Recrudece una batalla legal entre el ejército de Sudáfrica y aspirantes a integrar sus filas que aseguran haber sido rechazados por ser portadores del virus del sida.
Mientras, las Fuerzas Nacionales de Defensa sudafricanas (SANDF) están embarcadas en un proyecto para investigar los efectos de la epidemia en la capacidad de combate, en colaboración con el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
El no gubernamental Proyecto Ley del Sida (ALP) representa en estrados judiciales a tres portadores del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida, rechazados por las SANDF.
Dos de ellos habían aprobado todos los requisitos para el llamado a filas, incluidas las pruebas físicas y psicométricas, pero fueron rechazados cuando se conoció el informe médico en que constaba su condición de portadores del VIH.
La tercera es una mujer que se postuló a capellán de las SANDF. El APL consideró que el rechazo de estos tres reclutas es discriminatorio y viola el principio de equidad consagrado por la constitución.
La demanda servirá para determinar si las fuerzas armadas ubican entre sus prioridades los derechos y recursos humanos. La cuestión podría referirse también a todos los países de Africa meridional, una de las regiones del mundo más afectadas por la epidemia.
La abogada Liesl Gernholtz, de ALP, dijo que el ejército tiene una política de hecho que obliga a los aspirantes a ingresar a filas a someterse a examen, y según la cual se excluye a quienes resultan portadores de VIH. Esa política, agregó, es violatoria de los derechos humanos.
"Hemos documentado que, para los protocolos del servicio de salud de las SANDF, quien resulte seropositivo a la prueba del VIH es considerado automáticamente inadecuado para el servicio", agregó.
El portavoz del Ministerio de Defensa de Sudáfrica, Mosiuoa Lekota, dijo que todos los nuevos reclutas están obligados a someterse a un completo examen de salud y que si no lo aprueban serán rechazados. Pero niega que eso sea discriminatorio.
"Analizamos los ojos, dentadura, la presión sanguínea y todas las posibles enfermedades, incluido el VIH y el sida. Los medios de comunicación quieren dar a un portador de VIH más peso que a alguien que sufra de presión alta. Los uniformados deben ser 100 por ciento saludables", explicó.
Pero Gerntholtz cree que ser portador de VIH no es indicativo del estado general de salud del recluta. Según ella, no se ha hecho suficiente investigación sobre el efecto del VIH en la capacidad de combate de un soldado.
"No consideran el estado de salud real. No hay recuenta de linfocitos en la sangre ni nada que indique el avance del VIH", explicó. ALP pidió claridad en la política oficial, en una carta que envió al Ministerio de Defensa.
Mientras, el gubernamental Consejo Nacional Sudafricano sobre Sida prefirió no hacer comentarios al respecto.
La perspectiva de ALP es bastante controvertida entre los analistas de asuntos militares, algunos de los cuales temen que deba pagarse el costo financiero y en estabilidad de una debilitada fuerza de defensa.
La subdirectora de la Academia Militar Sudafricana de la Universidad de Stellenbosch, Lindy Heinecken, dijo ver el dilema desde la perspectiva de los recursos humanos.
"Las SANDF carecen de recursos financieros suficientes. El único modo en que pueden establecerse liderazgos militares para los reclutas es mediante el avance de grados. De otro modo, hay anarquía y liderazgos débiles. Es difícil ver cómo fracasa la inversión en entrenamiento a causa del VIH", sostuvo Heinecken.
La enfermedad amenaza con comprometer la seguridad en Africa austral, y el manejo de la epidemia en las fuerzas armadas es "de la mayor importancia par la seguridad nacional".
"Cuando las fuerzas armadas son debilitadas por el VIH, también se debilita la capacidad del Estado de estabilizar, defender y proteger a sus ciudadanos. En ningún lugar del mundo eso es más evidente que en Africa austral, donde la infección llega a 80 por ciento" de la población, sostuvo.
"Este es un desafío de recursos humanos, no médico", coincidió el coronel André Loubser, del Centro de Estudios Políticos Internacionales.
Loubser dijo creer que los soldados portadores de VIH podrían no ser ascendidos pues no podrían asegurar la continuidad en el comando, el control ni el liderazgo.
La Comunidad para el Desarrollo de Africa Austral (SADC) debate un protocolo sobre cómo manejar la epidemia de sida en las fuerzas militares.
Las últimas cifras disponibles, las de 1999 mencionadas por Heinecken en un estudio, indica que la prevalencia del VIH en Angola y Malawi es de 50 por ciento, en Botswana, de 33 por ciento, en Lesotho, de 40 por ciento, en Swazilandia, de 48 por ciento, y en Zambia, de 60 por ciento.
La prevalencia de VIH en Zimbabwe era entonces de 55 por ciento, y en Namibia, de 16 por ciento. La de Sudáfrica aumentó de 21 a 23 por ciento desde 2000. No fue posible obtener estadísticas actuales.
A comienzos de año, estudios realizados por las SANDF indicaron que 89 por ciento de un grupo de uniformados voluntarios fueron diagnosticados como seropositivos al VIH.
Mkhwanazi dijo que ese porcentaje no refleja la prevalencia real del virus, pues a los voluntarios se les prometió acceso a la terapia antirretroviral si resultaban portadores.
Los expertos presentes en la conferencia en que se presentó el estudio indicaron, según informes de prensa, que las SANDF estaban perdiendo 400.000 jornadas de trabajo al año debido a la enfermedad.