AMERICA CENTRAL: Zona franca para el paraquat

Las organizaciones ambientalistas están en guerra con el herbicida paraquat, considerado nocivo para el ambiente y la salud humana, pero ese químico sintético se vende y se usa sin ninguna restricción en América Central.

En la región se registran 400.000 intoxicaciones anuales con plaguicidas, y el paraquat, cuyos productores alegan que es inofensivo si se usa con las debidas precauciones, encabeza la lista de agroquímicos conocidos como ”la docena sucia”, por sus graves efectos.

Sin embargo, puede ser adquirido incluso por niños, indicó a Tierramérica el activista e investigador Hernán Hermosilla, de la organización Foro Emaús, que trabaja contra el paraquat en Costa Rica y apoya iniciativas regionales con la misma intención.

”El paraquat sigue empleándose en los países centroamericanos porque es efectivo para matar la maleza, pero sobre todo por motivos de carácter comercial”, opinó Hermosilla.

En el mercado regional circulan 39 productos que contienen paraquat o derivados de él, entre ellos los llamados Gramoxone, Chapeador, Atila, Graminex, Serquat, Escopeta, Ultragrass, Fuego y Actor.

Los agricultores lo utilizan en cultivos tan distintos como los de algodón, café, palma africana, arroz, caña, cacao y banano, sin tener en cuenta sus efectos ambientales, especialmente sobre el suelo, y su peligrosidad para la salud.

El paraquat es un agrotóxico persistente que tras sucesivas aplicaciones tiende a acumularse en la tierra. Tiene una media vida larga en el suelo: desde 16 meses (estudios en laboratorio, condiciones aeróbicas) hasta 13 años (estudio de campo), según un informe del Foro Emaús.

La exposición al paraquat por ingestión, inhalación o por vía cutánea puede provocar a largo plazo insuficiencia renal, hepática y cardiaca, así como cicatrices en los pulmones y estrechez esofágica. No existe antídoto para el herbicida.

Estudios con trabajadores agrícolas de Taiwán y Costa Rica también vincularon al paraquat con el cáncer de piel, según la investigadora Katharina Wesseling, del Instituto Regional de Sustancias Tóxicas (IRET) de la Universidad Nacional de Costa Rica.

El IRET presentó hace una semana un informe regional sobre el uso del paraquat sin mecanismos adecuados para la protección de los agricultores, en su mayoría pequeños y medianos.

Sería necesario que los trabajadores usaran un traje especial y mascarillas, y que los aparatos de bombeo con que se disemina el plaguicida no tengan fugas, explicó Hermosilla.

”Es casi imposible que pequeños y medianos productores dispongan de los equipos adecuados. Para ellos, es como si tuvieran que comprar un traje de astronauta y aun con las debidas precauciones no sería absolutamente seguro emplear paraquat”, apuntó.

Datos de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para Centroamérica indican que, en promedios anuales, cada nación del área registra unas 200 muertes por intoxicaciones con agroquímicos, e invierte siete millones de dólares en atención a los afectados.

Si a ello se suman los gastos de las familias de los intoxicados y el costo de los días no trabajados por los enfermos, la cifra anual puede ser 19 millones de dólares, según cálculos de Mauricio Sermeño, de la Unidad Ecológica Salvadoreña.

En El Salvador hay un promedio de 20 mil intoxicaciones anuales por paraquat, pero los registros oficiales indican muchas menos, aseguró Sermeño a Tierramérica.

La Organización Panamericana de la Salud, en una investigación sobre el uso de plaguicidas en América Central, concluyó que por cada caso registrado de intoxicación con ellos hay de 80 a 99 no reportados.

La Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas de América Latina desarrolla una intensa campaña para lograr la prohibición del paraquat en el área.

En América Latina, el único que país que ha establecido restricciones para el paraquat es Chile, donde no puede ser aplicado por vía aérea.

Empresas transnacionales como Chiquita y Dole, que producen banano en el istmo, dejaron de usar paraquat en octubre de 2001.

Suecia lo prohibió en 1983, y le siguieron Austria, Dinamarca, Finlandia, Hungría y Eslovenia. En 2002, Malasia se incorporó al grupo de países que declararon la guerra a este herbicida, indicó el periodista e investigador John Madeley, en su informe especializado ”El controvertido herbicida de Syngenta”, la distribuidora mundial del paraquat.

Syngenta absorbió a la compañía Zéneca, que era la principal productora del paraquat. En la actualidad, el plaguicida es producido en grandes cantidades en China, donde Syngenta cuenta con una gran planta, informó Madeley.

La Comisión Nacional de Plaguicidas salvadoreña estudia la posibilidad de restringir el uso de varios agroquímicos, entre ellos el paraquat. Pero para que la situación cambie es ”imprescindible” la presión ciudadana sobre los políticos, resaltó Sermeño.

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