AMBIENTE: La OTAN a la caza de ballenas

Las maniobras militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en aguas de Marruecos, España y Portugal, que causan la muerte de ballenas, impulsaron a la organización ecologista Greenpeace Internacional a reclamar la aprobación de un estricto código de conducta que evite ese daño.

En nota dirigida este viernes al socialista ministro de Defensa de España, José Bono, Greenpeace le pidió que eleve el problema al Consejo de la OTAN y que le exija la aprobación de ese código con el objetivo de impedir el uso de los sónares que afectan a los cetáceos.

Informaciones procedentes de las españolas Islas Canarias, frente a la costa noroccidental de Africa, indican que tras maniobras de la OTAN, que terminaron el pasado fin de semana, comenzaron a aparecer ballenas varadas y muertas en playas de esas islas y de las portuguesas Azores.

En las maniobras ”Majestic Eagle 04” dirigidas por el vicealmirante estadounidense Harry Ulrico, participaron una veintena de barcos de diez países de la OTAN, entre ellos España y Portugal, y de Marruecos como país anfitrión.

Por el área del océano Atlántico entre la costa occidental de Marruecos y las Islas Canarias fluyen varias corrientes acuáticas, y eso facilita la coexistencia de animales marinos de zonas cálidas, templadas y frías.

Así, conviven especies del Atlántico americano y europeo con otras de las costas africanas, donde está uno de los bancos pesqueros más productivos del mundo. La temperatura del agua y la gran disponibilidad de alimentos son características que favorecen especialmente la vida y reproducción de ballenas y delfines.

Greenpace identificó a los tres animales varados en costas canarias como zifios de Cuvier (Ziphius cavirostris) y advirtió de que los muertos pueden ser más.

Que una ballena termine en una playa al fallecer depende de la fuerza y dirección de las corrientes en las que ocurrió el deceso, explicó la organización.

Sebastián Losada, responsable de la campaña de ballenas de Greenpeace, dijo a IPS que se espera una reacción positiva de este gobierno español, que asumió en abril, en contraposición a lo ocurrido en 2003, cuando el entonces ministro de Defensa, Federico Trillo, declaró que se tomarían medidas de precaución en ese tipo de maniobras ”pero todo siguió igual”.

Al margen de otros efectos negativos de las maniobras, lo que más afecta a los mamíferos marinos, como las ballenas, es el uso de sónares activos de baja frecuencia, utilizados por los militares para detectar submarinos.

El uso de ese tipo de sónares en 40 por ciento del océano Pacífico fue prohibido en 2003 por un juez estadounidense, quien dejó abierta la posibilidad de emplearlos en zonas consideradas pobres en vida marina. Pero ”las aguas donde se realizaron las maniobras la semana pasada son todo lo contrario de aguas pobres, pues son muy ricas en especies marinas”, señaló Losada.

En una carta dirigida este viernes a Bono, Greenpeace le solicitó que informe acerca del tipo de sónares que fueron utilizados y que garantice que en el futuro no se permitirá el uso de los que puedan poner en peligro a los mamíferos marinos.

Asimismo le pidió que garantice que las Fuerzas Armadas españolas no tomarán parte en maniobras militares que incluyan el uso de esos sónares, y que demande al Consejo de la OTAN la elaboración de un código de conducta respetado por todos sus miembros y que asegure que lo ocurrido en aguas canarias no se repetirán en el futuro.

El uso de los sónares cuestionados, conocidos también como sónares activos, provoca lesiones cerebrales en los mamíferos marinos.

A raíz de la muerte de una decena de cetáceos durante maniobras similares realizadas en 2002, se realizó una investigación científica cuyos resultados fueron publicados en la revista especializada Nature el 9 de octubre de 2003, mediante un artículo de los científicos Paul Jepson, del Instituto Zoológico de la Universidad de Londres, y Antonio Fernández, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canarias.

En ese estudio se describió el proceso por el que los sónares activos provocan la interrupción del flujo sanguíneo, como consecuencia de la presión y las resonancias provocadas dentro del organismo de los mamíferos.

El daño es similar al que sufren los buceadores humanos cuando sufren una descompresión demasiado rápida, al pasar velozmente de una profundidad a otra, señalaron Jepson y Fernández.

La alteración del flujo circulatorio facilita la formación de grandes burbujas gaseosas o grasas, que causan embolia al obstruir vasos sanguíneos, y eso puede dañar catastróficamente, por mala irrigación, los tejidos de órganos vitales.

Mientras se esperan soluciones, y para atender a ballenas vivas que quedan varadas, el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Gran Canaria comenzó a utilizar un aparato donado por la organización no gubernamental británica Marine Life Rescue.

Ese aparato consiste en una balsa neumática con dimensiones y formas adecuadas a la de las ballenas, y que permite que sólo dos personas las trasladen, aunque lleguen a pesar hasta 5.000 kilos.

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