El programa de Washington para una transición democrática en Cuba fue recibido con escepticismo o franco rechazo por algunos opositores cubanos, mientras el gobierno de Fidel Castro amenazó con denunciarlo ante foros internacionales.
Si el propósito es democratizar Cuba, el efecto será contrario, dijo a IPS Manuel Cuesta, vocero de Arco Progresista, una coalición opositora de organizaciones socialdemócratas.
El plan estadounidense de ayuda a una transición democrática en la nación caribeña, dado a conocer el jueves por el presidente George W. Bush, prevé reforzar el embargo que aplica desde inicios de los años 60, y asigna un fondo de hasta 59 millones de dólares para ponerlo en marcha.
Las medidas limitan las visitas de residentes cubanos a su país a sólo un viaje cada tres años con permiso específico y reducen considerablemente los gastos por concepto de alimentación y alojamiento que pueden hacer en la nación caribeña, entre otros aspectos.
Así mismo, promueve la creación de un fondo internacional, en colaboración con terceros países, para la protección y el desarrollo de la sociedad civil en Cuba y para financiar programas educativos para hijos de opositores.
Cuesta consideró negativo el impacto que tendrán estas medidas en la oposición, duramente golpeada el año pasado con el encarcelamiento de 75 disidentes acusados de conspirar con una potencia extranjera, esto es con Estados Unidos.
El dinero y el apoyo injerencista (sic) del gobierno de Estados Unidos debilita al movimiento disidente, incluso a aquellos que no tenemos una relación tradicional con la política de ese país hacia Cuba, como es el caso de Arco Progresista, añadió.
La Habana declaró este viernes que las medidas de Bush constituyen provocaciones insólitas que destrozan las normas y los principios del derecho internacional.
Por tanto, deberán ser discutidas en los más diversos foros mundiales, incluida la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra, advirtió, en alusión a la sede de ese organismo de la Organización de las Naciones Unidas.
Vladimiro Roca, portavoz de la coalición opositora Todos Unidos, agradeció cualquier cosa que se haga a favor de la democracia en Cuba, y consideró necesaria la ayuda externa para permanecer en su país ejerciendo su derecho a disentir.
Si el gobierno siente que debe encarcelarnos, lo hará, haya o no apoyo exterior, remató Roca, excarcelado en 2002 tras cumplir una condena de cinco años por sedición.
Roca restó importancia a las restricciones de viajes propuestas a Bush por la Comisión de Ayuda a una Cuba Libre, establecida por Washington con el fin de sugerir medidas tendentes a una rápida transición hacia la democracia de este país de sistema de socialista.
La gente seguirá viajando, sólo que vendrá por terceros países en vez de usar los vuelos directos desde Estados Unidos, dijo Roca. Y añadió que el programa de Washington se diferencia de iniciativas anteriores pues busca participación internacional.
En su opinión, eso le da más posibilidades, por la misma situación de aislamiento en que se ha puesto el gobierno cubano, aunque su éxito es relativo, por cuanto la Unión Europea y algunos países latinoamericanos no aceptan medidas como el embargo.
Para el gobierno cubano, la administración Bush demostró su carácter artero, cínico y cruel con estas disposiciones, dirigidas especialmente a reducir el flujo de recursos financieros, en un contexto difícil para la economía cubana.
Los precios de los alimentos y su transporte casi se han duplicado en el mercado mundial, la cotización mundial del azúcar apenas alcanza sus costos de producción, mientras la del petróleo se eleva sostenidamente hasta alcanzar el precio abrumador de 40 dólares el barril de 159 litros, añadió La Habana.
A juicio de Cuesta, la aplicación de las propuestas tendrá primero un impacto psicológico en la población, que buscará acopiar recursos para sobrevivir, pero descartó que se llegue a una situación similar a la de principios de los años 90.
Tras la disolución en 1991 de la Unión Soviética, de la cual dependía, la economía cubana sufrió una fuerte contracción, y cayó en picada el nivel de vida de la población cubana de más de 11,2 millones.
Por entonces estaba penalizada la tenencia de dólares. Ahora, cualquier ciudadano cubano puede llevar dólares en el bolsillo y las vías para obtenerlos son muy diversas y amplias, comentó Cuesta, aunque previó que los delitos podrían aumentar.
Más que el gobierno, será la sociedad la que sufrirá mayores carencias, que siempre conducen a una búsqueda individual más intensa de recursos. La gente buscará formas de burlar los controles e irá más a la ilegalidad, opinó.
Elizardo Sánchez, presidente de la proscrita Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, se mostró escéptico sobre los resultados del plan y pronosticó un agravamiento de las tensiones entre Washington y La Habana.
No oculto mi escepticismo en cuanto a los resultados prácticos que puedan derivarse de estas medidas, dijo a IPS, en una de las primeras reacciones opositoras al anuncio de Washington.
Eloy Gutiérrez Menoyo, un opositor cubano que regresó del exilio y ahora vive en este país sin permiso del gobierno, estimó que el plan de Bush tiende a complacer a grupos minoritarios y elitistas del exilio cubano en Miami.
Gutiérrez Menoyo, un ex comandante de la guerrilla que tomó el poder en 1959 en Cuba y luego preso político hasta 1986, es un fuerte crítico de la política de confrontación de Washington hacia La Habana.
En su opinión, esa política no contribuye a la democratización de la nación caribeña. Llevan más de 40 y tantos años de confrontación con Cuba y no han resuelto nada, subrayó.