Los votantes de la Unión Europea (UE) ampliada utilizaron su voto en las elecciones parlamentarias que terminaron el domingo para demostrar su insatisfacción con la institución regional y con gobiernos nacionales.
La mayor elección internacional de la historia, celebrada entre el jueves y el domingo con 350 millones de votantes habilitados, arrojó buenos resultados para los partidos opositores de la mayoría de los 25 países miembros y para los llamados euroescépticos.
Los partidos gobernantes en Alemania, Francia y Polonia sufrieron importantes pérdidas, en medio de una ola de protestas por cuestiones internas y externas a la Unión.
El descontento también se reflejó en el porcentaje de concurrencia a las urnas, el más bajo de la historia de las elecciones europeas: menos de 45 por ciento. Este porcentaje representa una caída de cinco por ciento respecto de las elecciones de 1999.
La participación electoral fue particularmente decepcionante en los 10 países que se incorporaron el pasado 1 de mayo al bloque, porque se esperaba que la novedad de las elecciones europeas atrajera en ellos a un alto número de votantes.
Pero sólo concurrieron a las urnas 40,3 por ciento de los votantes habilitados en los nuevos miembros, en una preocupante señal de que el idealismo de la ampliación de la UE está desapareciendo.
El principal grupo político del Parlamento Europeo, el conservador Partido Popular Europeo, conservará su mayoría con 265 (36,9 por ciento) de los 732 escaños. El Partido Socialista Europeo será otra vez segundo, y los liberales, terceros.
El revés más duro para la Unión Europea procedió de Gran Bretaña, donde el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), que pretende la retirada completa del bloque, se aseguró 17 escaños en un total de 78.
El eurodiputado británico Robert Kilroy-Silk, un ex presentador de televisión que ahora representa al UKIP en el Parlamento Europeo, declaró el domingo en su discurso de aceptación que la ciudadanía de Gran Bretaña quiere recuperar al país de manos de Bruselas, y nosotros se lo devolveremos.
Mientras, el líder liberal Graham Watson lamentó el aumento del número de euroescépticos. Esas personas son los arruinadores, los que se oponen a las soluciones, dijo.
Los euroescépticos también lograron importantes victorias en otros países miembros.
En Suecia, el nuevo partido Junilistan, crítico hacia la UE, ganó el tercer lugar, con tres escaños. En Bélgica, el ultraderechista Vlaams Blok conquistó 14,3 por ciento de los votos y obtuvo el segundo puesto.
Poul Nyrup Rasmussen, presidente del Partido de los Socialistas Europeos, advirtió que los euroescépticos no obstaculizarán el trabajo del parlamento.
Los resultados electorales son muy satisfactorios, pese a reveses en algunos países. En general, mantuvimos nuestra fuerza. Ahora, cumpliremos nuestras promesas, declararon Rasmussen y Enrique Barón, líder parlamentario del Partido de los Socialistas.
Gran parte del electorado aprovechó las elecciones europeas para emitir un voto castigo a los partidos que gobiernan en sus respectivos países.
La mayoría de los votantes de Francia y Alemania usaron su sufragio para expresar preocupación por el magro crecimiento económico y rechazo a las reformas a la seguridad social y las leyes laborales.
En Gran Bretaña, el primer ministro Tony Blair fue castigado por su apoyo a la invasión de Iraq. En consecuencia, el opositor Partido Conservador desplazó al gobernante Partido Laborista al segundo lugar.
Algo similar ocurrió en Italia, donde el partido del primer ministro Silvio Berlusconi, otro aliado de Estados Unidos contra Iraq, fue derrotado por la agrupación de centro-izquierda encabezada por el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi.
Los mandatarios europeos se reunirán en Bruselas el 17 y 18 de este mes para acordar la siguiente fase de la integración del bloque. Las políticas a seguir tras la última ampliación se plasmarán en un borrador de Constitución.
Sin embargo, los resultados del domingo podrían amenazar la capacidad de los líderes europeos para promover la Constitución entre votantes hostiles, que deberán ratificar el tratado en referendos nacionales.
Pat Cox, ex presidente del Parlamento Europeo, señaló que el brote euroescéptico es un llamado de alerta para los líderes integracionistas de todo el continente, en especial para los de aquellos países que proponen referendos sobre el tratado constitucional.
El Parlamento Europeo es la única institución de la UE elegida directamente por los ciudadanos, y su función es ejercer un control democrático sobre los otros organismos del bloque. Nuevos tratados regionales aumentaron las facultades del parlamento en los últimos años.