Cuando el Consejo de Seguridad de la ONU legitimó el gobierno interino impuesto por Estados Unidos en Iraq, una medida incluida en la resolución unánime de cinco páginas pasó casi inadvertida: el levantamiento de un embargo de armas de 14 años.
Pero el fin de las sanciones militares para Iraq dispuesto por el Consejo en junio no pasó inadvertido para los vendedores de armas, que ahora se disputan un mercado potencialmente multimillonario en el ya sobrearmado Medio Oriente.
La antigua Autoridad Provisional de la Coalición (APC), que entregó el poder al nuevo gobierno iraquí el 28 de junio, dejó arreglada la compra de seis aviones de transporte militar Hércules C-130, 16 helicópteros Iroquois y un escuadrón de 16 aviones de reconocimiento, de vuelo bajo, todos a entregar antes de abril de 2005.
Las compras propuestas forman parte de un intento por reconstruir y revitalizar el ejército iraquí, hambriento de armas. Pero algunos expertos cuestionan la estrategia.
El flujo de armas a Iraq no mejorará la situación de la seguridad en Iraq, ni hará a ese país más seguro frente a las amenazas externas o una posible invasión, afirmó Naseer H. Aruri, profesor rector de la Universidad de Massachusetts.
Con 140.000 soldados estadounidenses, 20.000 de la llamada 'coalición de los dispuestos' y otros 20.000 civiles contratados, Iraq sigue ocupada y sin soberanía real, señaló Aruri, autor de Dishonest Broker: The US Role in Israel and Palestine (Mediador deshonesto: El papel de Estados Unidos en Israel y Palestina).
Por lo tanto, concluyó, la compra de armas en este momento tiende a satisfacer las necesidades de los ocupadores, que precisan reprimir la oposición armada y consolidar la hegemonía estadounidense.
Además, no es apropiado que un gobierno interino, una agencia subcontratista de Estados Unidos, salga a comprar armas mientras muchos países exportadores de armas compiten por los contratos, dijo a IPS.
Estados Unidos, Gran Bretaña y Jordania proveen asistencia y entrenamiento para la creación de un ejército iraquí de 40.000 soldados.
Con la bendición del Congreso estadounidense, la antigua APC también asignó unos 2.100 millones de dólares para seguridad nacional, incluidos 2.000 millones de dólares para el nuevo ejército y 76 millones para un cuerpo de defensa civil.
Desde fines de 2003, Iraq ha comprado 50.000 armas pequeñas de Austria, 421 jeeps Hunter UAZ de Rusia y millones de dólares en vehículos blindados de Brasil y Ucrania, además de rifles de asalto AK-47, pistolas nueve milímetros, vehículos militares, equipos antifuegos y aparatos de visión nocturna.
El mayor contrato individual fue el celebrado con una firma estadounidense para proveer chalecos antibalas, radios y otros equipos de comunicaciones a las tropas iraquíes, por 327 millones de dólares. Dos empresas no estadounidenses que perdieron la licitación impugnaron el contrato.
La decisión de la APC de comprar pistolas a la fábrica de armas austríaca Glock, a fines de 2003, generó una fuerte protesta del Pentágono.
Hay varias empresas estadounidenses que podrían brindar fácilmente esas armas, protestó el representante estadounidense Jeb Bradley, del gobernante Partido Republicano, en una carta al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos otorgó el pasado marzo dos contratos por 2,7 millones de dólares a firmas estadounidenses para proveer a Iraq equipos de transmisión, distribución, comunicación y control.
Un tercer contrato por 7,8 millones de dólares fue otorgado a otra compañía estadounidense, que proveerá avanzados sistemas celulares de comando y control para vincular distintas sedes de las fuerzas armadas iraquíes y al Equipo de Entrenamiento Militar de la Coalición.
Estados Unidos también otorgó un contrato de 150 millones de dólares para la renovación de cuatro bases militares situadas en las ciudades iraquíes de Um Qasar, Al Kasik, Tadji y Numaniya. Y el Pentágono planea ampliar las actuales bases militares cerca de Mosul, Bagdad y Kut, específicamente para el ejército estadounidense. El valor de este último contrato se estima en 600 millones de dólares.
No parece sensato introducir nuevas armas y más capacidad militar en la volátil Iraq, que vive la guerra y la ocupación, el conflicto civil y la transición política, opinó Frida Berrigan, investigadora asociada del Arms Trade Resource Centre, un proyecto de control del tráfico de armas del World Policy Institute, con sede en Nueva York.
Cada día mueren en promedio dos soldados estadounidenses, y la violencia entre iraquíes también cobra numerosas víctimas fatales entre civiles y funcionarios de gobierno, señaló Berrigan en declaraciones a IPS.
Antes de que Iraq sea equipada con armas de alta tecnología, se debe satisfacer sus necesidades de baja tecnología, como el agua potable y un sistema eléctrico confiable, dijo.
Además, la experiencia de la policía iraquí, armada y entrenada por Estados Unidos, indica que el gobierno interino no debe embarcarse en una compra desenfrenada de armas.
En lugar de ayudar a Estados Unidos a reprimir los levantamientos, miles de miembros de la nueva policía iraquí desertaron, y trascendió que muchos entregaron las armas que les dio Estados Unidos a combatientes de la calle. ¿Cuántos de los soldados estadounidenses caídos fueron muertos con armas y municiones estadounidenses?, preguntó Berrigan.
Es un hecho reconocido que Iraq está saturada de armas y municiones, en particular de armas pequeñas y ligeras, resaltó Mouin Rabbani, analista de Medio Oriente establecido en Jordania y editor colaborador de la publicación Middle East Report, con sede en Washington.
Esa es una de las razones por las que Estados Unidos ha tenido tantas dificultades para erradicar la insurgencia, dijo a IPS: los insurgentes no parecen depender de un flujo de armas procedente del exterior.