PALESTINA: Un apretón de manos no basta

La reconciliación entre el presidente y el primer ministro de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat y Ahmed Qureia, nada significará si no se adoptan medidas para combatir la corrupción en las instituciones oficiales, advirtieron ciudadanos y analistas palestinos.

Una encuesta de opinión entre palestinos de Gaza y Cisjordania reveló que 46,6 por ciento considera la reforma política y el combate a la corrupción como prioridades. Quizá por eso, muchos prefirieron mirar el programa de televisión libanés Super Star en lugar de ver cómo ambos mandatarios se estrechaban la mano.

El acontecimiento tuvo lugar en lo que queda de la Mukata, sede del gobierno palestino en la ciudad de Ramalá, Cisjordania, y puso fin a lo que fue quizá el período más crítico en la gestión presidencial de Arafat.

El reacercamiento entre ambos líderes terminó con el retiro de la renuncia de Qureia, quien amenazó con dejar el gobierno después que las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, ala militar del gobernante partido Fatah, secuestraran a altos funcionarios palestinos acusados de corrupción…

Qureia retiró su renuncia el 27 de julio, y Arafat le cedió el control de la seguridad. Pero pocos creen que el cambio sea sustancial.

”No creo que haya cambios radicales y abruptos, sino graduales”, opinó Alí Jarbawi, profesor de ciencia política de la Universidad de Birzeit, situada unos siete kilómetros al norte de Ramalá y a 20 de Jerusalén. ”La crisis no terminó, pero empezó a ceder”, agregó.

Qureia ofreció su renuncia ”para absorber la crisis”, dijo Jarbawi a IPS. ”Transferir el conflicto que se originó entre el ala radical de Fatah y Yasser Arafat a un conflicto entre el primer ministro y el presidente fue una estrategia para rescatar a la ANP de la crisis”, afirmó.

Jarbawi cree que el acuerdo entre ambos hombres sólo ofrecerá un alivio transitorio. ”Es como una olla a presión; de vez en cuando hay que dejar salir el vapor. No sé cuánto tiempo la ANP podrá seguir haciéndolo”, dijo el académico, y añadió que cualquier cambio será un ”cambio controlado”, porque ”Arafat no se rendirá”.

El más reciente escándalo de corrupción involucró a cuatro empresas palestinas, algunas propiedad de funcionarios de gobierno, que vendían cemento importado de Egipto a firmas israelíes que construyen el llamado ”muro de seguridad” entre Cisjordania e Israel.

Una investigación del Consejo Legislativo Palestino mencionó a dos ministros entre los funcionarios involucrados en el escándalo.

Mohammad Dahlan, ex asesor de seguridad nacional del gobierno, declaró en una entrevista con el diario kuwaití Al-Wattan que ”la ANP recibió unos 5.000 millones de dólares de países donantes que no se sabe dónde están”.

Mientras, 34,3 por ciento de los palestinos en edad activa están desempleados, y 56,2 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza, de acuerdo con la Oficina Central de Estadísticas.

En el campamento de Al-Ama'ari, cerca de Ramalá, donde viven en la penuria unos 9.000 refugiados palestinos, hay pocas esperanzas en la ”llamada reforma”, según Mohammed Abú Alí, que pasa la mayor parte de su tiempo en la cafetería del lugar.

”Hablan de reforma y de lucha contra la corrupción, mientras nosotros estamos aquí desempleados”, se quejó. ”El problema es que los corruptos no pueden combatir la corrupción”, dijo.

Caminando por las estrechas callejuelas del campamento, Abú Alí señala las alcantarillas abiertas. ”Mire cómo vivimos. La corrupción no es sólo financiera y administrativa, sino también política. Nuestros líderes no nos conducen a ninguna parte, se olvidaron de nosotros, los refugiados. Sólo pelean entre ellos por la porción más grande del pastel”, expresó.

Partidarios de Arafat realizaron una marcha de apoyo al presidente por las calles de Ramalá, pero Abú Alí no participó porque cree que ”Arafat es de un modo u otro responsable por la corrupción, porque ignora todos los reclamos de reforma y sabe quiénes son los corruptos, pero no hace nada”.

En su discurso ante los manifestantes, Arafat no habló de la reforma. ”Con la ayuda de Dios venceremos todas las conspiraciones”, dijo el presidente palestino.

Un anciano participante de la manifestación insistió en que Arafat no es corrupto. ”Ha estado bajo sitio (de las fuerzas israelíes) por casi cuatro años. Siempre habla de reforma, pero nadie lo escucha. Tiene las manos atadas, porque no puede ir a ninguna parte salvo su oficina de dos ambientes”, dijo.

La reforma que muchos palestinos quieren no es la misma de la que habla el gobierno. ”Queremos sentir el cambio, no sólo oír hablar de él”, manifestó Fawziya, una enfermera.

”Queremos que termine el conflicto entre las fuerzas de seguridad. La transformación de 12 fuerzas en tres significaría más seguridad y estabilidad para nosotros. También queremos que la ANP confirme todas las armas ilegales. Esto no es un reclamo de Israel ni de Estados Unidos; es nuestro reclamo”, dijo.

Además, ”queremos que los corruptos vayan a la cárcel, no que se les otorgue más poder”, y ”líderes que sepan hacer frente a los desafíos, no que vivan aislados de su propio pueblo”, concluyó. (

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