AMBIENTE-CUBA: La noche del huracán Charley

El paso del huracán Charley por Cuba mató al menos a tres personas y provocó el derrumbe de 65 edificios y daños a otros 500 en La Habana. Las autoridades evacuaron a más de 200.000 personas.

Como cada vez que se acerca un huracán, la cubana Alba Osorio pidió a un amigo que asegurara con madera y clavos las ventanas y la puerta de salida que da a la azotea.

Vecina del último piso de un antiguo edificio situado en el corazón del centro histórico de la capital de Cuba, Osorio, de 76 años, pasó gran parte de la noche del jueves en vela, recostada a una puerta que las rachas de viento amenazaban con abrir.

”Era un ruido horrible, las tejas de la cocina sonaban constantemente hasta que sentí un estruendo. No pude seguir acostada, tenía que hacer algo para que el ciclón no se me metiera en la casa”, relató a IPS.

El huracán Charley, que azotó Cuba en la madrugada de este viernes, le llevó buena parte del techo de la cocina. ”Cuando amaneció las tejas no existían y la azotea estaba llena de tarecos (objetos) que no sé de dónde salieron, hasta un tanque de metal que debe haber volado de otro edificio”, dijo.

A unos 10 kilómetros de La Habana Vieja, en la céntrica zona del Vedado, un joven tuvo que sostener fuertemente a su padre cuando ”el ciclón, tras llevarse una ventana de cristal, lo alaba, como si lo succionara”.

Historias similares se repiten por toda la capital de Cuba y en la colindante provincia de La Habana, en la que murieron tres personas, según datos preliminares del Estado Mayor de la Defensa Civil.

Otras cuatro personas fueron heridas en la capital, y se investigan las causas de los accidentes, afirmó a la televisión estatal el teniente coronel Domingo Carretero, jefe de la Defensa Civil.

Las provincias del occidente del país aguardaron un día entero el paso inminente del huracán Charley. Al final de la tarde del jueves, el Instituto de Meteorología había pronosticado por dónde pasaría y a qué hora aproximadamente.

Las previsiones de la institución fueron de una ”exactitud matemática”, dijo el presidente cubano Fidel Castro, que se mantuvo en la sede del Instituto las dos horas que duró el paso del ciclón por el territorio cubano.

El huracán entró a territorio cubano a las 00.15 de este viernes (hora local), con vientos máximos sostenidos de 165 kilómetros por hora y una presión mínima central de 973 hectopascales.

Los ciclones tropicales se clasifican por la velocidad de sus vientos: depresión (hasta 65 kilómetros por hora), tormenta (hasta 110 kilómetros) o huracán (más de 110 kilómetros por hora).

Los huracanes, a su vez, admiten varias categorías según la velocidad de los vientos.

”Por suerte (Charley) pasó rápido y por la porción más estrecha” del territorio habanero, una región de apenas 40 kilómetros de este país isleño, reconoció a la radio local el director del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba, José Rubiera.

Las tormentas tropicales suelen disminuir su velocidad de traslación cuando llegan a tierra y esa lentitud provoca un aumento de su intensidad y de su capacidad de causar daños.

Tras salir de Cuba como un huracán de categoría dos, Charley alcanzó la categoría cuatro en pocas horas, y fue ”atípico” desde su surgimiento, según el especialista.

Rubiera señaló la inusualmente alta velocidad que alcanzó en la zona del Caribe oriental y su intensificación cuando pasó por el conjunto que forman República Dominicana, Haití y Puerto Rico.

A ese punto, ”los meteorólogos lo llamamos el cementerio” porque ”no es una zona favorable para las tormentas tropicales”, y sin embargo allí Charley cobró fuerza, comentó Rubiera.

Por último, el huracán tomó rumbo a Cuba, algo infrecuente en agosto, una época del año con presencia de un anticiclón bien establecido al norte de la mayor de las islas antillanas, condición que no se cumplió en este caso.

Charley se convirtió así en el cuarto huracán que pasa por Cuba en agosto, según los registros del Instituto de Meteorología.

No fue lo único sorprendente. Este viernes, el portavoz adjunto del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos, Adam Ereli, dijo en un comunicado que ”el pueblo cubano puede contar con el apoyo” estadounidense ”en estos momentos difíciles”.

El comunicado, que llegó a los corresponsales extranjeros en Cuba por correo electrónico, asegura que la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana entregará ”de inmediato” un fondo de 50.000 dólares para enfrentar las necesidades humanitarias de las personas afectadas por el huracán.

Además, Ereli instó a las organizaciones no gubernamentales estadounidenses autorizadas a exportar material humanitario para la población cubana.

Datos preliminares de la defensa civil a mediodía de este viernes indicaban que en La Habana, con 2,2 millones de habitantes, el ciclón ocasionó el derrumbe de 65 edificios y daños parciales a medio millar.

Como medida preventiva, en Ciudad de La Habana fueron evacuadas unas 47.000 personas residentes en edificaciones con peligro de derrumbe o de zonas con posibilidades de inundaciones por penetración del mar o intensas precipitaciones.

También fueron trasladados a lugares seguros 1.443 turistas extranjeros que estaban alojados en instalaciones hoteleras próximas al litoral habanero y 3.197 turistas nacionales, según versiones de prensa.

Medidas similares fueron tomadas en otras provincias del occidente cubano para las cuales fue declarada la fase de alarma ciclónica por el Estado Mayor de la Defensa Civil. En total, fueron evacuadas 215.532 personas.

Según fuentes oficiales, la efectividad de esta medida para evitar pérdidas humanas ha sido demostrada desde 1985. Diez huracanes han pasado por la isla en ese período, lo que supuso evacuaciones de 3,3 y sólo 18 muertes.

”Nunca vi cosa igual”, dijo una vecina de Surgidero de Batabanó, en la costa sur de la isla, que tuvo que ser evacuada por las autoridades en la madrugada, tras no haber cumplido ella y su familia con las indicaciones de la defensa civil.

En Surgidero, ciudad de unos 10.000 habitantes, el agua llegó a zonas ”donde no había llegado nunca antes” y, a doce horas después del paso del huracán, las inundaciones determinaban la persistencia del peligro, demorando el regreso de los evacuados a sus viviendas.

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