energéticos y alimentarios, de los que su país carece, observó.
Por eso Japón está invirtiendo 4.600 millones de dólares en proyectos de infraestructura latinoamericana, buena parte destinada a la integración física de los países.
Pero será en México, este viernes, donde Koizumi protagonizará el gesto más fuerte y novedoso para la región. El gobernante firmará el primer acuerdo de libre comercio de Japón con un país latinoamericano, abriendo su mercado de un modo sin precedentes a los productos agrícolas y pesqueros mexicanos. (