La población cubana recibió entre dudosa y esperanzada los anuncios oficiales de que disminuirán los cortes de electricidad, mientras la escasez de agua, aguda en provincias del oriente del país, ahora amenaza seriamente también a la capital.
Si es como dicen, tendríamos un problema menos, porque a mi casa no entra el agua desde hace dos días, dijo a IPS Carmen Sarría, residente en un barrio habanero de Boyeros, en las cercanías del aeropuerto internacional José Martí.
La falta de agua se agravó en las últimas semanas en amplios sectores de La Habana, que cobija a 2,2 millones de habitantes, debido a que las principales fuentes de abasto se encuentran muy deprimidas o casi agotadas por la escasez de lluvias.
Informes de la estatal Unión Eléctrica indicaron este martes que, con la restitución al servicio de la central térmica Felton, situada en el oriente del país, se reducirán los cortes de energía eléctrica que comenzaron a fines de mayo último.
Pero la empresa no arriesgó plazos para la reincorporación de la termoeléctrica Antonio Guiteras, situada en Matanzas a unos 100 kilómetros de La Habana, que debe garantizar la energía de la capital cubana
Justamente, la salida del servicio de esa estratégica usina, para realizarle labores de mantenimiento, unida a averías imprevistas en la Renté, causaron los cortes de luz, algunos de hasta siete horas, que afectaron el país prácticamente durante todo este mes.
Para mí, lo peor es lo imprevisto de la situación. Cuando los apagones eran planificados, al menos uno podía prepararse, proteger los equipos electrodomésticos, dijo Sarría, diseñadora de 50 años, en recuerdo de la dramática escasez de energía de los años 90.
Con la desaparición de la Unión Soviética, este país caribeño perdió el suministro anual en condiciones ventajosas de unos 91 millones de barriles de petróleo, lo que llevó casi al colapso a la generación de electricidad, el transporte y demás sectores de la economía.
Sin embargo, la apertura a inversiones extranjeras en la prospección petrolera a principios de la década del 90, permitió el aumento progresivo de la producción de crudo y gas acompañante, que en 2003 fue de 4,3 millones de toneladas.
Actualmente, casi 90 por ciento de la energía eléctrica que consume el país se genera en centrales alimentadas con ese combustible nacional y las autoridades esperan que un aumento de la producción permita elevar esa proporción en 2004 a 100 por ciento.
En tanto, medios oficiales responsabilizaron a la falta de lluvias, que cada año se hace más intensa en la porción oriental del país, del desabastecimiento de agua potable en La Habana.
Varias fuentes de abasto de aguas superficiales y subterráneas están deprimidas y sus niveles, en algunos casos, completamente agotados, admitió al diario provincial Tribuna de La Habana Jorge Kalaf- Maluf, subdelegado en Ciudad Habana del estatal Instituto de Recursos Hidráulicos..
El funcionario añadió que durante junio, uno de los dos meses más lluviosos del año, junto a mayo, han caído poco más de 47,5 milímetros de agua, contra una media histórica de 228 milímetros.
Según el funcionario, otra causa del desabastecimiento son roturas y averías de los equipos provocadas por descargas eléctricas o por el sobreesfuerzo de las bombas de extracción ante el bajo nivel de las fuentes.
A mi apartamento llega agua más o menos cada dos días. En una hora y media, más o menos, hay que acumular todo lo posible, porque nadie sabe cuando abriremos las pilas (grifos) nuevamente. Es una verdadera agonía, dijo Milagros Valencia, de la Habana Vieja.
Unas 90.000 personas están recibiendo agua distribuida en camiones cisternas, conocidos popularmente por pipas, además de los 22.000 habaneros a quienes llega regularmente por esa vía porque aún no disponen del servicio normal.
En mi edificio hacen falta dos pipas para llenar la cisterna, dijo Valencia, quien se quejó de que algunos piperos se aprovechan de la situación y cobran 10 dólares por cada camión que descargan.
Es ilegal, pero con tal de tener agua, les pagamos, remató la mujer. La situación luce peor aún en las provincias del oriente, especialmente en Holguín, Las Tunas y Camagüey, las más afectadas por una severa sequía que no da muestras de ceder el paso a las esquivas lluvias.
Estudios realizados por la Defensa Civil prevén que la escasez de precipitaciones continuará y la mejor alternativa es prepararse para aminorar el impacto en la población. En ese sentido, se recomendó el manejo adecuado de los embalses, elevar el ritmo de reforestación y el uso de racional del agua en los sectores agropecuario e industrial, de acuerdo a reportes de la prensa estatal.
La Defensa Civil abarca todo el sistema de medidas defensivas que se llevan a cabo en tiempo de paz y durante situaciones excepcionales, como desastres naturales y otros, para proteger a la población y la economía del país.
Según datos estadísticos, Cuba dispone en tiempos normales de 9.600 millones de metros cúbicos de agua embalsada. (