Una vez más un gobierno de Estados Unidos parece lograr exactamente lo contrario de lo que dice buscar en la política hacia Cuba, como ha sucedido con anterioridad en los más de 40 años de conflicto entre ambos países.
Cuba va, una de las canciones que suelen cantarse en los actos de reafirmación revolucionaria en esta isla caribeña de régimen socialista, fue coreada por buena parte de los más de 500 emigrantes cubanos que llegaron a La Habana para reunirse durante tres días.
La III Conferencia La Nación y la Emigración, cuyos debates transcurrieron a puertas cerradas, finalizó el domingo con el flamear de banderas cubanas, vivas al presidente de este país, Fidel Castro, y consignas contra Estados Unidos.
En ese marco se concretó algo que hace unos 10 años hubiera sido considerado insólito o un milagro, como fue el apoyo a la respuesta de Castro al llamado programa de transición para una Cuba libre, presentado por el presidente estadounidense George W. Bush este mes y que entrará en vigor el 1 de junio.
Rechazo y unidad, parece ser la tónica de la mayoría de las reacciones al plan de Bush, que incluye endurecimiento del embargo contra la isla, el fomento de actividades subversivas y restricciones a los vínculos entre los exiliados cubanos y sus familiares en su país de origen.
Hasta el líder opositor Eloy Gutiérrez Menoyo, una de las pocas voces discordantes que se alzó durante el encuentro de tres días en La Habana, criticó el nuevo programa estadounidense que afectará tanto a los cubanos residentes en país como a los emigrados.
La transición es un asunto interno nuestro, de los cubanos, dijo Gutiérrez Menoyo, quien el año pasado decidió quedarse en La Habana al término de una visita familiar y cuya situación en el país aún no fue definida por las autoridades.
Gutiérrez Menoyo, presidente de la organización opositora Cambio Cubano, intervino en el foro a favor de la libertad de expresión y asociación y de la creación de al menos otro partido político en Cuba, además del gobernante Partido Comunista.
La democracia se hace de la diversidad, dijo a la prensa extranjera este ex miembro de la guerrilla encabezada por Castro que llegó al poder en 1959, luego transformado en un fuerte crítico que sufrió cárcel para más tarde marchar al exilio en Estados Unidos.
También abogó por una agenda más amplia que la impuesta a la reunión por las autoridades cubanas.
El encuentro de emigrantes de La Habana incluyó paneles sobre la política de Estados Unidos hacia Cuba, temas migratorios, cultura, negocios e inversiones.
En esta tercera conferencia La Nación y la Emigración, el gobierno cubano confirmó la suspensión a partir del 1 de junio de la exigencia de un permiso de entrada al país para los cubanos procedentes de cualquier país del mundo.
Precisamente, la flexibilización de ingreso resuelta por La Habana coincidirá con el endurecimiento anunciado por Bush y que, entre otras restricciones, establece que un emigrante cubano radicado en Estados Unidos será autorizado a viajar a la isla una vez cada tres años y sólo si tiene allí padres, hermanos, abuelo, pareja o hijos.
En contraposición, el canciller cubano Felipe Pérez Roque anunció becas universitarias y cursos de idioma español, historia y cultura cubanas a descendientes de emigrantes, así como la creación de un nuevo departamento oficial para las relaciones con la diáspora.
También el Ministerio de Relaciones Exteriores se comprometió a trabajar con las autoridades competentes para garantizar procedimientos aduaneros expeditos y seguros, en respuesta a una de las principales quejas de la comunidad emigrada.
Casi 168.000 emigrantes y sus descendientes visitaron Cuba el año pasado, 115.000 de ellos procedentes de Estados Unidos, según fuentes de la cancillería. Alrededor de 1,5 millones de personas viven fuera de la isla y se estima que la mayoría mantiene vínculos con sus familiares en este país de 11,2 millones de habitantes.
Los viajeros se quejan de malos tratos en las terminales aéreas cubanas y del doble pago que deben realizar por exceso de equipaje a la aerolínea a la hora de entrar al país, muchas veces a partir del estimado de algún funcionario y no de un sistema de pesaje.
Participantes a la conferencia consultados por IPS reconocieron una diferencia importante entre el foro y los encuentros anteriores. Muchos de los problemas de entonces ya fueron superados, comentó una cubanoestadounidense que solicitó el anonimato.
Durante el llamado Diálogo de 1978, reunión que abrió un proceso que el canciller Pérez Roque considera irreversible, los representantes de la comunidad cubana en el exterior buscaban poder visitar su país de origen, algo que les estaba vedado.
Como resultado de aquel primer encuentro, más de 102.000 emigrantes cubanos viajaron de visita en 1979, muchos de los cuales llevaban más de 10 o 15 años sin ver a sus familiares más cercanos.
En tanto, entre los principales temas de la década del 90 estuvo el derecho de un emigrante a seguir siendo considerado cubano, independientemente del lugar y las condiciones en que viviera.
El sentido de pertenencia cobraba especial importancia en el caso de los artistas y narradores, cuyas obras eran totalmente negadas y proscritas del panorama de la cultura nacional por el solo hecho de ser creadas fuera de Cuba.
Entre las casi 20 medidas migratorias aprobadas por el gobierno en la pasada década figura la eliminación del requisito que establecía que, si una persona emigraba legalmente, debía esperar cinco años para visitar su país de origen.
El gobierno de Castro redujo a 18 años la edad mínima requerida para que una persona pudiera viajar al exterior por problemas personales y amplió la posibilidad de aceptar la repatriación de emigrantes mayores de 60 años.
Aunque la emigración hacia Estados Unidos, donde viven 1,3 millones de cubanos, sigue teniendo el sello de salida definitiva, las autoridades facilitaron la residencia temporal en otras naciones.
Fuentes de la cancillería indican que más de 50.000 personas residen temporalmente en diferentes países del mundo, sin perder por ello sus propiedades en la isla como sucede cuando la salida es definitiva.
Esta medida y el requisito de contar con un permiso de salida para poder viajar a otros países por cualquier motivo fueron considerados por Pérez Roque como tácticas defensivas oficiales.
Según el ministro, contradicciones como éstas podrán ser superadas cuando Cuba deje de ser víctima de las sanciones económicas y la política agresiva de Estados Unidos y de operaciones de robo de cerebros.
El bloqueo y las brutales medidas de Bush, son el principal obstáculo a la plena normalización de las relaciones entre el Estado cubano y la comunidad emigrada, reiteró el canciller durante la clausura del encuentro.