La transferencia de la soberanía de Iraq no le permitirá al flamante gobierno nacional controlar la economía ni mucho menos.
Un paquete de decretos que la ocupación estadounidense dejó bien atado, sumado a una pesada deuda y la continua presencia de topas extranjeras, pintan un panorama que dista mucho de la autonomía económica.
Antes de dejar Iraq el 28 de junio, el jefe de la disuelta Autoridad Provisoria de la Coalición ocupante, L. Paul Bemer, dijo que uno de sus mayores logros fue transformar Iraq en una economía de mercado, con tasas de interés y aranceles bajos y leyes de inversión extranjera de corte liberal.
En mayo de 2003, Bremer declaró Iraq país abierto a los negocios. Durante los siguientes 14 meses, su Autoridad promovió grandes cambios en el marco regulatorio y legal, firmó contratos de largo plazo y designó comisiones supervisoras por periodos de varios años.
Como consecuencia, la economía del país parece encarrilada en una vía difícil de alterar.
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El Instituto de Estudios Políticos, un centro académico con sede en Washington que se define progresista, calculó que Bremer aprobó unos 100 decretos que, entre otras cosas, dan a las corporaciones estadounidenses un virtual reinado sobre la economía iraquí.
Al mismo tiempo, el Instituto indicó que esos decretos también excluyen a los iraquíes de los esfuerzos por la reconstrucción de su propio país, los cuales no han logrado cubrir sus necesidades básicas.
Los ciudadanos iraquíes tampoco han podido intervenir mucho en los cambios impuestos por la Autoridad, según un informe de la institución washingtoniana.
La mayoría de las obras de la reconstrucción fueron asignadas por la ocupación a compañías estadounidenses que parecen haberse asegurado el mantenimiento y los futuros proyectos de infraestructura, en general enormes y con uso intensivo de capital.
El Instituto Sociedad Abierta sostuvo que la Autoridad Provisional de la Coalición comprometió poco antes de disolverse miles de millones de dólares en proyectos mal concebidos, con la aparente intención de imponer esos contratos a cualquier gobierno iraquí futuro.
La Junta de Revisión de Programas, organismo controlado por Estados Unidos a cargo de gestionar las finanzas de Iraq, aprobó en una única reunión gastos por casi 2.000 millones de dólares en fondos pertenecientes al país árabe.
Con tanto dinero disponible para regalar en efectivo y tan poca planificación, será imposible evitar la corrupción y el desperdicio, dijo Svetlana Tsalik, que investiga el uso del dinero iraquí en el Instituto Sociedad Abierta, que preside el financista húngaro-estadounidense George Soros.
El nuevo gobierno dispondrá mucho menos dinero que la Autoridad Provisional de la Coalición, que dispuso del Fondo de Desarrollo creado por el Consejo de Seguridad de la ONU en mayo para controlar el uso del dinero obtenido, entre otras fuentes, por ventas de petróleo, dijo Tsalik.
El Fondo recaudó 20.000 millones de dólares y, cuando la Autoridad Provisional de la Coalición se fue, quedarán allí menos de 3.000 millones de dólares, sostuvo la experta.
Dos mil millones de dólares se gastaron hace poco en una sola reunión de la Autoridad. Así que, aunque cuente con el control formal de la economía, el nuevo gobierno tendrá mucho menos dinero que gastar, añadió.
El Consejo de Seguridad de la ONU ordenó el 8 de junio al nuevo gobierno cumplir con las obligaciones asumidas por el Fondo de Desarrollo antes del 30 de junio, lo cual le impide omitir el pago de gastos cuestionables establecidos por la ocupación.
Además, la Autoridad Provisional dejó un legado presupuestal de cientos de expertos y asesores estadounidenses en los 29 ministerios y en otras agencias gubernamentales, quienes tiene, además, enorme influencia sobre todas las áreas.
Sabemos que esos asesores permanecerán en los ministerios, pero considero difícil saber cuánto poder detentarán. No constituirán un poder oficial, sino extraoficial, reforzado por el hecho de que Estados Unidos mantendrá 140.000 soldados en Iraq, dijo Tsalik.
Por otra parte, las instituciones financieras internacionales, que con frecuencia son empleados por Washington como herramienta de sus propias políticas, comenzarán a trabajar pronto en Iraq.
La ya enorme deuda del país y sus planes de asumir nuevos créditos para la reconstrucción subyugarán, al parecer, al país en más condiciones de instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Se calcula que la deuda iraquí asciende a 120.000 millones de dólares. El Club de París, que incluye a 19 de los países más ricos del mundo, es acreedor de 40.000 millones, 21.000 millones correspondientes a capital y el resto a intereses. La mayor parte del remanente corresponde a países árabes y acreedores privados.
Juan Cole, experto en asuntos iraquíes de la Universidad de Michigan, considera que el nuevo embajador de Estados Unidos, John Negroponte, tendrá el control sobre 18.300 millones de dólares en asistencia al país árabe.
Además, agregó Cole, el secretario (ministro) de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld controlará la fuerza militar de la coalición, por lo que no habrá mucho espacio real para la soberanía.