En algo coinciden el presidente estadounidense George W. Bush y su rival para los comicios de noviembre, John F. Kerry: el representante de la ONU en Iraq, Lakhdar Brahimi, podría salvar a Washington del desastre.
El argelino Brahimi es —según Bush— quien está diseñando la naturaleza de la entidad a la que entregaremos la soberanía de Iraq el 30 de junio. El lo averiguará pronto, agregó.
Kerry no escatimó elogios. Brahimi es una de las personas más capacitadas respecto de Iraq y Medio Oriente. Puede hablar con todas las partes, sostuvo.
Pero no son todo aplausos para el representante especial del secretario general de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Kofi Annan, y ex ministro de Relaciones Exteriores de Argelia.
Hay tal inseguridad que, pese a la custodia que (el jefe civil de la administración estadounidense) L. Paul Bremer le asignó, Brahimi no puede abandonar la 'zona verde', la fortaleza de la ocupación en Bagdad, excepto para un corto viaje en helicóptero a Mosul, dijo el experto en asuntos de Medio Oriente Dilip Hiro.
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Muchos líderes políticos y religiosos iraquíes evitan reunirse con Brahimi por una cuestión de principios, pues ingresar en la zona segura bagdadí implicaría, para ellos, aceptar la ocupación militar encabezada por Estados Unidos, declaró Hiro a IPS.
Por otra parte, el Consejo de Clérigos Musulmanes se negó a entrevistarse con Brahimi la semana pasada porque el diplomático se abstuvo de condenar el asedio estadounidense sobre Faluja, según el diario británico Financial Times.
Brahimi tampoco pudo reunirse con el gran ayatolá Alí Al-Sistani, el más poderoso de los clérigos chiitas iraquíes, con quien tampoco Bremer se ha encontrado hasta ahora.
El sentimiento antiestadounidense predomina tanto entre los iraquíes que los elogios de Bush a Brahimi en la conferencia de prensa de la semana pasada fueron un beso de la muerte, afirmó Diro.
Brahimi fue hasta hace poco representante especial de la ONU en Afganistán. Expertos en asuntos de Medio Oriente son escépticos sobre la capacidad del diplomático en apaciguar a los bandos enfrentados en Iraq, en parte por las restricciones impuestas por Estados Unidos a su mandato.
Entre las propuestas de Brahimi para estabilizar Iraq figuran la disolución del Consejo de Gobierno Iraquí designado por Washington y el nombramiento de una administración interina con un presidente, un primer ministro y un gabinete, en consulta con Estados Unidos.
Pero a pesar de la decisión de Bush de transferir el poder a un gobierno interino iraquí el 30 de junio, el presidente estadounidense advirtió que mantendrá los 120.000 soldados en el país árabe y que continuará controlando los ingresos del sector petrolero.
El gobierno de Bush no tiene intenciones de asignar a la ONU el poder que el foro mundial requiere para alentar una transición a una soberanía genuina, dijo a IPS el editor de la revista Progressive, Matthew Rothschild. De hecho, Estados Unidos no quiere una soberanía legítima, sino un protectorado, agregó.
Rothschild sostuvo que Bush acude a la ONU sólo para obtener una hoja de parra más grande para una ocupación que será cada vez más sangrienta, y el foro mundial no debería prestarse a participar de esta farsa.
Washington insistirá en mantener una enorme presencia militar, insistirá en ejercer control sobre el petróleo e insistirá en un modelo de política económica washingtoniana, sostuvo.
Bush, que invadió Iraq en marzo sin el aval de la ONU, debió acudir a la organización cuando se quedó sin alternativas, según varias fuentes diplomáticas en Nueva York.
A juzgar por lo que sucede en Iraq, no creo que sea seguro para la ONU ser usado como peón político por Estados Unidos, dijo a IPS un diplomático asiático. El gobierno de Bush necesita a la ONU principalmente para salir del empantanamiento, agregó.
El rector de la estadounidense Universidad de Massachusetts, Naseer Aruri, dijo a IPS que, a pesar de las declaraciones de Bush en su conferencia de prensa la semana pasada, Estados Unidos está en serios problemas.
Bush espera ansiosamente que Brahimi y Annan rescaten un emprendimiento que se tornó infructuoso, sostuvo Aruri. El programa político estadounidense, concentrado en el Consejo de Gobierno Iraquí y en el plan de seguridad, fracasó rotundamente, dijo.
Además, cualquier intervención de la ONU pondría en una situación comprometida la integridad del foro mundial y expondría a su personal a un peligro mortal, según Aruri.
Si Estados Unidos decidiera transferir realmente la soberanía a Iraq y no mantener el país como base para sus fuerzas militares y sus empresas, la ONU sería el cuerpo que lógicamente debería despachar una fuerza de paz para supervisar la retirada, añadió.
En cambio, Estados Unidos podría arrojar un explosivo Iraq sobre la ONU, concluyó Aruri.
Hiro sostuvo que, como Brahimi logró ubicar Afganistán en la senda de la democracia, muchos creen que podrá hacer un milagro en Iraq. Pero Iraq no es Afganistán. Los iraquíes están imbuidos de nacionalismo iraquí, y los afganos, de lealtades étnicas, explicó.
Todo hombre iraquí tiene tres años de entrenamiento militar, y el país está inundado de armas pequeñas y municiones. También hay fervor religioso. En territorio iraquí están los santuarios de seis de los 12 imanes (clérigos principales) del Islam chiita, y dos altos clérigos sunitas, advirtió.
Además, la mayoría de los iraquíes —excepto los kurdos— asocian a la ONU con las sanciones que quebraron económicamente al país durante 13 años, luego de que el régimen de Saddam Hussein invadiera Kuwait en agosto de 1990, sostuvo Hiro.
Los iraquíes también vinculan al foro mundial con la búsqueda de armas de destrucción masiva. Los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña usaron a muchos de los inspectores de la ONU en Iraq como espías, recordó Hiro.