La mayor parte de los trabajos forzados puede desaparecer del mundo en cinco o 10 años, si hay voluntad política, recursos suficientes y políticas sociales equitativas, estimó un funcionario de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Los problemas de ésta y otras formas contemporáneas de esclavitud son manejables, sostuvo Roger Plant, jefe del programa de acción especial de la OIT para combatir el trabajo forzado.
Según las investigaciones, se trata de un problema mundial porque aparecen graves casos en países ricos y pobres.
Otra característica es que la mayor parte del trabajo esclavo no es impuesta por el Estado y tampoco puede ser relacionada con políticas represivas estatales.
Pero hay excepciones, como Birmania y Corea del Norte, donde los estados sistemáticamente someten a trabajo esclavo a opositores políticos, minorías étnicas y otros sectores de la población.
En cambio, el trabajo esclavo moderno es impuesto por agentes privados, individuos o compañías, y se efectúa a menudo en las economías informales, dijo Plant.
Una de las mayores dificultades es la ausencia de cifras aproximadas de las personas sometidas a esta explotación.
Un experto de India, Jagvir Singh, dijo que un cálculo extraoficial eleva a más de 75 millones la cantidad de sus compatriotas que viven en esas condiciones, en un país de 1.100 millones de habitantes.
Pero el problema de la medición de los damnificados es un obstáculo para la investigación del fenómeno, confirmó Paulo Sergio Pinheiro, presidente del grupo de trabajo de la ONU sobre las formas contemporáneas de esclavitud, que sesiona esta semana en Ginebra.
El trabajo forzado es muchas veces estacional, pues guarda relación con actividades agrícolas. Por ese motivo, se localiza en zonas remotas de los países, lo que obliga al desplazamiento de unidades de inspección móviles, insistió el experto brasileño.
La OIT anunció que intentará efectuar una estimación de los efectos del trabajo esclavo en todo el mundo en su Informe Global 2005, que presentará en mayo del año próximo.
La primera definición legal se debe a la misma OIT que, casi 75 años atrás en su convenio sobre la materia, distinguió esa explotación como todo trabajo o servicio obtenido de una persona bajo amenaza y para el cual la persona no se ha ofrecido voluntariamente.
Esos dos elementos, la involuntariedad y la amenaza, aparecen con frecuencia en los trabajadores y trabajadoras migrantes que se ocupan en el servicio doméstico.
Muchos de esos trabajadores se encuentran bajo la amenaza explícita o psicológica de la deportación o de violencia, observó Gabriela Rodríguez Pizarro, relatora especial de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) para los trabajadores migrantes.
Una de las prácticas más comunes es la esclavitud por deudas, que ahora se identifica con mayor frecuencia en Africa, precisó Plant.
También existe la servidumbre, por lo general localizada en los sistemas agrícolas, como la esclavitud por deudas de Asia del sur o los sistemas feudales que aún se encuentran ocasionalmente en partes de América Latina.
Otras formas son las impuestas directamente por el Estado a través de la prisión laboral, que incluye la pena de trabajos forzados a presos políticos. Entre estas variedades se reconoce la obligación de realizar trabajos, a menudo sin paga, en obras públicas de infraestructura.
Plant sostuvo que la distinción principal entre esas formas que han surgido en las últimas décadas se verifica entre el trabajo forzado impuesto por el Estado y el que obtienen por la misma coacción individuos o empresas privadas.
El funcionario admitió que se puede hablar de viejas y nuevas formas de trabajo esclavo, aunque las antiguas también se modifican con la globalización y los cambios tecnológicos.
Los viejos problemas se relacionaban con los sistemas de castas, la discriminación étnica y los vestigios del feudalismo. Los nuevos aparecen ligados al fracaso de los mercados de crédito y financieros, a las migraciones internas y a través de las fronteras nacionales.
El indio Singh, representante de la Federación Juvenil Aria Internacional, dio un ejemplo de las nuevas formas de trabajo esclavo. En su país, la jurisprudencia ha establecido que el pago de una remuneración inferior al salario mínimo equivale a trabajo forzado, recordó.
En Gurgaon, una ciudad cibernética cercana a la capital, poblada por centrales de servicios telefónicos, hay unos 20.000 o 25.000 trabajadores inmigrantes ocupados en la construcción que en lugar de recibir el jornal mínimo de 87 rupias (unos dos dólares) obtienen entre 55 y 60 rupias por día.