El director chileno Miguel Littin planea finalizar en septiembre su película La última luna para estrenarla este año en su país y también proyectarla sobre el llamado muro de la vergüenza, que el gobierno de Israel construye para separar el territorio palestino de Cisjordania.
El filme, que trata de la amistad entre un palestino y un israelí, fue rodado en Israel y Palestina durante 2003, y Littin podrá terminar su producción gracias a recursos que ganó al concursar en el Fondo Nacional de las Artes (Fondart), que asigna aportes estatales en Chile.
Littin, de origen palestino, es uno de los cineastas chilenos de mayor proyección internacional, con una abundante filmografía que inició en 1969 con El chacal de Nahueltoro, considerada en una encuesta de críticos cinematográficos como la mejor película de este país sudamericano del siglo XX.
Tras el golpe de Estado de 1973 este director fue obligado a marchar al exilio, para estrenar ese mismo año La tierra prometida. Más tarde, en México, filmó Actas de Marusia, basada en un texto del escritor y cantautor Patricio Manns, que tuvo como protagonista al italiano Gian Maria Volonté.
En 1978, Littin presentó El recurso del método, inspirado en la obra homónima del escritor cubano Alejo Carpentier, y en 1979 La viuda Montiel, basada en un relato del colombiano y premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.
En ambas cintas tuvo como actor al chileno Nelson Villagra, protagonista también de El chacal de Nahueltoro.
En 1982 presentó Alsino y el cóndor, una película filmada en la Nicaragua sandinista, aunque inspirada en una clásica novela del chileno Pedro Prado.
De regreso a Chile, tras el restablecimiento de la democracia en marzo de 1990, Littin realizó en 1995 la película Los náufragos, y viajó nuevamente al exterior para realizar Sandino, una superproducción sobre el héroe nicaragüense Augusto César Sandino, estrenada en 1995. Tanto Sandino como Tierra del Fuego, también de alto presupuesto y presentada en 2000, carecieron de una buena acogida en la crítica.
Pero Littin tiene también una veta como documentalista que inició en 1971 con Compañero presidente, dedicada a Salvador Allende, el mandatario socialista derrocado al tercer año de mandato por el general Augusto Pinochet.
En 1985 presentó en la televisión europea Acta general de Chile, un documental sobre la dictadura de Pinochet, que filmó en su propio país al cual ingresó con una falsa identidad.
Este episodio fue relatado con todos sus pormenores por García Márquez en su libro La aventura de Miguel Littin clandestino en Chile.
Nacido en 1942 en Palmilla, unos 200 kilómetros al sur de Santiago, Littin no ha abandonado jamás su identificación con sus raíces palestinas y una vocación política que lo llevó a ser alcalde durante dos períodos de su localidad natal en la década de los 90 con el apoyo del Partido Socialista.
Para 2001 retomó su vena de documentalista con Crónicas palestinas, una cinta filmada en los territorios ocupados por Israel acerca de la segunda intifada, la insurgencia popular.
Ahora, con La última luna, Littin mantiene la mirada sobre Palestina al tiempo que retorna al cine de ficción con una propuesta que busca indagar en la crítica convivencia de árabes y judíos.
El filme, ha dicho el director, trata de los problemas entre los israelíes y los palestinos. Tiene una fuerza y una actualidad tremenda frente a un problema que viven esos dos pueblos.
La película está grabada en árabe y hebreo y será subtitulada para su exhibición en Chile y otros países, aunque obviamente los palestinos la verán en su versión original si Littin logra materializar su proyecto de usar como telón para mostrarla al muro de Cisjordania.
La cinta incluye en su elenco a tres actores chilenos, Francisca Merino, Alejandro Goic y Tamara Acosta y fue grabada bajo serias dificultades en los territorios ocupados por Israel, en localidades como Belén, Bait Sahur y Beit Yala.
En cualquier momento podía haber toque de queda, en cualquier momento podía haber cierre de carreteras y no podíamos salir del hotel. Teníamos que improvisar los planes de trabajo todos los días, contó el director a la radio Cooperativa de Santiago.
Mientras estábamos filmando los helicópteros israelíes pasaban apuntando hacia abajo, recordó.
Para Littin, la barrera de nueve metros de alto que construye el gobierno israelí de Ariel Sharon no separa a Israel de Palestina, sino que es una fragmentación al interior de Palestina, constituyéndose en una medida inhumana que atenta contra todos los derechos del hombre.
El muro no contribuye en medida alguna a detener el terrorismo individual, sino que constituye en sí mismo una manifestación atroz de terrorismo de Estado, señaló el cineasta chileno.