Casi desde que se conocieron, los presidentes Néstor Kirchner, de Argentina, y Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, hacen equilibrio entre una anunciada amistad política y diversos sacudones y recelos en la relación comercial. El lado ríspido ensombrecía el miércoles la relación entre la Argentina y Brasil, al iniciarse en la nororiental ciudad argentina de Puerto Iguazú la XXVI Cumbre del Mercosur, a raíz de las medidas proteccionistas que tomó la Argentina para limitar las importaciones de electrodomésticos brasileños. "El Mercosur debe servir para que las industrias se desarrollen en forma equitativa, no para que se beneficie un solo país. Si no, no sirve", dijo Kirchner, antes de llegar a la cita. Cuando se conocieron esas declaraciones aumentó el malestar en la delegación brasileña. Y se potenció cuando, al aterrizar en Iguazú, agregó que Argentina analizaba ampliar las restricciones a otros rubros, como el textil. En la comitiva de Kirchner reconocían que, irremediablemente, el conflicto comercial ha pasado a ser el tema central de la cumbre. .No había en la agenda presidencial de Kirchner un lugar para recibir a solas a Lula en la primera jornada de la cumbre, pero, al cierre de esta edición, compartían la cena de camaradería que ofrecía el gobierno anfitrión a los siete presidentes invitados. Se saludaron afectuosamente y se sentaron a una mesa larga, en la que también estaba Duhalde. Hablaron profusamente.
