– Mientras la ONU elogia a Australia por su colaboración en la reubicación de refugiados, grupos de derechos humanos presionan al gobierno para que detenga su práctica de encarcelar a los extranjeros que llegan por mar en busca de asilo, incluso niños.
Michel Gabaudan, representante regional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), alabó la aceptación por el gobierno australiano de los extranjeros considerados refugiados por ese organismo, en una ceremonia realizada en Canberra en vísperas del Día Mundial del Refugiado, que se celebrará este domingo.
El año pasado, el gobierno de John Howard aceptó a 12.000 de un total de 56.000 personas reubicadas por ACNUR.
Australia es uno de los pocos países que acepta refugiados para reubicar, destacó Gabaudan, que evitó diplomáticamente toda mención a más de 500 solicitantes de asilo, principalmente afganos e iraquíes, que llegaron a Australia antes de 2002 y permanecen en prisión desde entonces. Pero grupos de defensa de los refugiados no lo olvidan y organizan protestas en todo el país.
Howard Glenn, director nacional de la organización de derechos humanos A Just Australia (Una Australia justa), contrastó la generosidad del gobierno en cuanto a programas de reubicación con el tratamiento que otorga a los solicitantes de asilo que llegan hasta aguas nacionales.
Es una vergüenza que Australia tenga una actitud tan dividida en cuanto a programas de refugiados, dijo a IPS.
Australia hace una excelente tarea en materia de reubicación de personas procedentes de campamentos de refugiados de otros países, pero tiene una actitud terrible hacia las personas que solicitan el estatuto de refugiados aquí en Australia, señaló el activista.
En la ceremonia realizada en el parlamento por el Día Mundial del Refugiado, Gary Hardgrave, ministro para la Ciudadanía y Asuntos Multiculturales, destacó los programas de enseñanza de inglés, vivienda y otros servicios para los refugiados internacionales ubicados en Australia.
Esto muestra al mundo una forma posible de poner fin a la violencia, destacó.
Sin embargo, no todas las agencias gubernamentales están conformes con la política hacia los refugiados.
A mediados de mayo, la Comisión Australiana por los Derechos Humanos y la Igualdad de Oportunidades presentó al parlamento un informe muy crítico sobre el encarcelamiento de niños que llegaron a Australia por mar como solicitantes de asilo.
El incumplimiento de las reiteradas recomendaciones de profesionales de la salud mental para sacar de los centros de detención a los niños junto con sus padres equivale a tratamiento cruel, inhumano y degradante de los menores detenidos, dice el informe.
En agosto de 2001, el gobierno de Howard rechazó a más de 430 solicitantes de asilo que habían sido rescatados en el mar por el buque noruego Tampa.
Mientras el mundo observaba, Canberra negoció la solución del Pacífico y envió a esos y otros solicitantes de asilo que llegaron después a Nueva Zelanda, Naurú y Papúa-Nueva Guinea.
Desde entonces, se han establecido centros de detención off-shore en Naurú y las islas Manus.
El comisionado de Derechos Humanos, Zev Ozdowski, urgió al gobierno a poner fin a la detención de menores en el plazo de un mes y organizó una serie de lanzamientos regionales del informe en todo el país.
La ministra de Inmigración, Amanda Vanstone, rechazó las recomendaciones del informe de la Comisión, pero la campaña para liberar a los refugiados está ganando terreno.
Glenn cree que el gobierno desea neutralizar a toda costa el problema antes de las elecciones, aunque formalmente no haya anunciado un cambio de política, por eso confía en que Howard ceda terreno antes de los comicios.
Antes de la elección, las 160 personas que están en el centro de detención australiano en Naurú estarán libres, no habrá más niños detenidos y apenas quedarán unos 100 de los actuales 510 detenidos de largo plazo, dijo a IPS.
Las elecciones generales serán convocadas para octubre. El opositor Partido Laborista lleva la delantera en las encuestas de opinión.
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