ENERGIA: Lo que el viento nos dejó

Su nombre es Windy (ventoso), y es más alto de lo que parece a la distancia. Sus tres enormes paletas se mueven suavemente, pero el engranaje puede hacerlas girar a mil revoluciones por minuto.

El contador situado en la base de Windy, sometido a una prueba, muestra que el rotor genera unos 100 kilovatios por hora, suficientes para abastecer de energía al pueblo cercano.

Quizá Windy no sea tan bonito como esos molinos de viento que aparecen junto a campos de tulipanes en las postales de Holanda, pero es más productivo. ”Los holandeses eran líderes del mercado de tecnología eólica hace 150 años”, recordó Robin Borgert, de la granja de pruebas eólicas de Grevenbroich, en el oeste de Alemania.

Las chimeneas de la central de energía a carbón situada justo detrás del molino escupen al aire nubes de humo negro.

”Nos llevamos bien con ellas”, declaró Borgert, y explicó que cada vez más, la energía eólica funciona en combinación con fuentes convencionales para alimentar las mismas redes. Como el viento es gratuito, a veces escasea.

La contribución de Windy y sus semejantes al suministro de energía es pequeña, pero no tanto. Aunque el contador marcaba 100 kilovatios por hora, el molino puede llegar a generar 600. La producción es en general una pequeña fracción de la capacidad, y fluctúa según la velocidad del viento.

Más abajo en la granja eólica, se yerguen molinos con una capacidad de 2,5 megavatios (2.500 kilovatios).

En Alemania hay unos 15.000 molinos de viento. Muchos de ellos son más pequeños que Windy, pero todo juntos producen cerca de 14.600 megavatios por hora, sin contaminar el aire. Los molinos nuevos son más grandes y eficientes.

Alemania es por lejos el país más productivo del mundo en materia de energía eólica. Otros países con una capacidad superior a 1.000 megavatios son Estados Unidos, España, Dinamarca e India.

Los molinos de viento de Alemania cubrieron cuatro por ciento de la demanda de electricidad el año pasado, por primera vez más que la energía hidroeléctrica. Las autoridades aspiran a aumentar ese porcentaje a 25 a 30 por ciento para 2030.

Dinamarca ya satisface 20 por ciento de su demanda de energía a partir del viento, frente a un promedio de 2,4 por ciento en Europa, y en ese sentido es líder mundial en energía eólica. Además, planea agregar 400 megavatios off-shore y 350 megavatios en tierra a su actual capacidad de 3.100 megavatios.

Empresas danesas han sido pioneras en la instalación de molinos en el mar, donde hay más viento y nadie puede quejarse de que no lucen bien. Para fines del año pasado, los molinos off-shore de todo el mundo sumaban una capacidad de 530 megavatios, y de ellos 492 megavatios eran generados por molinos de compañías danesas.

”Los costos están bajando”, dijo a IPS Claus Bojle Moller, de la Asociación Danesa de la Industria Eólica.

”En una buena ubicación, la relación costo-beneficios es comparable a la de fuentes convencionales”, agregó.

Los costos son inferiores en sitios con vientos fuertes y estables, como en algunos lugares de India y Estados Unidos. La mayor parte del costo se debe a la instalación. Una vez que el molino está instalado y funcionando en un buen sitio, no precisa demasiado para su mantenimiento.

La energía eólica crece en todo el mundo a un ritmo de 26 por ciento al año, según Borgert. Se prevé que ese ritmo aumente a medida que se reduzcan los costos.

La granja de Grevenbroich prueba la eficiencia de los molinos en relación al costo, y tiene motivos para ser optimista.

El viento no puede controlarse, pero la velocidad del viento puede predecirse con una precisión de 95 por ciento, y esto se utiliza actualmente para planificar la generación de energía. En momento de baja generación, se acude a fuentes convencionales.

Cuando los vientos generan más energía que la suficiente, actualmente se la utiliza para bomber agua hacia reservorios, explicó Borgert, pero se está desarrollando una nueva tecnología para almacenar la energía sobrante en células de combustible de hidrógeno, que pueden abastecer tanto una red grande como una pequeña aldea.

Cerca de Windy, tres hombres instalaron en menos de cuatro horas un molino móvil de seis kilovatios/hora, suficiente para cubrir las necesidades esenciales de una pequeña aldea de un país en desarrollo. Respaldado por células de combustible, ese molino podría cambiar la vida de muchas personas.

El primer uso conocido del viento como fuente de energía se registra hace 3.000 años en la civilización babilónica, aproximadamente donde hoy se encuentra Iraq. Es posible que vientos revolucionarios vuelvan a soplar en esas tierras.

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