Habitantes de la población de Apolo, al noroeste de Bolivia, están dispuestos a abrir con motosierras una senda a través de la reserva natural del Parque Nacional Madidi, mientras el gobierno y grupos defensores de la biodiversidad alegan que ese camino beneficiaría sobre todo a los explotadores ilegales de madera.
La reserva, considerada una de las más importantes del planeta, está amenazada de muerte desde que 140 personas comenzaron a cortar todo lo que estaba en su camino en línea recta hacia la vecina población de Ixiamas, según información oficial.
Esa acción fue impulsada por una alianza entre organizaciones cívicas, asociaciones de agricultores con dirigentes muy politizados, transportistas de la región y comerciantes de alimentos y bienes de consumo.
La apertura de vía es cuestionada por el estatal Servicio Nacional de Areas Protegidas (Sernap) porque atravesaría la parte central del parque y destruiría las cabezas de cuencas y nacientes de ríos localizados en zonas de elevados niveles de precipitación fluvial.
Las poblaciones urbanas de Apolo e Ixiamas son 2.123 y 5.625 habitantes, respectivamente.
Un camino en la zona provocaría grandes deslizamientos de tierra y afectaría a las fuentes de agua con las cuales se benefician los cultivos de pobladores de las llanuras, aseguraron a Tierramérica representantes del Sernap.
A lo largo del trazado del camino que se quiere abrir no hay asentamientos humanos que se puedan beneficiar con él, y especialistas en conservación temen que grupos de explotadores ilegales lo usen para acabar con árboles en extinción como el de mara o caoba (Swietenia macrophylla).
Arturo Bowles, gerente general de la Cámara Nacional Forestal, que agrupa a empresas madereras, aseguró a Tierramérica que sus afiliadas respetan las normas de conservación y que ninguna tiene concesiones en la zona del Parque Madidi.
Esa reserva fue creada por el gobierno en 1995, con un área de 18.957 kilómetros cuadrados, a instancias de organizaciones defensoras de la naturaleza como Conservación Internacional (CI).
Está entre las provincias Franz Tamayo e Iturralde, al norte del noroccidental departamento de La Paz, y a su alrededor hay otros parques nacionales como el Manuripi Heat, el Area Natural de Manejo Integrado Apolobamba y la Reserva de la Biósfera Pilón Lajas. Al oeste limita con Perú.
La zona es variada en alturas, y su escarpada orografía guarda nieves permanentes, puna, bosques de nieblas, bosque tropical seco, bosque tropical lluvioso amazónico, y sabanas o pampas, indica CI en un informe.
Unas mil especies de aves, o sea once por ciento del total mundial, se dan cita en esos parajes, al igual que mamíferos de gran tamaño como el jaguar (Panthera onça), el oso de anteojos o frontino (Tremarctos ornatus), el tapir, anta o danta (Tapirus terrestris) y varias especies de primates, añade.
Las especies vegetales registradas por el gobierno son 4.739.
El destino del parque parece ligado al frecuente dilema "conservación o desarrollo", pero el director del Sernap, Oscar Loayza, aseguró a Tierramérica que "es un deber irrenunciable e innegociable mantener el patrimonio natural de la nación".
La reserva es un instrumento para "apoyar el desarrollo sostenible de poblaciones que habitan la región desde tiempos remotos y de los pueblos que históricamente han estado relacionados con el uso de sus recursos naturales", alegó.
Loayza destacó ejemplos exitosos de participación comunitaria en la producción de granos de café de alta calidad, competitivos en mercados externos.
Otro proyecto asociado con la conservación es el ecoturístico del Albergue Chalalán, impulsado por la comunidad de San José de Uchupiamonas, en la parte central del parque, que anualmente registra un movimiento económico cercano al medio millón de dólares y paga impuestos por valor de 30.000 dólares.
El Instituto Nacional de Reforma Agraria se propone otorgar la titulación de tierras a esa comunidad indígena en un área que comprende 189.000 hectáreas en la categoría de Area Natural y Manejo Integrado del Parque Nacional Madidi.
Los habitantes de Apolo e Ixiamas que reclaman la integración vial entre ambas poblaciones aseguran que su proyecto no afecta a la riqueza forestal.
El Sernap sostiene que esa demanda no se justifica, porque Apolo e Ixiamas tienen una producción idéntica.
Loayza atribuyó el reclamo al interés de sectores ajenos al área protegida, "que tienen diversos fines incompatibles con la existencia del Madidi, a diferencia de las poblaciones que tradicionalmente lo han habitado y que han permanecido silenciadas".
Entre los grupos originarios que hasta ahora no expresaron su posición sobre el conflicto, se cuentan el centenar de integrantes de la comunidad araona y los cinco mil de la tacana.
Los araona viven bajo presión de explotadores forestales y recolectores furtivos de castañas, en una superficie de 92.000 hectáreas reconocidas por el gobierno en 1992 como Tierra Comunitaria de Origen.
Dirigentes de esa comunidad piden la ampliación de ese territorio para frenar la amenaza permanente de las empresas forestales y los rescatadores de madera llamados cuartoneros.
Los tacana suman a esos problemas su dispersión territorial.
A comienzos de este mes, antes que los pobladores de Apolo rompieran un diálogo con el gobierno, las autoridades departamentales de La Paz propusieron, con respaldo del Sernap, el trazado alternativo de un camino entre Apolo e Ixiamas, pasando por las poblaciones de Machua, Tres de Mayo, Mamacona y San José de Uchupiamonas, con una longitud de 190 kilómetros.
El diálogo se interrumpió el 5 de este mes, cuando el Sernap señaló en un documento técnico que el parque correría riesgos si un camino lo atravesara, pero ahora los representantes de la población de Apolo se declaran dispuestos a volver a negociar.