Los rostros relajados y llenos de satisfacción que lucía la noche del martes la delegación chilena, al término de la XXXIV Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), que finalizó en Quito, eran la comprobación de que todos los objetivos fijados para este foro se habían cumplido a plenitud. De ese modo se comprobaron los frutos del largo lobby realizado en los últimos meses por el gobierno de Chile en todo el hemisferio para evitar que Bolivia impusiera una resolución condenatoria para este país en el tema marítimo o siquiera alcanzara consenso para el más leve pronunciamiento de la Asamblea instando a Santiago a un diálogo con La Paz. "Bolivia planteó su tema y nosotros respondimos, dejando en claro la disposición al diálogo bilateral que Chile siempre ha tenido. (También quedó claro que) No necesitamos ni traer a la OEA el tema ni que otros países nos señalen esta disponibilidad de diálogo", recalcó la canciller chilena Soledad Alvear.