Estados Unidos y Gran Bretaña socavan la labor de instituciones humanitarias internacionales en Afganistán al determinar el destino de la asistencia por sus intereses militares, advirtieron activistas.
Las agencias de asistencia necesitan a veces el apoyo de los militares —como en Bosnia-Herzegovina—, pero nos preocupa el creciente involucramiento de militares británicos y estadounidenses en la provisión de ayuda, dijo a IPS Caroline Green, de Oxfam Internacional.
Nuestra imparcialidad es vital para desarrollar nuestro trabajo en el terreno, pero ha sido socavado por Estados Unidos, que brinda asistencia no sobre la base de la necesidad de quienes la reciben sino a cambio de información, agregó Green.
La tarea humanitaria no ha sido cumplida sólo por agencias de asistencia, sino también por la coalición que atacó Afganistán en 2001, integrada por Alemania, Australia, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia, Jordania, Nueva Zelanda y Noruega.
Las comunidades con las que trabajamos están confundidas porque las líneas entre las agencias de asistencia y las fuerzas armadas se han borroneado en Afganistán, sostuvo Green.
Comparten la preocupación de Oxfam organizaciones como Médicos sin Fronteras (MSF), Christian Aid y Concern Worldwide.
La semana pasada, el deterioro en la situación de seguridad y el mal uso de la asistencia por parte de las fuerzas estadounidenses obligó a MSF a retirarse de Afganistán luego de brindar ayuda humanitaria a la población necesitada de ese país por casi 24 años.
MSF también mostró insatisfacción por la falta de avances en una investigación del gobierno sobre el asesinato en junio de cinco de sus trabajadores en la septentrional provincia de Baghdis, presumiblemente a manos de insurgentes.
Esta organización de asistencia médica con sede en París, que contaba con 1.400 trabajadores afganos y 80 extranjeros, puso fin a todas sus operaciones allí la semana pasada.
En Afganistán, la coalición encabezada por Estados Unidos ha procurado constantemente usar la asistencia humanitaria y cooptarla para consolidar el respaldo de sus ambiciones políticas y militares, dijo a IPS el oficial de programas de MSF Michael Neuman.
Al hacerlo así, dar asistencia no es percibido como un acto neutral e imparcial, lo cual pone en peligro a los trabajadores humanitarios y la propia ayuda al pueblo afgano, advirtió Neuman.
En mayo del año pasado, MSF elevó una queja a Estados Unidos y a otros miembros de la coalición sobre la distribución de un panfleto en el sur del país que incluía la fotografía de una niña afgana cargando una bolsa de harina.
La octavilla informaba que, para permitir la continuidad de la ayuda humanitaria, los afganos debían entregar información a los soldados extranjeros sobre las fuerzas insurgentes, incluidos los remanentes del movimiento islámico Talibán y de la red terrorista Al Qaeda.
Neuman dijo que el afinamiento de la frontera entre los objetivos humanitarios y los militares ha sido una preocupación constante de MSF durante años. Así lo hemos manifestado en reuniones con funcionarios de diferentes países, incluido Estados Unidos y Gran Bretaña, agregó.
Donde quiera que existan fuerzas militares o incluso agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) mezclando mandatos políticos y humanitarios, continuará habiendo peligro para la acción humanitaria imparcial y neutral, explicó.
La asistencia humanitaria sólo es posible cuando los actores armados respetan la seguridad de los actores humanitarios. Por eso es que llamamos a la coalición a poner fin a toda actividad tendiente a poner la ayuda humanitaria al servicio de sus objetivos políticos y militares, agregó Neuman.
En 2004, seis integrantes de organizaciones asociadas con Oxfam fueron asesinados en provincias afganas antes consideradas relativamente seguras. Pero hoy sentimos que los riesgos que afrontamos son manejables, afirmó Green.
La mayoría de las organizaciones humanitarias y agencias de la ONU retiraron su personal de Iraq, otro país asolado por la violencia, a causa de las malas condiciones de seguridad.
El retiro de los extranjeros se aceleró en agosto de 2003, cuando un atentado con explosivos contra la sede de la ONU en Bagdad mató a más de 20 funcionarios del foro mundial, entre ellos el subsecretario general Sergio Vieira de Mello.
Los funcionarios de la ONU a cargo de Iraq operan hoy desde Jordania o Chipre.
El presidente estadounidense George W. Bush lamentó el lunes la retirada de MSF de Afganistán