DESARME: Racimos de muerte

Crece la presión internacional contra el uso de las llamadas bombas de racimo o de dispersión, que diseminan cientos de letales sub-municiones y son responsables de la muerte de miles de civiles, pero los gobiernos que las almacenan hacen oídos sordos.

”La guerra en Iraq agudizó la necesidad de actuar” contra esas armas, ya que ”más de un millar de iraquíes resultaron heridos o muertos por sub-municiones durante el bombardeo de su país”, dijo a Tierramérica Virgil Wiebe, asesor legal del Comité Central Menonita, uno de los grupos más activos por la moratoria.

”Es cada vez más claro que algunos tipos de bombas de racimo simplemente deberían ser prohibidas. Es muy frecuente que no estallen y creen pequeños campos minados que tendrán víctimas civiles”, afirmó.

En noviembre, la Coalición de las Municiones de Racimo, formada por 85 organizaciones no gubernamentales (ONG) de 42 países, se reunió en la ciudad holandesa de La Haya para pedir una moratoria de la producción, el comercio y el uso de esas armas, ”hasta que sus problemas humanitarios estén resueltos”.

Entre los integrantes de esa coalición están Amnistía Internacional, el Comité Internacional de la Cruz Roja y Human Rights Watch.

Esa reunión coincidió deliberadamente con otra en Ginebra de las partes de la ”Convención sobre prohibiciones o restricciones del empleo de ciertas armas convencionales que puedan considerarse excesivamente nocivas o de efectos indiscriminados”, de 1980.

Un nuevo quinto protocolo de esa Convención fue aprobado en Ginebra, sobre algunos efectos mediatos de las bombas de racimo, pero no se refiere a su uso en general ni a los blancos a los que se pueden dirigir.

Hasta ahora, sólo Suecia ha ratificado ese protocolo, y ningún país apoya la moratoria. Por lo menos 57 naciones almacenan bombas de racimo, especialmente Estados Unidos, Rusia y China.

Entre las bombas de racimo más peligrosas están la Munición de Efectos Combinados BLU-97, muy usada en Iraq y Afganistán por la Fuerza Aérea de Estados Unidos, y la Munición Convencional Mejorada de Doble Propósito (DPICM, por sus siglas en inglés), empleada por el ejército estadounidense en Iraq, explicó Wiebe, del Comité Central Menonita.

Los efectos de las bombas de racimo fueron detallados en un informe de Human Rights Watch lanzado en diciembre de 2003, en el que se estableció que causaron más víctimas civiles que ningún otro factor durante la invasión de Iraq encabezada por Estados Unidos, en marzo y abril de ese año.

Washington ”no ha dado respuesta oficial a nuestro informe”, apuntó el investigador Mark Hiznay, de la división de armas de Human Rights Watch.

”Presionamos al Congreso para que afronte la cuestión al considerar la propuesta presidencial de presupuesto 2005” y niegue financiamiento a la producción de bombas de racimo, declaró Hiznay.

Uno de los principales peligros de esas bombas es que las sub-municiones que se diseminan sin estallar pueden ser recogidas por civiles, a menudo niños.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, los niños heridos en Iraq por explosiones tardías han sido más de mil desde el fin de la invasión.

La ONG británica Recuento de Cadáveres en Iraq (IBC, por sus siglas en inglés) documentó por lo menos 200 muertes de civiles en Iraq causadas por bombas de racimo, aunque el jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, general Richard Myers, aseguró en abril que había ”sólo un caso registrado de daño colateral debido a bombas de racimo”.

El 31 de marzo de 2003, un ataque estadounidense con bombas de racimo contra la central ciudad iraquí de Al Hilla dejó un saldo de por lo menos 33 civiles muertos y otros 109 heridos.

”Es una terrible vergüenza que sólo unos pocos parlamentarios británicos aboguen de vez en cuando por la prohibición de las bombas de racimo”, dijo a Tierramérica el portavoz de IBC, John Sloboda, quien destacó la necesidad de que los medios de comunicación se ocupen más del problema.

Equipos militares y del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos retiran sub-municiones sin detonar de algunas zonas de Iraq, y aseguran que tratan de alertar a la población sobre ellas mediante afiches y charlas en escuelas y concejos locales.

Washington y Londres alegan que las bombas de racimo son armas de guerra legítimas, y en los últimos años han desarrollado una nueva generación que, según dicen, es mucho más certera, con efectos tardíos en menos de uno por ciento de los casos.

Douglas Karas, portavoz del Pentágono (Ministerio de Defensa estadounidense) aseguró a Tierramérica que la Fuerza Aérea de su país usó en Iraq bombas de racimo ”muy certeras”, diseñadas para ”funcionar contra blancos previstos” y no diseminar municiones si no los alcanzan.

Otras preguntas sobre víctimas civiles y la propuesta de moratoria no fueron respondidas por Karas ni por otros funcionarios del Pentágono consultados.

* La autora es colaboradora de Tierramérica. Publicado originalmente el 26 de junio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (

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