«Todos los jugadores estamos soñando y ninguno quiere despertar», narra Alejandro Martínez, el capitán del equipo argentino que viajará este domingo a Suecia para participar de la Segunda Copa Mundial de Fútbol de los Sin Techo.
Es que no es para nada común para Martínez el desafío que afrontará junto sus compañeros de juego. "En la calle pasé tanta hambre, tanto frío, que nunca pensé en algo así para mí", dice a IPS este ansioso futbolista amateurs de 34 años ante su primer viaje al exterior, pocas horas antes de partir para Gotemburgo, donde se disputará este torneo entre el 25 de este mes y el 1 de agosto.
El equipo se entrenó durante cuatro meses, tres veces por semana. Eran casi 30 jugadores, pero el entrenador, el peruano Luis Reyes, seleccionó a los mejores para viajar y luego él también fue excluido, pero por el gobierno de Suecia al negarle su ingreso por problemas de visa. Su reemplazante es Sergio Rotman.
"El tema de la documentación es fatal", señaló a IPS Patricia Merkin, directora de la revista Hecho en Buenos Aires (HBA), editada por una organización integrada a la Red Internacional de Periódicos de la Calle y que convoca a 250 personas sin techo para vender el periódico en la capital argentina.
Justamente HBA fue la organización que convocó a este nuevo proyecto de viajar a un mundial, una competencia que tiene el auspicio de la Organización de las Naciones Unidas, de la Asociación de Fútbol Europeo y de la Red Internacional de Periódicos de la Calle. Esta última les prestó a los argentinos el dinero para los boletos de avión de la delegación.
Merkin, al margen de admitir no tener conocimientos de fútbol, observó que la Copa es "explosiva" porque "saca a la luz los grandes problemas geopolíticos". "Los organizadores hubieran querido que mediante una carta, el gobierno de Suecia permitiera el ingreso de todos los participantes, pero no se pudo", detalló al explicar el caso de Reyes.
La editora comentó que los jugadores de Austria, en el cual militan algunos refugiados afganos y de países africanos, tuvieron problemas para ingresar a Suecia, y lo mismo ocurrió con los deportistas sin techo de Camerún y Namibia. "No quieren tener allí una selección de excluidos", opinó, "temen que se queden".
Fue justamente una iniciativa de la red a la que pertenece HBA la que permitió organizar en 2003 en Austria la Primera Copa Mundial de los Sin Techo. En esa oportunidad se presentaron 18 selecciones, 10 menos que la competencia de este año. Por América Latina sólo acompaña a Argentina un equipo de Brasil, pues Perú resolvió a último momento no viajar por problemas de organización.
La próxima Copa Mundial se jugará en 2005 en Nueva York y al año siguiente le tocará en turno a Ciudad del Cabo, en el sur de Sudáfrica.
Los organizadores sostienen que el mejor éxito del torneo es que cada jugador participe sólo en una edición, porque de ese modo demuestra que su situación ha mejorado y pudo salir de la situación de calle.
Y en buena medida lo consiguieron en 2003, pues de los 104 jugadores que fueron a Austria, 31 están hoy en trabajos regulares, 12 fueron contratados como jugadores profesionales o técnicos y 49 mejoraron su inserción social.
Martínez se había destacado en le pasado en las divisiones de menores del club San Lorenzo, uno de los llamados "grandes" del fútbol profesional de Argentina. "No pude llegar a primera porque para eso había que tener plata (dinero) y mi madre era jubilada", recuerda. Entonces resignó la vocación por un empleo estable y formó una familia.
"Trabajé seis años en la Junta Nacional de Granos, controlando las máquinas, hasta que en 1998 nos despidieron a todos. Eramos 40 operarios. A partir de ahí trabajé como albañil, pintor, y empezaron los problemas familiares por la falta de plata, la convivenciaàen fin", relata Martínez.
Finalmente, hace un año y medio, se separó de su esposa, se alejó de sus cuatro hijos todos menores de 10 años y pasó a vivir en la calle. En poco tiempo consiguió trabajar en HBA vendiendo la revista. Ahora "a mis hijos los veo seguido. Están contentos de que voy a viajar, me piden que les traiga regalitos", cuenta a IPS.
Actualmente duerme en un refugio organizado por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Sus compañeros de cuarto lo tratan como a un famoso, sólo por tener la ropa de la selección nacional. La Asociación de Fútbol Argentino les donó el equipo y las casacas con los colores oficiales a franjas verticales celestes y blancas, aunque sin el escudo que identifica a la entidad.
Martínez dice que si gana se va a tener que comprar un corazón extra. "Con uno no me va a alcanzar", asegura. De todos modos lo que le importa es jugar, hacer la experiencia. Ni siquiera piensa en la rivalidad futbolística tradicional entre el fútbol argentino y brasileño, un encuentro que puede darse en este campeonato.
La Organización Civil Acción Social (Ocas) traslada a su conjunto de personas sin techo por segunda vez a la Copa Mundial. Esta vez, los jugadores además de entrenarse deportivamente están practicando inglés para poder comunicarse con colegas de Europa, Asia y Africa.
Los países confirmados hasta ahora para esta edición son, además de Argentina y Brasil, equipos de Alemania, Austria, República Checa, Camerún, Dinamarca, Inglaterra, Escocia, Eslovaquia, Francia, Irlanda, Italia, Japón, Polonia, Portugal, Kenia, Namibia, Nigeria, Rusia, España, Suiza, Suecia, Ucrania, Estados Unidos y Canadá.
Otro de los que viaja para vestir la camiseta argentina es Hugo Gómez, de 44 años. El también jugó en un club de primera división, pero no llegó a hacer carrera. En octubre de 2001, dos meses antes del colapso económico, social y político del país, se mudó de la oriental ciudad de Rosario a Buenos Aires.
"No tenía trabajo, andaba mal con la bebida y me tiré a la vagancia", confiesa Gómez a IPS, quien también es la primera vez que sale del país. La familia lo "invitó" entonces a abandonar el hogar y esa fue su "salvación".
Unos días después de irse de la casa, Gómez estaba vendiendo ejemplares de HBA en las calles. Al principio dormía en una estación del ferrocarril subterráneo y ahora le alcanza para pagar una habitación de un modesto hotel al menos buena parte del mes.
Merkin explica que entre los objetivos del proyecto está el de lograr la reinserción social de los sin techo. La meta es "que trabajen en equipo, que recuperen lazos de solidaridad a través del deporte, que vuelvan a sentirse parte de la sociedad", puntualizó la editora.
En ese sentido, la directora de la revista HBA comentó que el miércoles pasado un canal de televisión les hizo una entrevista a todos juntos, vestidos con las prendas distintivas de la selección, en una confitería del barrio de Recoleta, en la zona más rica de Buenos Aires. Allí una mujer se acercó a ellos con un niño en brazos y les pidió una moneda.
"No podían creer, estar ellos del otro lado por un momento", describió la mujer.
"Para ellos está experiencia es muy positiva. Para los que se quedan es un estímulo y muchos están ahora jugando al fútbol en la puerta de la redacción". Y para los que van es un orgullo que les devuelva la autoestima perdida. "Imagínese, ellos, los excluidos, los que viven en la calle, viajando a Europa para representar a Argentina, es realmente un sueño", reafirmó Merkin.