Con el estreno de una telenovela favorable a la causa del presidente Hugo Chávez y el refrescamiento de encuestas sobre apoyo popular al gobierno y a la oposición recomenzó la lucha por el poder en Venezuela, cuya próxima batalla, el 15 de agosto, será el referendo que revocará o ratificará al mandatario.
Amores de barrio adentro es la serie lanzada por la televisora del Estado para narrar la vida y la actualidad política en una barriada humilde, alrededor de una historia de amor entre una muchacha chavista y un joven ni-ni, como se llama en Venezuela a los políticamente neutrales (ni con el gobierno ni con la oposición).
Venezuela desarrolló durante las dos últimas décadas el género de telenovela realista, e incluso exportó producciones, y algunos de sus libretistas y directores hicieron escuela.
Dos de ellos, Rodolfo Santana y Román Chalbaud, están a cargo de Amores…, a la que la que la crítica augura buenas probabilidades de éxito.
Chalbaud, icono del cine y el teatro en Venezuela, dijo que la serie refleja en la pantalla lo que todos quieren ver: la verdad de la revolución y las mentiras de la oposición.
Para que no queden dudas, el nombre calza con el programa Barrio Adentro, lanzado por Chávez en 2003 para llevar asistencia primaria de salud a barriadas y caseríos populares, y en el que han participado unos 10.000 médicos cubanos.
Chávez hace lo correcto, se dirige a los ni-ni, mientras la oposición está paralizada y confiando en las encuestas, advirtió el analista político opositor Jorge Olavarría.
La encuestadora Hinterlaces, que combina sondeos numéricos con grupos de debate (focus groups) encontró en mayo que 51 por ciento de los venezolanos se declaraba ni-ni, frente a 33 por ciento de chavistas y 16 por ciento de oposición.
En los ni-ni están los votos que van a decidir el referendo, dijo a IPS Oscar Schémel, director de Hinterlaces. Es gente que no está conforme con el presente pero no quiere regresar al pasado. Buscan alternativas y líderes con los cuales identificarse.
La televisión se colocó como pieza clave en el juego político después de que Chávez se reunió el 18 de junio con el magnate de los medios de comunicación Gustavo Cisneros (dueño del servicio satelital de televisión y audio para abonados DirecTV y de Venevisión, el canal de más audiencia en Venezuela), a pedido del ex presidente estadounidense Jimmy Carter (1977-1981), amigo de ambos y participante en el encuentro.
Chávez llama jinetes del Apocalipsis a las cuatro grandes televisoras privadas de Venezuela, las culpa de manipular a la opinión pública, y ha acusado a Cisneros de ser financista y organizador del golpe que lo depuso brevemente en abril de 2002, así como de mover luego hilos de conspiraciones en su contra.
Carter informó en que la reunión Chávez-Cisneros se alcanzó un compromiso de honrar los procesos constitucionales y apoyar futuras conversaciones entre el gobierno y los medios de comunicación, para asegurar el clima adecuado al proceso de referendo.
A pedido de Carter, el experto estadounidense en negociaciones de paz William Ury inició en Caracas reuniones con Chávez y sus colaboradores, y con directivos de las televisoras, para encontrar fórmulas que aseguren una campaña lo más limpia posible.
La que se avecina en Venezuela es la campaña más dura y quizá más sucia de nuestra historia reciente, con todo género de acusaciones y denuncias, porque los dos bloques políticos van a echar el resto en esta batalla decisiva por el poder, advirtió a IPS el historiador Samuel Moncada, de tendencia oficialista.
Tanto el oficialismo como la oposición tratarán de exhibirse como vencedores antes de agosto, según Moncada, y una pieza en su estrategia serán las encuestas.
Luis León, de la encuestadora Datanálisis, la más reconocida por el sector privado en Venezuela, aseguró que de acuerdo con sus datos de mayo —antes de que el 3 de junio el poder electoral diese luz verde al referendo— 57 por ciento de quienes se manifestaban dispuestos a votar lo harían contra Chávez y sólo 43 por ciento a su favor.
Como Venezuela tiene un padrón de 12,5 millones de electores y una abstención histórica de entre 35 y 40 por ciento, votarán entre ocho y nueve millones de personas. La proyección de los porcentajes 57-43 entre el Sí y el No por revocar a Chávez arroja 4.761.000 votos contra el mandatario y 2.947.000 en su favor, según León, políticamente opositor.
Para ganar, la oposición no sólo necesita obtener más Sí que No, sino más de 3.757.763 sufragios, con los que el mandatario fue electo en julio de 2000.
En diálogo con corresponsales, el diputado oficialista Tarek Saab admitió que el respaldo de Chávez se cifra en 43 por ciento, aunque agregó que es mayor que el de la oposición, en tanto el ministro de Información, Jesse Chacón, descalificó a Datanálisis por ser una empresa comprometida con el bando opositor.
Según la agencia gubernamental de noticias Venpres, otra encuestadora alineada con la oposición, Datos CA, encontró en su medición más reciente que 51 por ciento de electores cree que Chávez no será revocado, contra 39 por ciento que opina lo contrario.
Según Venpres, la coalición opositora Coordinadora Democrática oculta y no divulgará las cifras de Datos que dan ganador a Chávez con tendencia al crecimiento.
La encuestadora Indaga, cercana al oficialismo, sostiene que las líneas con tendencias a favor y en contra de Chávez se cruzaron a fines de 2003 y este mes se ubican en 55 por ciento de la población que apoya al mandatario y 42 por ciento que lo rechaza.
Otra encuestadora, Ivad, en el pasado vinculada a partidos de oposición, entregó resultados parciales (11 circunscripciones de las 24 que tiene el país) de una medición hecha en mayo, según la cual Chávez ganaría la consulta en 10 de ellas.
Cuando Hinterlaces preguntó a los consultados, también en mayo, cómo votarían en el referendo, 42 por ciento dijo que a favor de Chávez, 39 por ciento en contra y 19 por ciento dijo no saber o que no votará.
Pero en el grueso segmento de ni-ni, Hinterlaces encontró a 49 por ciento inclinado a votar en contra del mandatario, sólo 21 por ciento a favor y 30 por ciento se abstuvo de contestar o dijo que no votaría.
Si Chávez logra polarizar al país entre él y el pasado, puede ganar, sobre todo si la oposición no se conecta emocionalmente con los sectores populares, porque 70 por ciento de los habitantes de Venezuela son pobres, destacó Schémel a IPS.
León en cambio recordó una máxima de los teóricos de opinión pública, según la cual no hay nada más real que una sensación, y la sensación, nacional e internacionalmente, es que la oposición es mayoría, aunque Chávez es la primera minoría.
Lo que tenemos es una fotografía del electorado en mayo, antes de que la oposición concretara su victoria de reunir las firmas que necesitaba para que se convocase el referendo, subrayó León a IPS. La oposición tiene los votos necesarios para revocar a Chávez. Concretar esa victoria en las urnas es otra cosa, remarcó.
Trabajos de campo para alimentar nuevas encuestas comenzaron a desarrollarse esta semana y sus resultados, a conocerse en julio, serán armas arrojadizas en la campaña.
Los comandos electorales ya se conformaron y empezaron a juramentar en mítines a miles de activistas de uno y otro bando. El oficialista lo encabeza el propio Chávez e incluye a varios de sus ministros, en tanto el opositor lo dirige Enrique Mendoza, el gobernador, de tendencia socialcristiana, del estado de Miranda (al este de Caracas).
En el comando opositor figuran, además de los jefes de los principales partidos y grupos que integran la Coordinadora, los presidentes de las mayores centrales sindical y patronal, Manuel Cova y Albis Muñoz respectivamente.