China estaría dispuesta a sacrificar la estabilidad política y económica de Asia oriental si Taiwan intenta declarar la independencia, según el vicepresidente de la Universidad de Relaciones Exteriores de Beijing, Qin Yaqing.
Taiwan es una gran cuestión, un gran problema y siempre lo ha sido, sostuvo Qin, profesor de Estudios Internacionales, en relación con la entidad política que ocupa la isla de Formosa y a la que el gobierno chino considera una provincia renegada.
Los dirigentes chinos han esgrimido por ahora un discurso pacífico para contrarrestar el programa independentista del nuevo presidente de Taiwan, Chen Shui-bian.
De todos modos, las posibilidades de conflicto son altas, dijo Qin en un seminario sobre China patrocinado en Washington este mes por la estadounidense Fundación Sasakawa par la Paz.
El choque entre los nacionalistas taiwaneses y el gobierno chino ha sido promovido, según el experto, por el ala neoconservadora del gobierno estadounidense, sector derechista que ha dominado la política exterior de Washington hasta hace pocos meses.
Los neoconservadores perciben a China como un potencial rival militar de Estados Unidos y han presionado para que la potencia norteamericana aumente sus ventas de armas a Taiwan.
Taiwan se separó políticamente de Beijing tras la victoria en 1949 de las fuerzas comunistas en China continental y la huida de los líderes del partido nacionalista Kuomintang hacia Formosa, donde establecieron un gobierno rival aunque sin declarar la independencia.
Estados Unidos privilegió a partir de los años 70 la relación con China. En 1979, el entonces presidente Jimmy Carter rompió relaciones diplomáticas.
Taipei afirma que 20 años de reformas democráticas transformaron la isla de forma radical y crearon una nueva identidad en su población, mientras Beijing insiste en que Taiwan es una provincia renegada que le pertenece.
China amenaza con usar la fuerza si la isla se declara independiente o se niega a reunificarse con el continente.
Hace 10 años, la mayoría de los 23 millones de taiwaneses se definían como chinos. Ahora, en cambio, las encuestas revelan que la mayoría se consideran taiwaneses antes que chinos.
Pero las autoridades comunistas chinas pasan por alto la nueva identidad nacional y continúan blandiendo amenazas contra el presidente taiwanés Chen por impulsar una agenda tendiente a la declaración formal de independencia.
La gran pregunta atañe a potencias exteriores. Si los neoconservadores estadounidenses tienen una voz muy fuerte en los círculos de Washington, eso añadirá presión en el proceso político chino, sostuvo Qin.
China cree que el interés de Taiwan en adquirir armas estadounidenses de avanzada tecnología se relaciona con su firme voluntad de independencia, y, por eso, es importante tanto para China como para Estados Unidos tener cuidado, según Qin.
La consejera de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Condoleezza Rice, visitó Beijing la semana pasada para sostener conversaciones de alto nivel con el presidente Hu Jintao, el ministro de Relaciones Exteriores Li Zhaoxing y el comandante militar Jiang Zemin, ex presidente de la república y ex secretario general del gobernante Partido Comunista.
Buena parte de las deliberaciones se concentraron en las conversaciones entre seis partes convocadas por China para considerar el destino del programa nuclear de Corea del Norte. Pero Beijing advirtió a Rice que su principal preocupación era Taiwan.
China no se ubicará en el asiento de atrás para mirar y no hacer nada si las autoridades de Taiwán se aferran obstinadamente a la independencia y si fuerzas extranjeras se entrometen y las apoyan, dijo Jiang a Rice, según informes de prensa.
Jiang agragó que Taiwán es el asunto más importante y delicado en las relaciones chino-estadounidenses, y advirtió que Beijing está seriamente preocupado y molesto por la venta de armas avanzadas a la isla.
El parlamento de Taiwán considera una propuesta para comprar 18.200 millones de dólares en equipo militar de tecnología avanzada a Estados Unidos, con el argumento de que China lanzó una carrera armamentista.
El paquete, que constituiría la mayor compra de armas de Taiwán en una década, incluye sistemas antimisiles, ocho submarinos diesel, 12 aviones P3-C con sistemas antisubmarinos.
El acuerdo fue alcanzado en 2001, cuando George W. Bush llegó a la presidencia y levantó las restricciones a las ventas de armas a Taiwán.
Rice rechazó la demanda china de interrumpir las ventas de armas a Taiwán, pero se ofreció como mediador entre Taipei y Beijing, según el diario estadounidense The Washington Post.
Legisladores taiwaneses visitaron Washington en junio para discutir la venta de armas. El presidente del parlamento, Wang Jin-Pyung, se entrevistó con el subsecretario de Defensa estadounidense, Paul Wolfowitz, uno de los principales dirigentes del ala neoconservadora y defensor de la operación.
Se trató de la reunión de más alto nivel entre funcionarios gubernamentales desde la ruptura de relaciones en 1979.
El Diario del Pueblo, portavoz del Partido Comunista de China, advirtió que la compra-venta de equipamiento bélico —en especial la de los aviones P3-C— podría perturbar las relaciones chino-estadounidenses.
El ministro de Defensa Nacional de Taiwán, Lee Jye, replicó la semana pasada que las nuevas armas eran vitales para la seguridad de la isla, pues China había duplicado su presupuesto militar en pocos años.
Por otra parte, Beijing nunca rectificó su postura de que recurriría a la fuerza para que Taiwán regresara bajo el ala del continente bajo ciertas condiciones, agregó Lee.
Funcionarios estadounienses y taiwaneses reiteraron su preocupación ante los ejercicios militares en tierra, mar y aire programados para fines de julio en una isla ubicada a 150 millas náuticas de Formosa.
Pero el extremo cuidado mostrado por la Casa Blanca frente al conflicto entre China y Taiwán ha irritado a los neoconservadores, para quienes Estados Unidos debe respaldar con mayor decisión a la isla en su camino hacia la independencia formal. (