Millones de portugueses que se habían preparado para celebrar el mayor logro deportivo de su historia despertaron este lunes todavía sin poder superar la derrota ante Grecia, que en la final de la Eurocopa de fútbol logró infiltrar un verdadero caballo de Troya en el centro del corazón lusitano.
Durante las tres semanas de la Eurocopa 2004, millones de lusitanos apoyados por quienes hablan su misma lengua desde la china Macao hasta el sudamericano Brasil, pasando por las ex colonias africanas, vitorearon cada triunfo de su selección sumando piezas cual un inmenso castillo de dominó, que finalmente se desmoronó al colocar la última ficha.
Una tan gigantesca movilización de masas en Portugal, que hasta mayo también disputó con Grecia el puesto de más pobre de la Unión Europea, tenía como único precedente la "Revolución de los Claveles", del 25 de abril de 1974, cuando capitanes izquierdistas del ejército depusieron al régimen corporativista y todo el país se volcó a las calles para saludar la instauración de la democracia.
Pero ni un país entero atrás ni las promesas a la Virgen de Fátima permitieron a Portugal cumplir el sueño que comenzó a acariciar desde que eliminó a España y a Rusia en los albores de la Eurocopa, que se disputó entre el 12 de junio y el domingo en 10 nuevos magníficos estadios construidos de norte a sur del país.
La desilusión cundió también entre los miles de jóvenes del asiático Timor Oriental, que, en una explosión de alegría cuando el 30 de junio la selección de fútbol portuguesa eliminó a su similar de Holanda, tomaron las calles de su capital, Dili, convirtiéndolas en inmensas pistas de baile.
La decepción fue grande entre los lusoafricanos, quienes a medida que la selección lusitana ascendía fueron organizando fiestas populares en Angola, Mozambique, Guinea-Bissau, Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe.
Así lo fue también para los fieles adeptos del antiguo Estado Portugués de la India, que siguieron paso a paso la actuación del equipo dirigido por el brasileño Luiz Felipe Scolari en gigantescas pantallas al aire libre instaladas en Goa, Diu y Damão
Toda esta movilización nacional y el vigoroso apoyo de la lusofonía no impidió que el domingo Portugal tuviese su propio "maracanazo", una expresión del lenguaje del fútbol nacida en la humillante derrota del inmenso Brasil en 1950 cuando el pequeño Uruguay le arrebató el título mundial en el estadio de Maracaná de Río de Janeiro.
Un remate, un gol de cabeza y una copa que esta mañana embarcó para Atenas, marcó el fin de las esperanzas de la "generación de oro" del fútbol portugués, vencida por un equipo griego que, según la mayoría de los periodistas deportivos de todo el mundo, juega un "fútbol parásito", habitante agazapado de la penumbra y siempre esperando un instante de distracción del rival.
Eusebio da Silva Ferreira, "La Pantera Negra" del club lisboeta Benfica y de la selección lusa de la década del 60, ahora con 64 años, irrumpió en un llanto inconsolable y desgarrado por el dolor al abrazar, después de la derrota, a los futbolistas internacionales Luis Figo, Rui Costa y Fernando Couto, que el domingo vistieron tal vez por última vez la camiseta portuguesa.
Lo mismo ocurrió este lunes durante el acto de condecoración al equipo, cuando durante su discurso de agradecimiento por los servicios prestados al país y a la elevación de la autoestima nacional, el propio presidente de Portugal, Jorge Sampaio, comenzó a titubear y dejó escapar unas lágrimas de emoción.
Sin embargo, tanto el jefe del Estado, como los políticos y dirigentes del deporte nacional e internacional ofrecieron a Portugal un premio de consuelo, declarando a sus autoridades campeones europeos en organización y seguridad y a su pueblo primados del mundo en hospitalidad y "fair play" (juego limpio).
En efecto, la noche de Lisboa fue inundada por adeptos de los campeones y los vicecampeones, que entremezclando miles de banderas azul y blanca de Grecia y rojo y verde de Portugal, cantaron y bailaron hasta avanzadas horas de la madrugada.
Helénicos y lusitanos, celebraron más bien el éxito del campeonato en términos de recuperación de los viejos valores deportivos del fútbol, hoy convertido en un negocio de vastas proporciones, que maneja cifras que serían consideradas obscenas en otros campos de actividad.
La satisfacción por la eliminación de todos los "grandes", como son calificados Alemania, España, Francia, Holanda, Inglaterra e Italia, también fue recordada por los adeptos de Grecia y de Portugal, que hasta el ingreso de 10 nuevos países, el 1 de mayo, competían cada año por no ocupar el último lugar de los 15 miembros de la Unión Europea (UE) y por no superar los déficits, so pena de pesadas multas de la Comisión de Bruselas.
El editor internacional de Diario de Noticias de Lisboa, Albano Matos, escribió este lunes en un editorial que, al disputar la Copa de Europa, "los dos países que siempre lucharon para escapar de la cola de la UE, esta vez pudieron vencer a sus arrogantes socios del Norte rico sin temer a las represalias impuestas por el directorio de burócratas instalados en Bruselas".
Al hacer un balance de las tres semanas, el presidente de la UEFA, Lennart Johansson, dijo que esa institución "está orgullosa de haber escogido a Portugal para organizar la Eurocopa 2004, que fue sin duda alguna, el mejor Europeo de Fútbol de siempre".
En una encuesta, realizada entre 400 periodistas extranjeros especializados en deporte destacados en Portugal durante el certamen, todos coincidieron con el italiano Massimo Franchi, de Tuttosport, en que la Eurocopa contó con "una organización de cinco estrellas".
El conocido periodista español Jesús Cacho, bajo el largo título de "Elogio a Portugal, un país con una feroz libertad de expresión, del que los españoles tenemos mucho que aprender" , escribió a inicios de este mes en su habitual columna de El Confidencial.com, que muchos en su país "están descubriendo estos días, aparentemente sorprendidos, la existencia en la casa de al lado de un vecino llamado Portugal".
Cacho subrayó que el vecino ibérico es "bastante más pobre que nosotros, pero capaz de organizar una evento tan importante como un Campeonato de Europa de fútbol, de construir una serie de estadios, todos magníficos, de ganar a la millonaria selección española, e incluso de colocar como presidente de la Comisión Europea a uno de sus políticos, José Manuel Durão Barroso".
Un aficionado inglés que permaneció en Lisboa pese a la eliminación de su selección el 24 de junio, entrevistado en una soleada terraza de un café céntrico, colocó la nota de humor al opinar este lunes ante las cámaras de televisión que "Portugal es el país ideal para todo tipo de campeonatos: buen clima, gente muy hospitalaria y muy importante, con cerveza buena y bastante barata".