IRAQ-ESTADOS UNIDOS: El fiasco petrolero

Al cabo de un año de perpetrada, la invasión de Iraq resulta un fiasco para los propósitos petroleros de Estados Unidos de largo alcance, como disponer de crudo seguro, abundante y barato y lograr una influencia decisiva para quebrar a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

La extracción y el transporte de crudo en territorio iraquí están minados de peligros, incluido el riesgo personal de los extranjeros que laboran para las compañías operadoras. Sólo la compañía estadounidense Halliburton, mimada de las licitaciones petroleras en Iraq, ha perdido 29 empleados y contratistas.

La producción es menor que antes del 20 de marzo de 2003, fecha en que se inició la invasión, y los precios del petróleo son un tercio más altos.

El crudo estadounidense West Texas Intermediate (crudo dulce ligero) se vendió la última semana a 37,10 dólares el barril de 159 litros (era de 29 dólares un año atrás), en tanto la OPEP valoriza su cesta de siete crudos a 32,59 dólares, contra promedios de 28 dólares el año pasado y de 24 en 2002.

La producción iraquí apenas pasa de los dos millones de barriles por día, en un mundo que consume 40 veces esa cantidad, y los restantes socios de la OPEP -especialmente Arabia Saudita- mantienen de hecho el monopolio de incrementar la producción en un corto plazo para atender demandas del mercado.

La invasión y ocupación ”representa un fiasco para una inversión gigantesca”, dijo a IPS Francisco Mieres, profesor del postgrado en economía petrolera de la Universidad Central de Venezuela.

”Estados Unidos aspiraba a que, al cabo de un año, la producción iraquí superase los tres millones de barriles, y de un crudo que pudiera pagar a 15 dólares el barril”, agregó.

Si bien compañías estadounidenses han obtenido ”tajadas del negocio petrolero en Iraq casi de modo gratuito”, para Estados Unidos ”es sumamente elevado el costo de custodiar el petróleo del Medio Oriente”, sostuvo Mieres.

Antes de la invasión a Iraq, ”el Pentágono ya gastaba 60.000 millones de dólares anuales para sostener su dispositivo militar en Medio Oriente. Aunque Arabia Saudita le vende crudo con descuento de un dólar por barril, los costos militares hacen que cada barril cueste a Estados Unidos alrededor de 200 dólares”, aseveró.

La invasión, recordó el experto, ha agregado 87.000 millones de dólares anuales al presupuesto militar de Estados Unidos, cuyas cuentas públicas están en déficit.

Para el estadounidense medio, el drama petrolero tiene una traducción inmediata: la gasolina cuesta 1,76 dólares por galón (3,8 litros), 30 centavos más que en marzo de 2003, y la expectativa es de un precio aun mayor este año, signado por las elecciones de noviembre, en las que el presidente George W. Bush buscará la reelección.

John Kerry, aspirante del opositor Partido Demócrata a la presidencia, bromeó incluso con el tema: la gasolina sube tanto que, cuando Bush y su vicepresidente Dick Cheney dejen la Casa Blanca en enero, ambos deberán tomarse el mismo taxi.

En el frente petrolero, ”Estados Unidos obtuvo una victoria militar, pero una derrota política, porque todo indica que en breve no habrá abundancia de petróleo ni precios bajos. Particularmente no los habrá en Iraq”, dijo a IPS otro catedrático de economía petrolera, Víctor Poleo.

”El nivel mundial de los precios del petróleo estará dictado por la escasez. De lo que habrá abundancia será de conflictos por petróleo”, remarcó Poleo.

La presunta victoria militar ”tampoco ha aportado dividendos para Estados Unidos en la OPEP, que no ha reconocido al gobierno provisional iraquí, le concede sólo voz pero no voto en sus reuniones, y aguarda todavía el reconocimiento de (la Organización de las) Naciones Unidas”, dijo Mieres.

La OPEP está integrada por Arabia Saudita, Argelia, Emiratos Arabes Unidos, Indonesia, Irán, Iraq, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar y Venezuela. Bagdad está excluido de su sistema de cuotas y de las decisiones sobre aumentos o recortes de producción.

”Incluso Arabia Saudita, que en ocasiones ha sido complaciente con Estados Unidos, se desmarca de Washington”, observó Mieres. Antes de la reunión de la OPEP en marzo, Bush llamó a varios líderes árabes para pedirles incrementos en la producción de crudo, pero la Organización, de la mano de los sauditas, rechazó la solicitud.

El ”Iraq testaferro” de Estados Unidos dentro de la OPEP no ha funcionado. En cambio, ha rendido buenos negocios para compañías estadounidenses, tanto procesadoras de crudo como de ingeniería petrolera, entre las que se destacan ”las asociadas con el directorio petrolero que gobierna en Washington”, según Poleo.

Entre ellas, Halliburton, que fue dirigida por Cheney antes de que asumiera la vicepresidencia, ChevronTexaco, de la que fue ejecutiva la consejera de Seguridad Nacional Condoleezza Rice, Unocal, Saic y Bechtel, también vinculadas al gobernante Partido Republicano.

Halliburton es la más emblemática, porque su subsidiaria Kellog, Brown & Root obtuvo un paquete de 8.000 millones de dólares para prestar servicios a Washington en Iraq, de los cuales 1.200 millones son para recuperar la infraestructura petrolera en el sur del país árabe.

La compañía anunció que reembolsará al gobierno 27 millones de dólares que cobró de más por el suministro de comidas a las tropas estadounidenses, y medios de prensa dan cuenta de que en las negociaciones por obtener contratos hubo sobornos por seis millones de dólares.

Las operaciones de estas compañías se realizan sobre secciones de la empresa petrolera estatal iraquí Inoc, sometida a una reestructuración por las autoridades de ocupación, que la integraron al Ministerio de Energía del gobierno provisorio.

La situación de insurgencia, con regulares focos de rebelión y ataques a las fuerzas ocupantes y a los occidentales en general, es un obstáculo central para la recuperación petrolera.

Empresas de otros países, como la rusa Lukoil y la francesa TotalFinaElf, que habían negociado contratos de exploración y explotación durante el régimen de Saddam Hussein (1979-2003), ”se mantienen allí, pero precariamente”, según Mieres, ex embajador de Venezuela en Moscú.

El 12 de abril, 12 trabajadores petroleros rusos fueron secuestrados por iraquíes que resisten la ocupación, y puestos en libertad al día siguiente. Entonces Moscú instó a los rusos y ucranianos que trabajan en Iraq (la mayoría en la industria petrolera) a abandonar el país.

Mientras, Lukoil discute nuevamente con autoridades de Bagdad la explotación del campo West Qurnah-2, en el sur iraquí, que contendría 6.000 millones de barriles en reservas, es decir, un cinco por ciento del total de Iraq.

Pero en tanto llega el lejano día de iniciar la extracción de ese petróleo, Lukoil ha debido ocuparse de suministrar derivados a Iraq. En marzo firmó un contrato para vender cada trimestre a Bagdad 180.000 toneladas de gasolina (1,3 millones de barriles) y 130.000 toneladas de combustible diesel, lo que ilustra la incapacidad en que se encuentra el parque refinador iraquí.

”La geopolítica de fuerza ha traído una cruel paradoja”, argumentó Poleo. ”Los soldados de Cheney (y del secretario de Defensa Donald) Rumsfeld, que son soldados Halliburton, destruyen Iraq, y los ingenieros de Halliburton, que son ingenieros de Cheney-Rumsfeld, lo reconstruyen”, ironizó.

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