Una delegación de alto nivel del gobierno de Sudáfrica visita Angola esta semana para explorar las oportunidades económicas que surgen luego de 30 años de guerra civil.
La misión encabezada por el vicepresidente Jacob Zuma incluye a los ministros Mosiuoa Lekota, de Defensa, Jeff Radebe, de Transporte, y Mandisi Mpahlwa, de Comercio e Industria, y al viceministro de Minería y Energía, Lulu Xingwana.
De los 13 países de la Comunidad de Desarrollo de Africa Austral (SADC), Angola es el cuarto socio comercial de Sudáfrica, detrás de Zimbabwe, Mozambique y Zambia. Las exportaciones sudafricanas al mercado angoleño ascendieron a 460 millones de dólares en 2003.
Consideramos crucial la profundización y expansión de la cooperación económica entre nuestros dos países, dijo el lunes Zuma en una cena oficial en Luanda, la capital angoleña.
Nos complacen los grandes avances hacia acuerdos que se alcanzarán en el futuro cercano en áreas como energía y minería, transporte, turismo, deportes y recreación, ciencia y tecnología, planificación urbana y defensa, agregó.
Angola es el segundo productor de petróleo de Africa subsahariana detrás de Nigeria. El crudo representa 40 por ciento del producto interno bruto nacional y 80 por ciento de los ingresos del Estado, según estadísticas oficiales.
Angola es uno de los grandes productores petroleros del mundo. Sudáfrica tiene mucha experiencia en exploración petrolera y minería, y puede ayudar a Angola a desarrollar esas áreas vitales, dijo a IPS el experto Norman Mlambo, del académico Instituto Africano con sede en Pretoria.
Pero las acusaciones de corrupción son frecuentes en el sector petrolero angoleño.
Más de 4.000 millones de dólares en ingresos petroleros desaparecieron de las cuentas gubernamentales entre 1997 y 2002, según cálculos basados sobre cifras del Fondo Monetario Internacional incluidos en un informe de la organización de derechos humanos Human Rights Watch.
El total del gasto público destinado a la asistencia social en el mismo periodo fue de 4.270 millones de dólares, agregó Human Rights Watch, institución con sede en Nueva York.
En los últimos años, a medida que aumentaban los ingresos petroleros, el gobierno angoleño se ha negado a dar información sobre el uso de fondos públicos, lo cual socavó el derecho de la ciudadanía a la información, indica el informe.
Si las autoridades hubieran sido públicamente responsables de esos fondos, habrían destinado más dinero a garantizar el cumplimiento de los derechos económicos, sociales y culturales, según la organización.
Angola está recuperándose de una guerra civil que a lo largo de 30 años deparó grandes sufrimientos a la población, que hoy es de 13,1 millones de habitantes.
La mortalidad infantil es la más elevada del mundo: 25 por ciento de los niños no llegan a cumplir cinco años, según la Agencia para el Desarrollo Internacional del gobierno de Estados Unidos (Usaid).
La esperanza de vida promedio es de 45 años y 60 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza y 45 por ciento de los niños sufren desnutrición crónica, indicó Usaid.
De los casi ocho millones de angoleños pobres, más de cuatro millones dependen de alguna forma de asistencia humanitaria para cubrir sus necesidades más básicas, agregó la agencia estadounidense.
La gigante diamantífera sudafricana De Beers informó el mes pasado que pronto reanudaría sus operaciones en Angola, de donde se había retirado en 2001 por diferencias con la compañía minera estatal Endiama.
Al igual que el petróleo, los diamantes no han sido una bendición para Angola. Su explotación y comercio sirvió para financiar a la rebelde y derechista Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita) en su lucha contra el gobierno izquierdista.
Pero el desempeño del sector diamantífero angoleño no ha mejorado mucho desde el fin de la guerra civil, informó a comienzos de este año el Instituto de Estudios de Seguridad (ISS) radicado en Pretoria.
Al igual que en la compañía estatal petrolera Sonangol, los manejos internos de Endiama y sus negocios con sus socios se conducen en una atmósfera de secreto, indicó el ISS.
Por otra parte, la guerra dejó en Angola más de cinco millones de minas antipersonales sembradas. Se prevé que empresas de Sudáfrica, Zimbabwe y Namibia se encarguen de desactivarlas para que los refugiados y desplazados internos puedan regresar a sus tierras.
Compañías sudafricanas también están interesados en proyectos para la reconstrucción de la infraestructura.
En retribución, la experiencia militar de Angola puede ser útil en operaciones de mantenimiento de la paz en toda Africa, como en Burundi o en la occidental región sudanesa de Darfur, sostuvo Mlambo.
Soldados angoleños estuvieron desplegados en República Democrática del Congo entre 1998 y 2002, recordó el experto. (