Amado por una parte de su pueblo y odiado por otra, el ex comandante de paracaidistas Hugo Chávez, de 50 años, ha movilizado de un modo sin precedentes a la ciudadanía de Venezuela, que dirá este domingo si lo mantiene o no en la presidencia.
"Estamos dispuestos a dar la vida por él. Por primera vez en 200 años un presidente de verdad se preocupa por los pobres", dice a IPS Arnaldo Ríos, maestro jubilado de 64 años, que trabaja en un pequeño expendio de víveres en el suroeste caraqueño. "Si Chávez desaparece, otro seguirá el camino", añade convencido.
En cambio, Rosa Centeno, secretaria ejecutiva en una empresa de telecomunicaciones, opina que Chávez "es lo peor que hemos tenido, dividió a los venezolanos, es la causa de que hayan cerrado muchas empresas y hay que salir de él por cualquier vía, el referendo si no hay otra".
Centeno participa de un grupo de "Voluntarios por el Sí" a revocar el mandato del presidente. Ríos busca votos para el "No" como parte de la "Unidad de Batalla Electoral".
Analistas políticos y encuestas coinciden en que el referendo de este domingo puede ser una movilización electoral única, si acuden a las urnas 10 o más millones de votantes, de un padrón electoral que pasó de 12 a 14 millones de inscritos en pocos meses, un indicador de la voluntad de participar.
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Sobre ese terreno mineralizado por una larga crisis política —incluidos un golpe de estado y una huelga general de 63 días en 2002 y 2003—, Chávez ha lanzado una ofensiva tan contundente que la oposición, otrora dueña de la calle con gigantescas marchas, apuesta ahora porque sea un voto oculto el que le conceda la victoria.
El 3 de junio, apenas dos horas después de que el poder electoral anunció la celebración de la consulta en la que arriesga su mandato, Chávez asumió el comando de su campaña y por televisión comunicó a sus seguidores las líneas principales de la "nueva batalla de Santa Inés".
A continuación multiplicó sus apariciones públicas y disertaciones, con largas explicaciones dirigidas a las personas de condición humilde. Como todo un "showman", habla y canta con voz bien timbrada, cuenta anécdotas de su infancia, de su vida cuartelaria y de sus viajes como presidente, bromea, recita y hasta baila.
"Es mucho mejor candidato que presidente. En realidad, es extraordinario, por su formidable capacidad para conectarse con el público", comentó a IPS el analista Luis León, simpatizante de la oposición y director de la consultora Datanálisis.
León sostuvo durante muchos meses que ante el referendo Chávez llamaría a la abstención.
Como el voto no es obligatorio en Venezuela, para revocarlo la oposición se veía así forzada a reunir más que los 3.757.763 sufragios que obtuvo Chávez cuando fue elegido en 2000. Pero el mandatario optó por medir fuerzas.
"Eso lo deja como un líder que encara el desgaste de cinco años de gestión y acepta medirse sabiendo que debe obtener más de la mitad de los votos. ¿En qué país se ve una prueba semejante?", preguntó a IPS el dirigente oficialista Samuel Moncada.
Durante años, la oposición venezolana y gobiernos como el de Estados Unidos dijeron hasta el cansancio que Chávez eludía el referendo para no dar cuenta de su verdadero respaldo.
Incluso la huelga de diciembre de 2002 y enero de 2003, que paralizó la industria petrolera y dejó pérdidas por 10.000 millones de dólares, se convocó en apoyo a un referendo meramente consultivo sobre su permanencia en el cargo.
Pero Chávez mismo enunció su estrategia la noche del 3 de junio: "Hemos hecho como el general Zamora y atrajimos al adversario a una nueva batalla de Santa Inés".
La batalla de Santa Inés, durante la Guerra Federal (1859-1864), fue una pieza maestra de táctica militar en la cual el ejército campesino que seguía al caudillo liberal Ezequiel Zamora, admirado por Chávez, derrotó al del gobierno conservador.
Zamora dejó que sus huestes fueran perseguidas por el ejército rival haciéndole creer que sólo huía, y el 10 de diciembre de 1859 le plantó batalla en la llanura de Santa Inés (suroeste de Venezuela) estableciendo cuatro líneas de defensa con trincheras.
Una a una, entregó las cuatro líneas al adversario al precio de muchas bajas, y cuando los conservadores llegaron a la última, Zamora sorprendió con una reserva que se abalanzó contra el enemigo y le infligió una derrota contundente.
Como si la imagen de Santa Inés no bastase, Chávez bautizó su campaña para el referendo "Misión Florentino", con base en una leyenda de las llanuras recogida y cantada en forma de coplas, en un poema de Alberto Arvelo.
En la leyenda, enraizada en el folclore venezolano, Florentino es un cantor que se enfrenta al Diablo y lo derrota en un contrapunto de coplas. "Yo soy Florentino, todos somos Florentino", repite Chávez en mítines a sus enfervorizados seguidores.
El Diablo, faltaba más, en el esquema chavista es la oposición, los partidos tradicionales, las centrales patronales y sindicales que le son adversas, pero también el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, el imperialismo y el neoliberalismo.
Chávez "se parece al Fidel Castro de principios de la revolución cubana", observó a IPS la politóloga Vilma Petrásh, "en el sentido de que son figuras carismáticas, capaces de transmitir con credibilidad, aunque Castro es más ideológico y Chávez más del tipo del caudillo nacionalista latinoamericano".
El general retirado Alberto Muller, quien fue jefe de la primera campaña presidencial de Chávez en 1998 y luego rompió con el gobernante, dijo a IPS que la personalidad del presidente "calza con el fenómeno del caudillismo y se le puede llamar un autócrata con gran discrecionalidad, pero no es para nada un tirano".
Al contrario, Chávez "ha sido el gobernante más permisivo en un siglo. Nadie puede decir que aquí no hay democracia, aunque se gobierne con desorden", opinó Muller.
En lo personal, y pese a su formación castrense, Chávez "es el individuo más indisciplinado que conozco, no se acoge a las formas", pero en el terreno político "ve todo desde la perspectiva militar de amigo-enemigo, y no la más política de aliado-adversario", abundó.
Chávez ganó la presidencia en diciembre de 1998 a la cabeza de una alianza de partidos de centro-izquierda y su aluvional Movimiento V República.
Pero aliados como el moderado Movimiento al Socialismo (MAS) y su mentor político Luis Miquilena se apartaron a partir de 2001, por discrepancias sobre leyes y medidas que afectaron al empresariado, y diferencias sobre el manejo de los resortes del Estado.
Leopoldo Puchi, secretario general del MAS, dijo a IPS que "en el balance pesaron la vocación autoritaria de Chávez, su discrecionalidad, la intolerancia frente a las críticas y a la oposición parlamentaria, y la distancia entre las palabras y los hechos, especialmente en el combate a la pobreza".
Otro ex aliado, el historiador Jorge Olavarría, dijo a IPS que el gobierno de Chávez "encuadra en cualquiera de las definiciones de lo que es un régimen autocrático y dictatorial, porque todos los poderes del Estado están subordinados a su persona".
En cambio, el vicepresidente José Vicente Rangel, un veterano político de izquierda que ha permanecido junto a Chávez, estima que el carismático líder "representa un punto de inflexión en la política venezolana, con respeto absoluto a las formas de la democracia. Y lo demostraremos el domingo: no tenemos ningún problema en reconocer el veredicto de las urnas, cualquiera que sea".
En todo caso, parece muy lejano en la biografía de Chávez el intento en 1992 de derrocamiento del entonces presidente Carlos Andrés Pérez, que protagonizó con un grupo de jóvenes oficiales, y que le costó dos años de cárcel.
La mayoría de las encuestas conocidas hasta la semana pasada daban ventaja moderada a Chávez para el referendo de este domingo.
Pero como la consulta no tiene precedentes, la población llega a ella al cabo de casi tres años de aguda confrontación y la abstención puede ser pequeña, son posibles otros resultados, como una victoria opositora y aun una avalancha de votos a favor del mandatario.