PAKISTAN: Recelo ante cambio de guardia en India

El gobierno de Pakistán teme que la consagración del Partido del Congreso al frente del gobierno de India trunque el lento pero firme acercamiento alcanzado entre los dos países en los últimos años.

La mayoría de los funcionarios en Islamabad creen que con el renunciante primer ministro indio Atal Bihari Vajpyee, del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata, había más posibilidades de avanzar en el proceso de acercamiento bilateral auspiciado por Estados Unidos.

Muchos temen que el Partido del Congreso reoriente el diálogo entre Nueva Delhi e Islamabad de un modo que afectará la negociación en marcha de una serie de acuerdos.

El Partido del Congreso resultó el ganador de una larga elección realizada en cuatro fases y cuyos resultados finales fueron divulgados el jueves. La derrota de Bharatiya Janata derivó en la inmediata renuncia de Vajpayee, quien gobernaba desde 1998.

El partido secular encabezado por Sonia Gandhi cuenta con 137 de los 543 escaños del Lok Sabha (cámara baja parlamentaria), y junto con los grupos regionales que lo apoyan controla 217. Así, depende de los 64 escaños de los partidos comunistas del Frente de Izquierda sólo para lograr una mayoría simple.

No hay duda que el nuevo gobierno indio revisará la política exterior antes de dar cualquier paso en las negociaciones con un impaciente gobierno pakistaní presidido por Pervez Musharraf.

Sin embargo, nadie espera que el Partido del Congreso ignore las alianzas estratégicas forjadas en los últimos años entre India y Estados Unidos, aunque sí es probable que muestre menos entusiasmo en las relaciones con Washington que Bharatiya Janata.

Antes de que el nuevo gobierno indio se dedique a Pakistán, deberá revisar y renovar los términos de sus compromisos con la administración de George W. Bush en relación a Medio Oriente, Asia central, China, Rusia y Corea del Norte.

El gobierno estadounidense querrá mantener los acuerdos de cooperación militar vigentes con India, que incluyen patrullajes conjuntos en varias zonas marítimas que van desde el Golfo hasta el estrecho de Malacca.

No obstante, el Partido del Congreso podría plantear sus profundas diferencias con Washington con relación al conflicto palestino-israelí.

Además, el grado de cooperación que India tenga con Estados Unidos en los próximos años determinará el avance del diálogo con Pakistán.

Algunos funcionarios del gobierno pakistaní están preocupados por las tendencias hegemónicas de India y por cómo podría cambiar la actitud de Nueva Delhi con relación al conflicto por la provincia fronteriza de Cachemira.

Desde 1947, cuando se independizaron del imperio británico, los dos países se disputan el control de Cachemira, una zona rica en petróleo cuya población es mayoritariamente musulmana, al igual que la de Pakistán.

Esas diferencias sirvieron de motivo para tres guerras entre India y Pakistán. Por eso la Organización de las Naciones Unidas estableció en la región una frontera provisional —la llamada línea de control— a través de la cual el intercambio de fuego es frecuente.

En la parte bajo control indio, integrada al estado de Jammu y Cachemira, actúan grupos separatistas que han perpetrado en los últimos años varios atentados.

India acusa a Pakistán de respaldar militarmente a esos guerrilleros islámicos, pero Islamabad sostiene que sólo les brinda ”apoyo moral y diplomático”.

El gobierno de Musharraf está impaciente por el inicio de las negociaciones sobre este asunto, acordadas en la visita que hizo Vajpayee a Islamabad en enero para dar inicio al proceso de paz.

El presidente pakistaní confiaba en que Bharatiya Janata ganaría las elecciones sin dificultad, y que los próximos años serían clave para la solución de una disputa histórica. Pero Vajpayee quedó fuera.

Para el Partido del Congreso, la disputa por Cachemira es más bien un asunto en el que no hay posibilidades de muchos avances mientras Islamabad siga imponiendo sus condiciones.

El gobierno de Pakistán quiere un cambio radical en el estatus constitucional de la provincia, pero en India nadie parece estar dispuesto a conceder eso.

Antes, la postura pakistaní en el diálogo con India podía resumirse como ”nada sin Cachemira”. Islamabad condicionaba todo avance en los acercamientos comerciales o culturales a la solución de la disputa territorial.

Esto congeló por décadas las relaciones bilaterales así como el diálogo en la Asociación de Asia Meridional para la Cooperación Regional, integrada también por Bangladesh, Bhután, Maldivas, Nepal, India, y Sri Lanka.

Un avance histórico se produjo a comienzos de este año, cuando Nueva Delhi aceptó reanudar las conversaciones con Islamabad, incluyendo respecto de Cachemira, siguiendo un esquema de diálogo abierto en 1997.

Desde ese año, los intentos de diálogo se vieron obstaculizados por la actividad de los grupos armados en Cachemira y por los ensayos nucleares que ambos países han realizado desde 1998.

Vajpayee dio un paso crucial en 1999, cuando se trasladó a la ciudad pakistaní de Lahore y demostró su verdadero interés en restaurar las relaciones con su vecino.

Pero, poco después, el ejército pakistaní inició las operaciones en Kargil y se inició otra guerra no declarada entre los dos países, que sólo terminó con la mediación de Estados Unidos.

Dos años después, Vajpayee invitó a Musharraf a una cumbre en la septentrional ciudad india de Agra, pero el jefe del gobierno pakistaní.

En diciembre de 2001, la tensión aumentó después de que un grupo armado atacara el parlamento indio. Nueva Delhi responsabilizó del atentado a Islamabad, y estuvo a punto de estallar otra guerra.

La tensión menguó paulatinamente hasta que, en abril del año pasado, Vajpayee otra vez ofreció la amistad a su par pakistaní. Los dos se reunieron en Islamabad en enero de 2003 y acordaron iniciar un proceso de diálogo y acercamiento.

Ahora la pregunta es: ¿qué es lo que sigue?

La comunidad internacional teme que cualquier error de cálculo, accidente o negligencia de alguna de estas dos potencias nucleares vecinas puedan derivar en un conflicto bélico sin precedentes.

Dada la intransigencia de Pakistán, Estados Unidos presionó a India para que promoviera una solución al mayor escollo en sus relaciones: la disputa por Cachemira. Para esto, Vajpayee era pieza clave.

Ahora todos se preguntan si el Partido del Congreso seguirá el camino de su predecesor o marcará uno propio.

El Partido del Congreso es más independiente que Bharatiya Janata en política exterior, opositor a la tradición colonial y a la influencia de las potencias occidentales.

Los portavoces del partido ganador por ahora se esfuerzan por dejar en claro que no cambiarán el sendero trazado por Bharatiya Janata con relación a Pakistán. Habrá que esperar en las próximas semanas para ver si esto se traduce en hechos.

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