El ir y venir de carros-cisterna y el urgente tendido de nuevos conductores de agua revelan que la sequía que desde hace tiempo hostiga los campos de Cuba pasa a instalarse en populosas ciudades y exige respuesta del sector hidráulico.
Poco tiene que ver esta aguda escasez de agua, que deja los terrenos agrietados y mata miles de animales, con la imagen paradisíaca que ha caracterizado a un archipiélago donde los poetas llevaban cinco siglos cantando a la nobleza del clima y la feracidad del suelo.
Hace diez años la sequía cayó sobre el territorio oriental y desde principios de 2003 se ha recrudecido, al punto de que en el mes de mayo ninguna de las 14 provincias del país registró lluvias por encima de 60 por ciento del promedio histórico.
Holguín, Camagüey y Las Tunas son las provincias más afectadas por la escasez de lluvias, todas al este de La Habana, aunque al oeste también comenzaron a agotarse fuentes de suministro de la capital y bajó el nivel de represas en Pinar del Río, ubicada a 176 kilómetros de la capital.
Ante la emergencia, una Comisión Gubernamental encabezada por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) busca desde principios de este mes alternativas de solución a corto, mediano y largo plazo para afrontar la aguda escasez de precipitaciones y el agotamiento de otras fuentes de abasto.
Mientras tanto, autoridades del sector agrícola incentivan la incorporación de variedades vegetales más resistentes a la escasez de agua y las enfermedades, junto con la aplicación de sistemas de riego más eficientes y el reordenamiento de los cultivos según el régimen de lluvias.
Hemos aprendido mucho en cada nueva sequía, dijo a la prensa Jorge Luis Aspiolea, presidente del INRH, organismo encargado de la protección y el uso racional de los recursos hídricos.
Según sus cálculos, harían falta 4.000 millones de dólares para solucionar todos los problemas acumulados, que incluyen el mal estado de acueductos y redes de distribución. Por ahora, se invierten cada año de siete a ocho millones de dólares.
En 2003, más de 100 obras fueron terminadas por el INRH, que destinó 76 por ciento de los recursos a concluir y poner en funcionamiento 51 acueductos, y a rehabilitar sistemas de alcantarillado. El país dispone actualmente de 2.708 acueductos.
De los 11,2 millones de habitantes del país, 95 por ciento tiene cobertura de abasto de agua, indicador que las autoridades comparan con los de países desarrollados y sitúan como uno de los de más altos en América Latina y el Caribe.
El mes de mayo, asociado en la isla con las lluvias, fue este año el más seco desde 1961 y en algunos territorios el más seco de la historia. En junio, las precipitaciones fueron 56 por ciento del promedio anual.
Hasta ahora se han secado 62 presas, 26 por ciento de las existentes en el país. Al cierre de mayo había almacenados 3.395 millones de metros cúbicos de agua, 39 por ciento de la capacidad nacional, según los más recientes reportes.
Pero el abastecimiento de agua tiene problemas acumulados de larga data, con independencia de la actual sequía. La Habana, por ejemplo, dispone de 4.000 kilómetros de redes hidráulicas, pero 3.000 deben ser repuestas por su mal estado técnico.
Los sistemas de saneamiento cubren a 94 por ciento de la población, pero sólo 40 por ciento de ella tiene acceso al servicio de alcantarillado en su domicilio, y aún abundan fosas colectoras en ciudades y letrinas en zonas rurales
La sequía apremia y es un detonante para nuevas obras. Holguín, habitada por un millón 28.577 personas y ubicada 770 kilómetros al este de La Habana, se nutre de tres represas, pero dos quedaron agotadas, y la tercera pierde sus reservas.
En enero comenzó la construcción de una tubería de más de 53 kilómetros para asegurar, desde agosto, la llegada a Holguín de 500 litros de agua por segundo desde el caudaloso río Cauto.
Esa es nuestra esperanza, porque ya estamos exhaustos de cargar agua desde hace meses, confesó a Tierramérica, por teléfono, María Luisa Arroyo, una holguinera abastecida por un camión-cisterna que llega hasta su barrio con cierta regularidad.
No menos crítica es la situación en Camagüey, 570 kilómetros al este de La Habana. A veces pasa hasta una semana entre cada suministro de agua por tuberías, refirió René Montes, vecino del centro histórico de esa ciudad colonial, una de las más bellas de la isla.
Las Tunas, Granma, Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo, las cinco provincias orientales del país, han sido históricamente las más golpeadas por la sequía y también son de las más rezagadas en acceso a servicios de agua y saneamiento. (