REFUGIADOS-JAPON: Kurdos desesperados no se rinden

Hace casi 50 días que un grupo de kurdos cansados de esperar durante años que Japón les conceda asilo se instalaron en carpas frente a la sede de ACNUR en esta capital. No han obtenido resultados, pero tampoco se rinden.

”No hay otra cosa que podamos hacer. Es nuestra única esperanza”, expresó Ahmet Kazankiran, con voz ronca y los ojos enrojecidos, después de pasar varias noches en vela sobre el piso de cemento con su familia y otra familia kurda, que tiene un niño de dos años.

El grupo reclama que ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) los ayude a obtener el asilo o inste al gobierno de Japón a que los reubique en un tercer país dispuesto a aceptar su solicitud.

Kazankiran, sobre quien pesa una orden de deportación del Ministerio de Justicia, y Erdal Dogan, otro de los manifestantes, afirman que si son enviados de vuelta a Turquía los ejecutarán por sus actividades a favor de la independencia de los kurdos en el sudeste de ese país.

Los kurdos, de religión musulmana, son una nación sin tierra propia. Cerca de 12 millones viven en el sudeste de Turquía, cinco millones en Iraq, un millón en Irán y menos de un millón en Siria. También hay pequeñas comunidades kurdas en Kirguistán, Azerbaiyán y Rusia.

El grupo étnico kurdo fue el único del antiguo Imperio Otomano que no se reagrupó en un estado nacional luego de la caída de ese imperio, tras la primera guerra mundial.

Para los países que albergan comunidades kurdas, y en particular para Turquía, el nacionalismo y las ambiciones independentistas de los kurdos siempre han sido una amenaza para la seguridad e integridad territorial.

Turquía sólo se les reconoció el derecho al uso y enseñanza de idioma en 2002, como consecuencia de la presión de la Unión Europea para considerar la admisión del país como miembro del bloque en el futuro.

La desesperación de los kurdos que acampan frente a ACNUR en Tokio crece a medida que pasa el tiempo sin señales de ayuda de las autoridades.

Kazankiran, de 48 años, fue llevado al hospital la semana pasada con síntomas de fatiga aguda. Su hijo Mustafá contó que todos están afectados por las malas condiciones de vida, durmiendo apenas dos o tres horas por día y sin poder bañarse.

”Desde que empezamos nuestra protesta, la única respuesta que tuvimos fue que salgamos de acá lo antes posible. Esto es insoportable”, dijo Mustafá.

Funcionarios locales de ACNUR se han negado a responder preguntas de los periodistas, pero emitieron un comunicado de prensa la semana pasada en que exhortaron a Tokio a asistir a los solicitantes de asilo y expresaron preocupación por el estado de salud de los niños del grupo, al que se incorporó un kurdo de origen iraní.

”No somos esclavos. Somos refugiados y tenemos derechos”, manifestó Dogan, de 30 años, que también acampó frente a las oficinas de ACNUR junto con su familia.

El gobierno sostiene que Dogan desea permanecer en Japón por motivos económicos. El Ministerio de Justicia publicó un informe, basado en una investigación de funcionarios japoneses en Turquía, que demostraría esa intención.

Por otra parte, grupos de defensa de los derechos humanos criticaron la posición del gobierno hacia los refugiados.

Entre 1982, cuando Japón se adhirió a la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, y 2002, casi 2.800 extranjeros solicitaron ese estatuto, pero sólo 298 lo obtuvieron. La tasa de aprobación se redujo más el año pasado, cuando se otorgaron sólo 11 de 336 solicitudes.

La proporción es aún peor para los turcos que piden asilo, 90 por ciento de los cuales son kurdos, según activistas. En los últimos cinco años, el gobierno no aprobó ninguna de las 330 solicitudes presentadas por turcos.

En ese sentido, Japón está muy atrás de países industrializados de Occidente. Estados Unidos y Gran Bretaña aceptan unos 40.000 refugiados por año, mientras Alemania recibe 20.000.

”La situación de estos kurdos ilustra la fría recepción que tienen los refugiados en Japón. Queda mucho por hacer en apoyo de sus necesidades psicológicas y financieras”, señaló Eri Ishikawa, portavoz del Centro de Apoyo a los Refugiados, un grupo que ofrece ayuda humanitaria a los solicitantes de asilo.

El grupo vigila ahora la situación de los kurdos manifestantes en Tokio, les ofrece alimentos y medicamentos.

”Estamos preocupados por su salud, que se deteriora con el calor agobiante del verano. Estamos a la orden las 24 horas”, declaró Ishikawa. (

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