América Latina y Estados Unidos no pueden ser indiferentes al referendo de este domingo en Venezuela, que decidirá si Hugo Chávez es ratificado o revocado como presidente, por el creciente peso de la política internacional y el apoyo de las izquierdas del hemisferio al carismático ex comandante de paracaidistas.
Una victoria de Chávez indudablemente animará la alianza que él impulsa con los gobiernos de Argentina, Brasil y Cuba, así como a los movimientos políticos y sociales de izquierda en toda la región, dijo a IPS María Teresa Romero, docente de Relaciones Internacionales en la Universidad Central de Venezuela.
Chávez reivindicó en su última conferencia de prensa antes de someterse al referendo las alianzas estratégicas tejidas con Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, estados del mar Caribe y socios en la Organización de Países Exportadores de Petróleo.
Pero no tenemos ningún plan de exportar nuestra revolución. Cambios como los que hemos visto en Argentina y Brasil, o en Bolivia, son producto de las luchas de sus propios pueblos y no de ninguna influencia de Chávez, subrayó.
Sin embargo, movimientos como los Sin Tierra y el gobernante Partido de los Trabajadores de Brasil, los piqueteros de Argentina e izquierdistas de Bolivia, Colombia, El Salvador o México respaldan abiertamente a Chávez y producen declaraciones y actos en su apoyo con motivo del referendo.
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Una victoria del No (que ratificaría a Chávez) animaría a todos esos movimientos, pero las relaciones con los países y los bloques regionales se mantendrían esencialmente iguales si triunfa el Sí (revocar a Chávez), según Romero.
El cambio más visible si la actual oposición reemplaza a Chávez sería un nuevo acercamiento con la Comunidad Andina de Naciones (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), abandonada por el presidente para integrar su país al Mercado Común del Sur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), estimó la especialista.
Chávez aboga por un mundo multipolar, teje alianzas estratégicas con China, Irán y Rusia, y envía constantes señales al nuevo gobierno socialista de España, en tanto es un fervoroso abanderado de construir desde América del Sur una alternativa a la propuesta Area de Libre Comercio de las Américas, que impulsa Washington.
Pero este es apenas uno de los dolores de cabeza que un Chávez fortalecido representa para Estados Unidos. El mandatario venezolano tiene un proyecto de revolución continental que choca con la noción de seguridad global que tiene Washington como prioridad desde el 11 de septiembre de 2001, dijo a IPS el politólogo Alberto Garrido.
Constantemente, desde hace casi tres años, Caracas y Washington discrepan en el manejo de temas de seguridad global, como el Plan Colombia contra el narcotráfico y la guerrilla en ese país vecino y la lucha contra el terrorismo o las invasiones estadounidenses de Afganistán e Iraq tras los atentados del 11 de septiembre contra Estados Unidos.
Otra antipatía surge por la amistad entre Chávez y el presidente de Cuba, Fidel Castro, quien este viernes aseguró: No tengo ninguna duda de la victoria del mandatario sudamericano, que impulsó varios acuerdos entre los que destaca el suministro a la isla, en condiciones de cooperación, de 53.000 barriles diarios de petróleo.
Estados Unidos también ha criticado al gobierno de Chávez en materia de derechos humanos —especialmente por su enfrentamiento con los medios de comunicación privados— y Caracas acusa a la administración de George W. Bush de financiar y sostener políticamente a sus opositores, tanto golpistas como demócratas.
El gobierno estadounidense, el presidente Bush, el imperialismo y el neoliberalismo salvaje son el diablo y el verdadero jefe de la oposición venezolana, repitió Chávez durante las semanas de campaña que precedieron a este referendo.
Chávez culpa a Estados Unidos —y al derechista ex presidente del gobierno español José María Aznar— de haber respaldado a los militares y empresarios que lo derrocaron brevemente en abril de 2002, acusación que Washington niega en el marco de su defensa del sistema democrático interamericano.
Sin embargo, al criticar la política exterior de Bush, su rival del Partido Demócrata para las elecciones presidenciales de noviembre, John Kerry, le enrostró haber dado señales que animaron a los golpistas que actuaron contra Chávez.
Pero el otro factor a considerar es que Venezuela es uno de los cuatro grandes abastecedores de petróleo de Estados Unidos, con más de 1,5 millones de barriles por día (entre 13 y 15 por ciento de las importaciones estadounidenses) y, al mismo tiempo, es asiento de inversiones de la potencia norteamericana en hidrocarburos y otras áreas.
Operadores en los mercados petroleros enviaron una señal en los últimos días, al notar avances de Chávez en las encuestas: será mejor para la estabilidad de los precios si el mandatario se sostiene en el poder, pues turbulencias en el quinto exportador mundial de crudo pueden agregar más dólares al ya inflado precio del barril.
Si el petróleo fluye y los inversores estadounidenses están contentos, esta administración no hará gran cosa contra el mandatario venezolano, dijo a IPS en Washington Michael Shifter, experto de la organización Diálogo Interamericano, porque lo que Estados Unidos quiere sobre todo es estabilidad.
Para Romero eso dependerá de cómo sea la victoria de Chávez, en el supuesto de que la logre. Si es incontrovertible y así lo indican las misiones de la OEA (Organización de Estados Americanos) y el Centro Carter para la Paz, Washington deberá relacionarse con Caracas en otra tónica. Por eso no entiendo las trabas puestas a esa observación por parte del poder electoral.
El referendo, de cualquier modo, es una prueba democrática a superar por América Latina. Venezuela es un problema para todos los países de la región, porque Chávez ha tenido un protagonismo muy grande, y ahora se puede empezar un proceso más conciliador, más democrático y estable, opinó Shifter.
