Este Día Mundial del Medio Ambiente es una ocasión para que países y regiones se miren en el espejo de sus aguas marinas. La imagen reflejada no siempre es agradable.
En las aguas costeras de Uruguay, en las que confluyen el estuario del Río de la Plata y el océano Atlántico, "el plomo y el cromo son los metales pesados más concentrados en los sedimentos", dijo a IPS el biólogo Federico Viana, de la Facultad de Ciencias de la estatal Universidad de la República.
"El cromo es altamente tóxico. A muy bajas concentraciones tiene efectos letales", añadió Viana, responsable de una investigación sobre "Contaminación por metales pesados en la ictiofauna de la costa de Montevideo".
Claro que algunos metales "si bien no matan a los organismos, afectan por ejemplo sus tasas reproductivas, con consecuencias sobre la estructura de las poblaciones y las comunidades acuáticas”, añadió.
Viana se propuso estudiar la concentración de metales (cobre, cinc y mercurio) en varias especies de peces costeros, en muchos casos empleados para consumo humano.
Se analizaron así mediciones en tejido muscular e hígado de especies como corvina, pescadilla de calada, lisa, pejerrey, brótola, burriqueta y cazón.
Viana halló concentraciones por debajo de los límites máximos en el músculo de las siete especies. Pero en el hígado de lisas y brótolas, "órgano depurador por excelencia”, se encontró una acumulación superior a los niveles permitidos de cobre y cinc, respectivamente.
Otro hallazgo del estudio se produjo al considerar el tamaño de los animales. "Se encontraron indicios de bioacumulación, es decir un aumento de las concentraciones de metales con la mayor edad de los peces”, dijo Viana.
"Considerando estos resultados, es posible consumir nuestros peces sin correr riesgos por concentración de metales”, aseguró.
"Sin embargo, es aconsejable evitar los de mayor porte”, pues manifiestan más presencia de metales, y no consumir "el hígado de estos animales”, recomendó.
Aunque el consumo de vísceras de pescado no es común, "hay quienes lo hacen con la brótola y la corvina, exponiéndose a niveles que podrían afectar su salud”, sostuvo el experto.
Para establecer los límites aceptables, que suelen ser adoptados en las normativas bromatológicas nacionales, Viana debió recurrir a las del Ministerio de Salud de Brasil para varios metales, porque Uruguay sólo define concentraciones máximas del mercurio.
El frente marítimo uruguayo se ve irremediablemente afectado por la presencia de Montevideo y Buenos Aires, ciudades capitales vecinas que concentran casi 10 millones de habitantes, actividades industriales y portuarias y refinación de combustibles.
Viana cree que existe una mayor conciencia ambiental que "ha llevado a que se realicen actividades con más control y responsabilidad”. Y añade que la situación de recesión económica de los últimos años redujo la actividad industrial y, consecuentemente, los volúmenes de vertidos tóxicos.
La zona más afectada es la bahía de Montevideo, pues "actúa como depositaria de aguas muy afectadas de los arroyos Miguelete y Pantanoso”.
Por tener "un régimen de circulación semi-cerrado, el recambio es más lento, favoreciendo la precipitación de los metales, hidrocarburos y materia orgánica en los sedimentos”, explicó.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, 80 por ciento de la contaminación de los ambientes marinos se origina en actividades realizadas en tierra (vertido de desechos, derrames petroleros y alteración de hábitat costeros). Otro fenómeno son las especies exóticas trasladadas en aguas de lastre de los buques.
"Todos esos factores están presentes en nuestro sistema costero. La contaminación industrial es una fuente muy importante. No en vano nuestros arroyos presentan una calidad de agua muy deteriorada”, dijo Viana.
Además de los metales muy tóxicos, como el cromo, otros "tienen la facultad de acumularse e incrementar sus concentraciones con la edad del animal”. Es el caso del mercurio, que puede también "biomagnificarse”, es decir aumentar su acumulación a través de la trama alimentaria.
Así, "los eslabones más altos de la cadena están expuestos a altísimas concentraciones, entre ellos el ser humano”, explicó el especialista.
En trabajos realizados en la meridional zona de Pajas Blancas, se hallaron "corvinas con desviaciones en columna vertebral. Desconocemos la causa, pero según antecedentes de otras partes, este fenómeno se ha atribuido a la presencia de contaminantes en el ambiente”, dijo Viana.
El PNUMA eligió como lema de este año "¡Buscados mares y océanos! ¿Vivos o muertos?” para señalar el grave riesgo que corre el mundo al deteriorar esta riqueza.
Más de 90 por ciento de la biomasa viviente del planeta se encuentra en los océanos, y se estima que para 2010, 80 por ciento de las personas vivirán a menos de 100 kilómetros de alguna costa.
Cada año, unos 21 millones de barriles de petróleo fluyen a los océanos procedentes de la escorrentía de las calles, efluentes de fábricas y buques que descargan tanques, dice el PNUMA.
Como contrapartida, menos de uno por ciento de la superficie marina está bajo algún grado de protección, mientras 11,5 por ciento de los territorios son áreas protegidas.
La Unión Mundial para la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés) reclamó el viernes que los países cumplan los compromisos asumidos en 2002, en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, de establecer una red de zonas marinas protegidas para 2012.