La educación rural sigue rezagada en América Latina, según un estudio en siete países de la región, elaborado por dos agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otras instituciones, que fue presentado en la capital chilena.
Los sectores rurales mantienen los mayores índices de pobreza y los menores niveles de educación, a pesar del consenso creado en la región en torno a la centralidad del fenómeno educativo como base del desarrollo social y económico.
Mayor participación de la sociedad civil en el proceso educacional, y políticas que consideren tanto las carencias como la diversidad cultural, étnica y socioeconómica en el medio rural, están entre las líneas planteadas para afrontar este déficit.
"El mundo rural latinoamericano sigue siendo un sector subdesarrollado al interior de un continente subdesarrollado", se advierte en el estudio, titulado "Estado del arte de la educación de la población rural en siete países de América Latina", que se dio a conocer durante el seminario "Educación de la Población Rural en América Latina: Alimentación y Educación para Todos", realizado en Santiago de Chile del 3 al jueves 5 de este mes.
El documento fue elaborado por la Organización de las Nacionaes Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación (Cide), la Agencia de Cooperación Italiana para el Desarrollo y la Red Latinoamericana de Información y Documentación en Educación.
Los países estudiados fueron Brasil, Chile, Colombia, Honduras, México, Paraguay y Perú, pero los autores opinan que algunas de sus conclusiones son extensibles al conjunto de la región.
"El rezago se debe en gran parte a que la población rural no es homogénea, a que son poblaciones aisladas y en condiciones de alta vulnerabilidad social y económica, y a que se requieren políticas intersectoriales que incluyan apoyos en diversos ámbitos", explicó a IPS la directora de la Oficina Regional de Educación de la Unesco para América Latina y el Caribe, Ana Luiza Machado.
Según estadísticas citadas en el informe, en la gran mayoría de los países de la región. la población rural es de 14 a 30 por ciento del total. Las excepciones son Honduras y Paraguay, donde está cerca de la mitad.
La población rural chilena es 14 por ciento del total, la mexicana 25,3 por ciento, la colombiana 31 por ciento, y la hondureña 54,4 por ciento.
En la población latinoamericana, la cobertura de educación preescolar es 51 por ciento, la de primaria 93 por ciento, y la de secundaria, 62 por ciento, mientras que la tasa de analfabetismo en adultos es 11 por ciento. En zonas rurales, las coberturas son menores y el analfabetismo es mayor.
El Foro Mundial de Educación, realizado en Dakar en abril de 2000, afirmó que la meta de "educación para todos tiene que ver con la calidad y no sólo con llenar las aulas", abogó por la capacitación de los maestros y postuló un modelo de democracia para el sistema educativo que implica la participación de la comunidad en sus procesos de decisión, administración y supervisión.
Machado destacó que para alcanzar esas metas es los sectores rurales latinoamericanos es necesario "contar con materiales y currículos adecuados, fortalecer el protagonismo de los educadores y transformar las escuelas en comunidades de aprendizaje".
Los sistemas educacionales y de certificación deberían ser flexibles para adecuarse a la realidad rural, y se hace necesaria la participación de la sociedad civil, dado que el aprendizaje depende en gran medida de variables socioeconómicas y culturales sobre las cuales la escuela no tiene control, añadió.
La cobertura del sistema educativo, uno de los principales aspectos analizados en el estudio, ha mejorado notablemente en el nivel primario, pero queda mucho por hacer en el secundario.
Colombia es un ejemplo de ello, ya que su educación primaria para el medio rural es considerada una de las mejores de América Latina, pero coexiste con una pobre oferta de enseñanza para adolescentes y jóvenes.
Otro asunto clave en la discusión es que actualmente no existen experiencias de currículo diferenciado para los sectores rurales.
"Los habitantes de zonas costeras, montañosas o selváticas tienen diferentes problemas, historias y contextos, agrozoológicos y ambientales, que deben ser tomados en cuenta por los programas escolares", dijo a IPS Lavinia Gasperini, experta en educación de la sede central en Roma de la FAO.
Esas diferencias inciden sobre la calidad de la oferta educacional disponible en las zonas rurales de la mayoría de los países. Lo más frecuente es que la modalidad "unidocente" y "multigrado", o sea que un mismo profesor imparta clases a alumnos de diferentes grados en una misma aula.
Javier Corvalán, del Cide, dijo a IPS que para mejorar la oferta de educación en zonas rurales, "primero, hay que lograr que todas las escuelas primarias tengan todos los niveles".
"Segundo, es necesario mejorar la unidocencia y la realidad multigrado y, tercero, se deberían formar redes permanentes de escuelas rurales, dado que éstas no tienen mayor futuro aisladas", señaló Corvalán.
En 1996, según el informe, 42 por ciento de los maestros hondureños se desempeñaban en escuelas unidocentes con aulas multigrado.
En las zonas rurales de Brasil la situación también es preocupante. Mientras en el medio urbano 38 por ciento de los maestros de primero a cuarto grado han recibido enseñanza superior, sólo nueve por ciento de áreas rurales han accedido a ella.
Además, Corvalán apuntó que "existe muy poca preparación en las escuelas de pedagogía para la realidad de la docencia rural", y "es necesario hacer planes específicos de formación de profesores y diferenciar esta práctica docente de la convencional".
Sería deseable evaluar y certificar programas de educadores rurales, opinó.
La falta de homogeneidad de la población rural es uno de los principales factores que explican el rezago de la educación para ese sector. Se habla de la "coexistencia de distintas ruralidades", para las que los gobiernos deberían diseñar diferentes estrategias educativas.
Lo anterior se suma a la dispersión. En Perú, cerca de 89 por ciento de la población rural vive en comunidades de menos de 500 habitantes, lo que obviamente genera dificultades a la hora de proveer recursos. Lo mismo sucede en México, donde en 1995 se registraron 198.000 localidades con menos de 100 habitantes.
También se destaca como un error la tendencia a igualar la condición rural con la indígena. Se trata de dos sectores normalmente rezagados en los países latinoamericanos, pero la experiencia indica que las necesidades propias de cada uno no son idénticas, y que es preciso trabajar con criterios diferenciados para afrontarlas.
"Las poblaciones indígenas en muchos países de la región están primordialmente en la zona rural, como sucede en Guatemala. No obstante, hay casos como el de Chile, donde la mayor parte de la población indígena de origen mapuche vive en las ciudades. Por eso cada contexto requiere de respuestas específicas", explicó Machado.
También está el caso de Paraguay, cuya sociedad es caracterizada como multiétnica, multicultural y multilingüe. La coexistencia en ese país de sociedades indígenas, agricultura campesina y comunidades agroindustriales obliga a encarar la temática educativa rural con criterios especiales.
En el estudio se advierte claramente, como conclusión, que afrontar el atraso en que se encuentran los sectores rurales de los países latinoamericano es una condición ineludible para mejorar sus indicadores educativos globales.