El esperado informe sobre las fallas de inteligencia que llevaron a Gran Bretaña a unirse a Estados Unidos en la guerra contra Iraq explica los errores cometidos, pero no quién o quiénes los cometieron.
Graves fallas en los datos de inteligencia llevaron a Gran Bretaña a involucrarse en la guerra, dice el informe del comité especial encabezado por Robin Butler, ex-director del servicio civil británico.
El documento de 196 páginas publicado el miércoles sostiene que MI6 (la agencia británica encargada de la inteligencia externa) no controló sus fuentes lo suficiente y en ocasiones se basó en informes de tercera mano.
Uno de los principales errores fue la afirmación de que el presidente iraquí Saddam Hussein podía desplegar armas de destrucción masiva en 45 minutos —uno de los argumentos más fuertes del gobierno británico—, señaló Butler al presentar el informe. Esas armas nunca se encontraron en Iraq.
Sin embargo, el informe no culpa a los servicios de inteligencia, y afirma que no existen motivos para que John Scarlett, jefe del comité conjunto de inteligencia que recabó los datos sobre Iraq, no sea designado jefe de MI6, como está planificado.
[related_articles]
No culpen a la comunidad de inteligencia; cúlpenme a mí, dijo el primer ministro Tony Blair al parlamento tras la divulgación del informe, y agregó que aceptaba totalmente las conclusiones del comité investigador.
Líderes opositores manifestaron que Blair dijo lo correcto, pero no hizo lo correcto. Además, el informe exime al primer ministro de toda culpa al concluir que no existen pruebas de distorsión deliberada de la información o negligencia culposa por parte del gobierno.
El informe habla de mentiras, pero no dice quiénes son los mentirosos, comentó Mustafá Alani, experto en asuntos iraquíes del Royal United Services Institute. Es una buena noticia para Blair, pero mala para la democracia y para la obligación de los gobernantes de rendir cuentas por sus actos, agregó.
Ir a la guerra es la decisión más crucial que puede tomar un gobierno, dijo Alani a IPS. Al final, se demostró que la decisión del gobierno británico se basó en una serie de suposiciones. Esto es muy grave. No se puede basar una decisión tan importante en suposiciones, declaró.
La misma opinión fue emitida en la Cámara de los Comunes, pero sin efecto alguno.
En definitiva, nadie tiene la culpa por todo esto. ¿Por qué no asume su responsabilidad y hace lo que el honor manda?, preguntó Elfyn Llwyd, líder nacionalista de Gales, a Blair.
Al presentar el caso a la nación, el primer ministro excluyó todas las advertencias (de los servicios de inteligencia sobre la calidad de la información recabada). La cuestión entonces es la credibilidad del primer ministro. La pregunta que él debe hacerse es si le queda algo de credibilidad, dijo el líder opositor Michael Howard.
Si nos hubiéramos hecho esa pregunta, nos habríamos ahorrado la inevitable conclusión del informe Butler de que comprometimos tropas británicas en una guerra sobre la base de datos de inteligencia falsos, análisis exagerados y fuentes poco confiables, agregó Robin Cook, el ex canciller que renunció a su cargo en 2003 debido a la decisión de Blair de invadir Iraq.
Pero Blair permaneció desafiante. Nadie mintió. Nadie inventó los datos. Nadie insertó elementos en el dossier contra el consejo de los servicios de inteligencia. Todos tratamos de hacer lo mejor por el país en circunstancias muy difíciles, y actuamos de buena fe, aseguró.
El primer ministro sostuvo que Gran Bretaña hizo lo correcto al invadir Iraq. Derrocar a Saddam (Hussein) no fue un error. Iraq, la región y el mundo son lugares mejores y más seguros sin él, afirmó.
Algunos funcionarios hablan de una posible reforma de los servicios de inteligencia, pero no del gobierno.
Según Alani, el futuro de Blair dependerá de los acontecimientos en Iraq. Si la situación se desarrolla favorablemente, eso justificará los errores del gobierno. Pero si la situación se deteriora, otra vez esos errores y todo el asunto volverán al primer plano, vaticinó.