Líderes de Europa parecen coincidir en la necesidad de marcar distancia de Estados Unidos, sobre todo tras conocerse los abusos cometidos por soldados de ese país contra prisioneros en Iraq.
Sin embargo, aún no están listos para una independencia absoluta en política exterior.
Las fotografías de las humillaciones a las que fueron sometidos los prisioneros de guerra iraquíes en el penal de Abu Ghraib socavaron más el ya débil apoyo europeo a la guerra y ocupación en Iraq. Los principales aliados de Washington en Europa ahora están cambiando de opinión.
La líder de la opositora Unión Demócrata Cristiana de Alemania, Angela Merkel, fervorosa partidaria de la invasión el año pasado, dijo que las fotografías de Abu Ghraib pusieron en riesgo la credibilidad de los valores democráticos.
El constante apoyo dado por la Unión Demócrata Cristiana a las políticas de Washington contribuyó a que perdiera las elecciones de octubre de 2002.
Los comentarios de Merkel sobre la conducta de los soldados estadounidenses en Iraq fueron interpretados por muchos como el primer paso de un distanciamiento.
Miembros del gobernante Partido Social Demócrata alemán también criticaron la actitud de las fuerzas estadounidenses. Lo ocurrido en Abu Ghraib dañó de forma permanente la reputación internacional de Estados Unidos, afirmó el portavoz en política exterior del partido Hans-Ulrich Klose.
Dudo que Estados Unidos vuelva a ser capaz de actuar a nivel internacional como una superpotencia que logra respeto, añadió Klose, para quien el vínculo de Alemania con ese país debe ser revisado por completo si se comprueba una práctica sistemática de la tortura en su ejército.
Se podría decir que esto es lo más cercano a una propuesta de política exterior independiente de Washington que ha llegado un portavoz de un gobierno europeo en las últimas semanas.
El ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Joschka Fischer, pidió al gobierno de George W. Bush durante una visita a Washington esta semana que restaurara su liderazgo moral a través de una completa investigación sobre los abusos en Iraq.
En especial, los franceses marcaron su distancia de Estados Unidos antes de la invasión, y ahora tratan de pronunciar aun más sus diferencias.
Lo que hemos visto es impactante y deshonroso, afirmó el ministro de Relaciones Exteriores francés Michel Barnier sobre los abusos contra prisioneros iraquíes. Sólo un legítimo gobierno iraquí puede ofrecer una salida a la tragedia actual, añadió.
Sólo luego de una sincera y real transferencia de la soberanía a un gobierno interino se podrán realizar elecciones libres, dijo Barnier, quien pidió el envío a Iraq de una fuerza multilateral de paz que reemplace a la actual coalición británico-estadounidense ocupante.
Sin embargo, el ministro aclaró que Francia no enviará soldados a Iraq aun cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) establezcan esa misión.
A lo sumo, el gobierno de Jacques Chirac está dispuesto a enviar expertos para entrenar a la policía iraquí, negociar la deuda externa de ese país árabe y ayudar al nuevo gobierno a reconstruir sus relaciones con Europa.
En Polonia, el nuevo primer ministro Marek Belka lucha por contener la creciente presión del público y de sus propios aliados políticos que exigen el retiro inmediato de los soldados polacos en Iraq. Sin embargo, Belka resiste.
El repliegue de nuestros 2.400 soldados de Iraq no sería honroso, sostuvo en un comunicado divulgado días atrás.
Belka, que llegó al gobierno el 2 de este mes luego de la renuncia de Leszek Miller, cuenta con el apoyo del presidente Aleksander Kwasnieski.
Las tropas polacas permanecerán en Iraq hasta que haya cierto orden. Debemos cumplir con nuestra misión y no hacer nada que pueda aumentar el caos en ese país, dijo Kwasnieski en una visita a Londres días atrás.
Pero luego de que el presidente del gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, ordenara en abril la retirada de sus tropas de Iraq, muchos países europeos piensan cada vez más en alejarse de Washington. Los meses siguientes serán decisivos para saber cuánto. (