Aunque las luces rojas titilan sin cesar a su alrededor, el primer ministro británico Tony Blair está lleno de confianza en su política sobre Iraq.
Mientras las encuestas muestran el mayor rechazo a la intervención militar desde el año pasado, el gobierno de Blair dialogaba este lunes con el del presidente estadounidense George W. Bush sobre la posibilidad de aumentar las tropas en territorio iraquí.
La oferta se concretó en medio de un renovado estallido de violencia en el sur de Iraq, área bajo control de fuerzas británicas. Más de 70 personas murieron en los atentados con explosivos que se sucedieron en la meridional ciudad de Basora la semana pasada.
Mientras, muchos en Londres creen que Blair debe reconsiderar su posición en Iraq luego de conocida la decisión del nuevo presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, de retirar sus tropas del país invadido.
Una encuesta publicada la semana pasada por el diario The Guardian indica que el apoyo a la operación en Iraq se precipitó de 53 por ciento de los entrevistados en enero a 41 por ciento. Y aquellos que consideran injustificada la invasión aumentaron de 41 a 48 por ciento de los encuestados.
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Pero otro sondeo, publicado por el diario The Daily Express, indica que para 93 por ciento de los consultados Blair no debe continuar al frente del gobierno.
Ese periódico apoya al líder del opositor Partido Conservador, Michael Howard, quien, sin embargo, respalda la política del gobierno en Iraq.
Este lunes, se publicó una carta abierta firmada por 52 ex embajadores británicos para condenar el apoyo de Londres a la política de Bush en Medio Oriente.
La semana pasada, el arzobispo de Canterbury, principal clérigo de la oficial Iglesia Anglicana, Rowan Williams, dijo que la salud política de Gran Bretaña resultó dañada por el fracaso en la búsqueda de armas de destrucción masiva en Iraq.
El error más grave es insistir en que Iraq es la vanguardia de una intransigente 'guerra contra el terrorismo', anotó, en una columna publicada por el diario The Observer, el líder del opositor y centroizquierdista Partido Liberal Demócrata, Charles Kennedy.
El primer ministro aglutina todos los elementos de la resistencia y los llama 'fanáticos y terroristas', mientras elogia la moderación de los miembros del Consejo de Gobierno Iraquí, que renuncian en protesta por el modo en que se maneja la ocupación, advirtió Kennedy.
No todos los que se oponen a la coalición son terroristas. Si Iraq es un refugio para los terroristas islámicos es a causa de de la invasión. No había pruebas de un vínculo anterior entre Al Qaeda y el régimen de Saddam Hussein, sostuvo.
No podemos esperar que la sociedad iraquí aguarde tranquilamente que se le dé la democracia de acuerdo con el cronograma de la coalición. No debemos confundir nacionalismo con terrorismo islámico. Los perpetradores del atentado en Madrid no son los nacionalistas de Iraq, como parece creer el primer ministro Blair, dijo Kennedy.
En un debate en la Cámara de los Comunes la semana pasada, el principal legislador del gobernante Partido Laborista, Tam Dalyell, cuestionó con dureza las políticas de Blair.
¿No es la desagradable verdad que una fuerza de ocupación es vista cada vez más como una inspiración, no como disuasivo, de la violencia?, preguntó Dalyell.
¿No hemos llegado a una situación en que muchos iraquíes ven esto como una guerra de liberación? Algunos de nosotros pensamos que el señor (Rodríguez) Zapatero tiene razón, agregó.
Por otra parte, el anuncio de que el gobierno sometería el Tratado Constitucional de la Unión Europea (UE) a referéndum fue percibido como una vuelta en u, y muchos se preguntan si tal actitud no tiene una directa relación con su política iraquí.
Pero Blair no se limita a resistir los ataques, sino que los devuelve, como lo demostró en la sesión parlamentaria.
Es absolutamente claro que en Faluya y en Najaf luchan contra la ocupación todos aquellos que perderán cuando Iraq se vuelva democrático: ex seguidores de Saddam (Hussein), terroristas extranjeros, milicias lideradas por clérigos extremistas, sostuvo.
Para Blair, todos esos tienen interés en retrasar o en desviar la transición hacia la democracia. Se retratan como opuestos a la ocupación estadounidense. De hecho, se oponen a dar al pueblo iraquí la posibilidad de elegir sus propios líderes en elecciones libres y justas, añadió.
Entre las buenas noticias, Blair mencionó 2.300 escuelas rehabilitadas, 32.000 millones de dólares comprometidos para la reconstrucción, generación eléctrica por encima del nivel anterior al conflicto, 2.000 millones de dólares más en ingresos petroleros de lo previsto en noviembre.
Pero Blair comienza a hablar cada vez más de un mayor involucramiento de la Organización de las Naciones Unidas en Iraq. Pero no es seguro que el foro mundial esté dispuesto a arreglar el marasmo en que ha caído la coalición ocupante.
Londres trabaja discretamente en un plan de salida de Iraq, que evite un adelanto de las elecciones generales previstas para 2006.