Cuando la gerente ejecutiva del canal televisivo TPI de Indonesia, Artine Utomo, invitó al general Susilo Bambang Yudhoyono a un programa, no imaginó que la personalidad del candidato presidencial le dejaría una huella tan profunda.
Me impresionó como un hombre de sustancia. Lo llamé por cortesía, para invitarlo a asistir a nuestro concurso de 'dangdut' (música popular), y aceptó, dijo Utomo a IPS.
Yudhoyono fue el candidato más votado en la primera ronda de las elecciones presidenciales del 5 de julio, con 34 por ciento de los sufragios, seguido por la presidenta Megawati Sukarnoputri, que obtuvo 26 por ciento.
Ambos se enfrentarán en la segunda ronda el 20 de septiembre, pues ninguno obtuvo el 50 por ciento exigido por la ley. Los resultados definitivos de la primera se conocerán el 26 de este mes.
El concurso de TPI, uno de los 11 canales televisivos de Yakarta, tiene gran popularidad y atrae a cantantes de dangdut de todo el archipiélago. Los ganadores obtienen importantes premios en efectivo y ofertas atractivas de empresas discográficas.
Cuando Yudhoyono ingresó en el local del concurso con su esposa y sus guardaespaldas, recibió una ovación de pie de cientos de fanáticos del dangdut, que exclamaban SBY, SBY, SBY, un cántico usual en la campaña electoral que alude a sus iniciales.
Estaba sorprendido de recibir una bienvenida tan cálida, dijo Utomo, quien acompañó al matrimonio Yudhoyono junto con su jefe, el magnate de los medios de comunicación de Indonesia Hary Tanoesoedibyo.
El género dangdut —música del pueblo, en indonesio— ha sido usada con frecuencia como herramienta política de los poderosos. Esta mezcla de ritmos indios, árabes y malayos es hace mucho la banda de sonido de la Indonesia rural.
El dandgut ha sido la música de la clase baja, y se caracterizó originalmente por sus letras subidas de tono y su baile sexualmente sugestivo. Pero sus cultores la endulzaron, librándola de contenidos cuestionables a fines de los años 70 y comienzos de los 80.
El género vive un gran renacimiento, responsabilidad de la popular cantante Inul Daratista. Mientras, clérigos musulmanes ridiculizan su enérgico baile y califican su escueto vestuario de indecente e inmoral.
Ahora, numerosos imitadores de Inul Daratista han tomado al público por asalto y los políticos no demoraron en aprovecharse de la situación. La aparición de los candidatos en los programas televisivos de dangdut es una forma segura de llegar a las masas.
Yudhoyono está en una carrera contra el tiempo para ganar la atención de los votantes antes de la segunda vuelta del 20 de septiembre, y recurrirá a cualquier método conocido para lograrlo. Entre ellos, la música popular.
En la superficie, parece que Yudhoyono tiene visión, un firme liderazgo, una inteligencia firme y una imagen limpia ante la vacuidad intelectual y la indecisión de Megawati. Peor en la realidad, las cosas son diferentes, según el columnista Andre Burrell, del diario Australian Financial Review.
Resulta tentador describir la compulsa de un modo tan simplista, pues Yudhoyono y Megawati tienen más en común de lo que ellos mismos quisieran admitir, sostuvo Burrell.
Megawati concentró su campaña en consolidarse como la líder que estabilizó Indonesia y en destacar el 3,5 por ciento de crecimiento económico alcanzado desde que llegó al poder hace tres años.
Aunque la mandataria no criticó a Yudhoyono abiertamente, algunos de sus asesores colaboró en la campaña estudiantil contra el general retirado, basada sobre la carrera que consolidó en el ejército durante la dictadura del general Alí Suharto.
Aunque Yudhoyouno es considerado reformista por la prensa de Occidente, no constituye un desafío al status quo, según John Miller, de la Red de Acción de Timor Oriental.
Era el subcomandante del ejército indonesio cuando arrasó Timor Oriental. Y su principal virtud es que no fue acusado, dijo Miller. Yudhoyono asistió al centro de estudios militares superiores de Fort Leavenworth, en Kansas, Estados Unidos.
La peor jugada de Yudhoyono fue alinearse con el islámico Partido Luna y Estrella, liderado por Yusril Ihsa Mahendra, para fortalecer sus credenciales religiosas en el país donde se encuentra la mayor comunidad musulmana del mundo.
Yusril, ex redactor de discursos para Suharto, fue ministro de Justicia de Megawati, y fracasó en su principal tarea en el cargo: combatir la corrupción. Por otra parte, el apoyo del dirigente a la aplicación de la ley islámica (shariá) deja a Yudhoyono en una mala posición ante la elite económica del país, mayoritariamente secular.
Luego de alcanzar un acuerdo político con el Partido Luna y Estrella, circularon a través de mensajes de texto por teléfono celular el rumor de que el general adoptaría la shariá si alcanza la presidencia.
Como si no fuera suficiente, circularon otras versiones según las cuales la esposa de Yudhoyono pertenecía a la minoría cristiana. El mismo desacreditó ambos rumores, pero calaron hondo en el electorado.
La política no se trata sólo de sobriedad, sino de carisma personal. Y Yudhoyono loi sabe.
Por eso, no tiene escrúpulos en alcanzar a las masas a través del dangdut. (